RAUM 41-42 y Javier Cabanes proponen otra visión en el diseño de una clínica dental. Después de meses de trabajo, nace en Puçol (Valencia) un espacio que se aleja del terror que despiertan este tipo de centros médicos.

Contenedores como solución
La pareja Quique Zarzo y Ángela Cardiel fundan en 2016 RAUM 41-42. Cuatro años después, el estudio de asentado en la capital ha caminado por todo el mundo y ha aumentado el equipo. Sus más de 40 proyectos hasta ahora en el terreno de la arquitectura y el diseño de interiores tienen en común una mirada en la que se involucra la docencia, la investigación y el desarrollo de propuestas en todas sus escalas.


El año pasado la clínica dental Dr. Vicente Faus buscaba una nueva localización. El bajo de una vivienda de los años ochenta resultó ser el lugar idóneo para desarrollar su actividad odontológica. El encargo del diseño de una clínica dental supondría un gran reto para los RAUM 41-42, que junto con la colaboración del arquitecto Javier Cabanes, debían de trabajar en 163 metros cuadrados repletos de desniveles y de una compleja geometría.

Además, el programa de la clínica requería diferenciar dos zonas: uno más pública vinculada a la calle y otra interna para los trabajadores. ¿Cómo resolverlo? Distribuyendo contenedores sobre las diversas alturas del local. Así, no solo se conseguiría dividir claramente almacén, baños y boxes de trabajo, sino que se obtendría una disposición muy diferente a la que suelen tener las consultas convencionales.


La diferencia está en los detalles
No podemos olvidar otro de los fines que impregnaba la resolución de este briefing: el paciente debía sentirse cómodo y participante activo en el espacio, y que esta experiencia urbana a pequeña escala le resultara lo más satisfactoria posible. Y para resolver todo, la estrategia fue utilizar el color en un tipo de ámbito tradicionalmente blanco. Azules, naranjas y verdes se reparten estratégicamente por puertas y ventanas de los contenedores, creando una sutil sinfonía cromática que humaniza la frialdad aséptica propia de un centro médico.

Si hablamos de luz, el protagonismo lo comparten la luz natural que recibe el edificio y la iluminación neutra del techo, distribuida de forma dinámica como si fuera una pequeña intervención artística. A todo esto hay que añadir juegos de espejos y un ligero toque orgánico mediante mesas y vegetación. Junto a esto, la ordenación de los contenedores y sus diferentes alturas dejan en medio la sala de espera como si de un ágora -de pavimento cerámico gris- se tratase.


Continuar con el legado
Apostar por la cercanía y calidez en este tipo de lugares no es un recurso nuevo. A principios del siglo pasado, Alvar Aalto ya lo hacía en el Paimio Sanatorium, cuyo diseño terapéutico trataba de mejorar la experiencia de habitabilidad para todos los pacientes con tuberculosis. Frank Gehry, Zaha Hadid, Richard Rogers o Norman Foster también se han sumado a hacer sentir mejor a las personas a través de la construcción de edificios para los hospitales oncológicos Maggie que cuentan con sedes -cada cual más espectacular- por todo el mundo. A día de hoy, destacan también proyectos como el centro Kālida Sant Pau (Barcelona) de Patricia Urquiola o el trabajo El Jardín de mi Hospi de Rica Studio para Juegaterapia. Es por eso que propuestas como la de RAUM 41-42 nos hacen ver que seguimos avanzando en la dirección correcta.

Visita la web de RAUM 41-42