Con más de sesenta años a sus espaldas, los premios que otorga ADI —la asociación sectorial del FAD que agrupa a los diseñadores industriales— siguen proporcionando una radiografía significativa del diseño de producto en España por su amplitud y exhaustividad, que aspira a no dejar rincón del sector, por nuevo o remoto que sea, sin revisar. Todos los premiados y seleccionados pueden verse hasta el 28 de agosto en la exposición El mejor diseño del año, en el Disseny Hub Barcelona.
Premios Delta. Un reconocimiento a favor del diseño industrial
Aunque cada vez sean más los foros, las convocatorias y las iniciativas que cartografían sectorial o genéricamente la escena del diseño en España, los premios que otorgan las distintas asociaciones del FAD conservan el aroma de su solera. Quizá sean los FAD de arquitectura e interiorismo los que hayan mantenido a lo largo del tiempo mayor impacto en la opinión pública —al fin y al cabo, parece que no hay que explicarle a nadie en qué consiste la arquitectura, aunque eso no signifique necesariamente que de verdad lo sepan—; quizá sean los Laus los más influyentes en su gremio gráfico y publicitario; pero los Premios Delta, con los que ADI-FAD busca distinguir con cadencia bienal desde 1961 lo mejor del diseño industrial y de producto en España, tienen un significado especial.
Esto se debe a que nacieron y se consolidaron en tiempos heroicos, cuando esta disciplina era poco menos que una extravagancia en la sociedad española. Los Delta, como el diseño español tantas veces, tienen algo de supervivientes, una dignidad añadida de bebés prematuros que han salido adelante en circunstancias más bien adversas. Aunque haya llovido mucho y la consideración pública del diseño sea también mucho más favorable en muchos aspectos, la amplitud del concepto sigue dando lugar a malentendidos, mistificaciones y enfoques profesionales y disciplinares tan diferentes que bien parecen referirse a cosas del todo distintas.
Por eso sigue siendo pertinente prestar atención a los Delta como punto de referencia para tomar la temperatura al panorama nacional, porque es una mirada que se pretende omnicomprensiva, abarcadora de acercamientos y nociones varias de la disciplina. Tal vez por ello, el tiempo los ha ido arropando con secuelas como las Medallas ADI a proyectos estudiantiles destacados y los Premios ADI Cultura a iniciativas que pongan en valor de modo singular la cultura del diseño, y los ha englobado en la denominación más genérica de Premios ADI. No es seguro que sea una buena decisión estratégica: no se acaba de entender la necesidad de envolver en una marca nueva otra ya tan reconocible y consolidada. Bien podría haberse hecho lo mismo de forma más eficaz llamando a estas nuevas variedades Medallas Delta o Premios Delta Cultura. En fin, no es un asunto crucial, pero tampoco del todo intrascendente.
Premios ADI 2022. Vocación por lo cotidiano
¿Qué panorama dibujan entonces los Delta y los ADI de 2022? La vocación panorámica se traduce en nueve categorías bastante genéricas a las que no hay que dar demasiadas vueltas: solo se trata de ampliar el foco todo lo posible sin necesidad de elegir de forma excluyente entre cosas demasiado distintas entre sí. Es mejor fijarse en qué tipo de propuestas se han destacado. Si uno mira hacia atrás, la imagen tradicional del diseño de producto en España solía vincularse a dos rasgos centrales: el predominio del mobiliario y el hábitat y el protagonismo del diseño de autor clásico, un poco a la manera en que la crítica vinculada a la Nouvelle vague en la década de los sesenta hablaba de cine de autor.
En las últimas ediciones se advertía una cierta voluntad de abrir el compás hacia otro tipo de proyectos más duros, por decirlo de algún modo: objetos de los que se metamorfosean más fácilmente con el paisaje de los útiles cotidianos y de los que el público general no suele preguntarse por su autor, sean aquellos más o menos tecnológicos. Ese tipo de piezas que se cuecen en los departamentos internos de las empresas con la implicación a veces de algún estudio o agencia externo.
Una lista de premiados poco convencional
El casco ciclista diseñado y producido por Closca Design —premiado con un Delta de oro en 2016— fue el hito que marcó ese nuevo sesgo, y ahora la empresa híbrida de Carlos Ferrando reaparece de nuevo con una botella térmica de acero y silicona (Delta de plata en el apartado Design for Food). Entre los Delta de oro de este 2022, hay varios que responden a ese perfil, desde la azada de jardín de Lúcid Design Agency para Bellota y el pavimento para exteriores Filtra de Breinco —desarrollado por la propia compañía con la intervención de Àngel Sitjá Gratacós— al coche eléctrico Cupra Born de Seat, fruto también del departamento corporativo.
La nómina se amplía mucho si nos detenemos en categorías inferiores: Lúcid, una agencia multidisciplinar con sedes en Barcelona, Madrid y Shanghái, añade a su Delta de oro otro de plata por un controlador electrónico para Pickdata y tres de bronce por distintas mochilas urbanas; y Andreu Carulla gana otro de plata por un espumador de leche sofisticadamente tecnológico para Aēralab y se alza con uno de oro por Mambo, un succionador de clítoris adaptable por medio de boquillas en el que se han trabajado los materiales para obtener un tacto sedoso y una solución sostenible. Aunque Carulla sea un diseñador-autor ajustado al perfil clásico, es significativo que estos dos proyectos hayan sido abordados, no desde el estudio que lleva su nombre, sino desde ACID, la oficina gemela que también dirige, pero que actúa más bien como una consultoría de amplio espectro.
Si partimos de la hipótesis de que este desplazamiento hacia formas más corporativas responde a un fondo de realidad y no a un sesgo del jurado —y no hay razón para pensar que no sea así, los jurados son variopintos y diferentes en cada edición—, cabría sacar algunas conclusiones provisionales. Por una parte, revela avances nada despreciables en la conciencia más madura de ciertos sectores de la pequeña y mediana industria española acerca de la integración del diseño como llave de la innovación y de la conquista del mercado. Por otra, la relativa disolución de la autoría en los procesos de planteamientos cada vez más colectivos y corporativos resulta igualmente sintomática. Por eso los Delta se pueblan de nombres de compañías que hace pocos años habrían resultado insólitos en este contexto: un fabricante tradicional de herramientas agrícolas y jardineras (la guipuzcoana Bellota), otro de sistemas de adhesivos hot-melt (la navarra Meier Gluing Solutions, que obtiene un Delta de plata por un aplicador de sellados desarrollado por la consultora Big D) y una sex shop de última generación (Platanomelón, productora de Mambo).
Diseño de autor en los premios ADI
Ese centrifugado hacia el ámbito de la consultoría no está exento de riesgos. A veces, bajo el caparazón de los acercamientos holísticos bien puede generar confusión. No siempre es fácil deslindar diseño y marketing, aunque siempre convenga hacerlo. En todo caso, no puede dejar de señalarse la solvencia de las agencias premiadas, que exhiben muy buenos argumentos en su porfolio, como reguero indiscutible de RedDots, IF Awards y demás premios internacionales del sector. No obstante, el diseño de autor de toda la vida permanece firme y respira a pleno pulmón.
Ahí están las sillas de Joan Gaspar para Resol y de Emiliana para Verges Design; las celosías cerámicas de Inma Bermúdez para Nadis Design —las tres Deltas de plata—o la exquisita lámpara de Ciszak Dalmas para Marset, que se lleva el oro de Iluminación. El valor de referencia de este tipo de práctica profesional es sencillamente imprescindible. En este sentido, llaman la atención el Delta de oro de Patricia Urquiola por su magistral familia de grifos para Agape —verdadera némesis de esas griferías a las que uno se enfrenta con desesperación en algunos hoteles de lujo preguntándose dónde diablos está el manual de instrucciones— y la magnífica butaca de Altherr Desile Park, actual encarnación del eviterno estudio de Alberto Lievore. Trabajar para empresas italianas de primera línea hace posible una profundidad de proyecto que en España todavía está fuera del alcance en el terreno del hábitat. Para el caso de estos dos, de hecho, solo viene a la mente una nacional de cada clase que pudiera estar a la altura de desarrollos tan poderosos y complejos.
La iniciativa del diseño español
Tanto de la mano de la autoría como de la consultoría, la sostenibilidad, la economía circular y la inclusividad son los hilos rojos que dibujan la aportación del diseño al producto, desde el punto de vista técnico y formal. Es más, son precisamente esas demandas las que están detrás en buena medida de lo que las empresas requieren a unos u otros. Una prueba de que —y aquí las cosas no han cambiado tanto— en España el diseño como sector sigue estando por encima del nivel de la industria. Que la relectura inteligente de modelos artesanales y tradicionales sea una de las bazas más potentes y características del diseño nacional —véanse la celosía antes mencionada de Inma Bermúdez o las baldosas de Camper & Achilles Ion Gabriel para la mallorquina Huguet— no es más que una prueba de ello en forma de inteligente conversión de la necesidad en virtud.
Quien quiera comprobar la propiedad de esta cartografía del estado de la cuestión en detalle podrá hacerlo hasta el 28 de agosto en el Disseny Hub de Barcelona, donde se exponen todos estos objetos junto a todos los demás seleccionados y premiados con los ADI (172), así como con los demás galardones otorgados por las distintas organizaciones sectoriales del FAD.
En este enlace puedes ver otra resolución de premios sobre diseño.
Hasta el 28 de agosto en el Disseny Hub de Barcelona.
