El estudio El Departamento se ha aliado con la óptica PJ.Lobster para abrir un nuevo establecimiento en Barcelona. Una tienda que se ha caracterizado por las texturas brutalistas y la calma del color verde.
El Departamento coge la batuta para PJ. Lobster
Hay espacios que se asemejan a canciones y que, al igual que estas, conjugan una serie de elementos para dar a luz a algo armonioso. Quizá esta boutique, con su compendio de variaciones, sea uno de estos lugares de excepción. Se trata de la primera tienda de una nueva generación de puntos de venta para la marca PJ.Lobster. Llevada a cabo por el estudio El Departamento —colaboradores habituales de la firma de gafas a la hora de ejecutar sus enclaves físicos—, en esta ocasión el equipo presentó una combinación cuyo ritmo viene marcado por la transición. Material, color y textura —en estado intencionado de cambio— fueron las notas que resuenan en esta peculiar óptica.
Si se analiza su sonido y estructura, la voz cantante recae sobre el compás más que sobre los recursos concretos del diseño. Igual que un juego inusual que ensalza la gradualidad como medio y como fin en sí mismo. Para entenderlo, El Departamento explicaba su fuente de inspiración directa: The Powers of Ten, el corto-documental de los icónicos Eames. En él se muestra una misma imagen a distintas escalas, a través de saltos de macro a micro, que van desde el zoom out de la vía láctea hasta el zoom in de un átomo. Y este local es la traducción a la realidad de ese ejercicio de escala, patrones y definición.
Una óptica como boutique futurista
Si la obra más famosa de Beethoven es el Himno a la Alegría, la del equipo de El Departamento bien podría serlo como la oda a la disparidad. En su yuxtaposición de contrastes, transita el microcemento aterciopelado del suelo frente al yeso rugoso de la pared, que a su vez convive con el brillo del acero inoxidable de los expositores. El contrapunto definitivo lo ofrece el mueble central con superficie de espejo. El conjunto es una gruta high-tech donde comulgan texturas granuladas de reminiscencias brutalistas con acabados pulidos de tecnicidad futurista.
Y junto a ello, algo más elocuente que el sonido: el silencio. Porque la ausencia también es una decisión —una que habla incluso más alto— y sobre ello versa el minimalismo sobrio de PJ. Lobster. Un escaparate honesto y descarnado, sin adornos y con pocos detalles, donde la calma del verde clínico lavado triunfa sobre la policromía. 40 m2 de gradualidad: una atmósfera repleta de tonalidades múltiples, de variaciones de una misma nota. Como un canon de voces a diferentes alturas de manera simultánea.
Y es que es aquí donde el milagro sencillamente acontece: la disonancia del armazón, en un pentagrama visual sorprendente, se transforma, porque la melodía —libre, experimental y contemporánea— resulta perfectamente armónica. Y finalmente… suena muy bien.
En este enlace puedes leer otro artículo sobre el estudio El Departamento.
En el Born, Barcelona.