Como una línea de tinta que se despliega sobre el paisaje, Peninsula House transforma la costa australiana en una sinfonía de curvas y repliegues. Inspirada en la arquitectura orgánica y la memoria vernácula, esta residencia proyectada por Wood Marsh esculpe el terreno con la sutileza de una caligrafía. Espacio, luz y materia dialogan en una coreografía de sombras que revela la esencia del habitar humano.
Un pliegue doméstico en la costa australiana
Los seres vivos y los objetos complejos están totalmente conformados por pliegues. El pliegue se acerca tanto a la exuberancia de la naturaleza como a la intimidad más cotidiana o la imprevisibilidad de los acontecimientos. Lo hemos podido comprobar a lo largo de la historia de la arquitectura: de Miguel Ángel y Gian Lorenzo Bernini hasta Paul Klee o Alvar Aalto. Y es que muchos de los espacios que aglutinan la esencia del habitar humano están hechos a base de curvas y contracurvas; de cubiertas de cualidad esponjosa y linternas helicoidales que perforan el cielo. El caso que nos atañe va de esto, de plegarse y desplegarse.
Bordeando la costa australiana, al este del estrecho de Bass, Peninsula House se erige como una caligrafía en el paisaje. A ella se llega caminando por una angosta senda serpenteante que gira sobre sí misma para luego abrirse a la zona de recepción de la residencia. Siguiendo las ondulaciones suaves del terreno, su planta se integra armoniosamente con la topografía del territorio. Su presencia aparece con un lenguaje escultórico crudo que, a priori, pareciera contradecir las necesidades domésticas. Pero nada de eso: la distribución interior es una multiplicación de capas y capas que te envuelven y protegen; que entienden que el movimiento de sus habitantes es un espectáculo opuesto al movimiento de los muros y el trazo del sol.
Arquitectura orgánica en madera carbonizada
Al superar el umbral de la puerta, la entrada se abre inmediatamente a un patio sobre el cual pivota toda la estructura funcional de la casa. Los pasillos tangentes a este lugar centrípeto desembocan en dos partes bien diferenciadas: la pública y la privada. La primera, a doble altura, está encañonada hacia un paño acristalado que colmata la vivienda con una gran habitación aterrazada. Y la segunda, el área de noche: una batería de cinco dormitorios situados por encima del primer nivel. La tensión generada por la colisión de ambos ambientes crea un sistema alrededor del patio principal, que transmite a la perfección el carácter formal de todo el complejo.
Con una paleta material de madera carbonizada y tierra apisonada —que remite a la arquitectura vernácula australiana—, su cromatismo consigue hacer hincapié en la esencia cambiante de la luz y la sombra en las superficies sinuosas y los repliegues y rasgaduras de las paredes. Peninsula House es una clase magistral sobre cómo establecer profundidad de campo, cómo trabajar el paisaje como una alfombra prolongada del pavimento interno y cómo evitar la pesada carga de lo tectónico en unas fachadas plisadas.
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