Diseñador de infinidad de objetos, Eugeni Quitllet ha dado el salto al mundo espacial con su proyecto galaXsea: un navío impreso en 3D que algún día podría surcar los mares galácticos.
Eugeni Quitllet: el creador-puente
En una galaxia muy, muy lejana… o, más bien, en un mañana no tan distante, habrá veleros que naveguen por un mar cósmico lleno de cuerpos celestes. Igual que hace el Capitán Harlock sobre su Arcadia. Porque si de algo nos alienta la ciencia ficción es de hacernos creer que el futuro está a solo un paso y que, ese paso, solo puede llevarse a cabo con la imaginación adecuada. Dedicarse al diseño es vivir en una continua hipótesis que mira siempre el agua del vaso en vez de su hueco vacío. No para regocijarse en lo que ya hay, sino para completar los entresijos que faltan. La obra de Eugeni Quitllet parece concebida para, precisamente, rellenar los intersticios entre el presente y el porvenir, como un puente que conecta realidades que todavía no están preparadas para conocerse.
Su proyecto galaXsea deja claro que sus ideas van más allá del mobiliario. El germen quizás se halle en aquel Dune Hybrid Boat que planteó en 2017: futurismo de curva depurada y acabados muy Hadid. De aquel velero-yate solo había que pegar un salto cuántico con el fin de cambiar la ruta marítima por la aérea, aunque eso sí: la aérea interestelar. Así ha nacido galaXsea Project, una utopía en la que muestra un transatlántico que surca el universo gracias a la energía de la luz solar.
Del objeto al espacio: galaXsea Project
Quitllet tiene clara la importancia de repensar el futuro de la especie, sin embargo, no tanto en la tierra como en el propio espacio. ¿Qué se puede esperar de un creador que se autodenomina “disoñador”? Básicamente que los límites entre realidad y sueño sean una nebulosa fácilmente traspasable. “Nací en una isla que brilla en la belleza de las aguas del Mar Mediterráneo, mirando el horizonte como la fina línea entre el sueño y la realidad: el mar y el cielo, el presente y el futuro, el punto entre la tierra y las estrellas”, dice Quitllet.
Al otear un velero cruzando esa línea invisible como si flotase en una nada azul, surgió el concepto de esbozar esta propuesta, cuyo nombre se advierte como una combinación entre “galaxia” y “mar”. Del mismo modo que un verdadero transatlántico, su capacidad ronda los 15 000 invitados y su disposición de 1000 metros —desde la proa hasta la popa— podría albergar jardines, un centro de investigación biológica, un teatro, piscinas y hasta un salón de baile un-gravity. Y todo en una coraza desarrollada con el método de impresión 3D usando materiales directamente extraídos del firmamento.
Seguramente en este exoesqueleto, el turismo espacial podría prosperar, sirviendo como refugio para creativos, científicos y personas que busquen mirar nuestro planeta desde otros ángulos. Como demiurgo, Quitllet aviva el deseo de que galaXsea se mantenga en continua evolución. Puede que algún día, alguien sentado en la arena señale un punto brillante en el cielo que surca la gran masa sideral. Pero, por el momento, la fantasía es solo render; la nueva estrella móvil tendrá que esperar.
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GalaXsea es el nombre del proyecto de Eugeni Quitllet, un velero espacial cuyo nombre se compone de las palabras “galaxia” y “mar”.
