Diébédo Francis Kéré (Gando, Burkina Faso, 56 años) ha sido nombrado ganador del Premio Pritzker de este año. El primer africano laureado con el galardón de arquitectura más prestigioso a nivel internacional.
Un cambio de paradigma en el premio Pritzker 2022
Muchos temían que la estela inaugurada el año pasado, que reconocía el inmenso valor de la arquitectura comprometida con las preocupaciones sociales y la falta de recursos —representada por la dupla francesa Lacaton & Vassal—, caería en la autocomplacencia testimonial y políticamente correcta de un galardón que, hasta no hace mucho tenía la miopía de exaltar al cóctel de arquitectos del star system. El premio Pritzker conlleva una relevancia que no debe interpretarse como el intenso crédito mediático del nombre del ganador anual, sino por la incuestionable autoridad que, mediante el pretexto de la obra del premiado, ejerce el distintivo sobre el estado ideológico del presente de la arquitectura.
Así, el trofeo no significa otra cosa que un cambio de paradigma sustancial. Donde antes se reconocían las trayectorias de quienes con grandes medios concluían sus trabajos, ahora se celebra la de aquellos que en áreas cargadas de limitaciones y adversidades son capaces —a través del uso sabio de técnicas y materiales locales— de dar auténticas lecciones de arquitectura autoconstructiva, y con presupuestos mucho más que humildes. Ya tocaba.
Un jurado presidido por Alejandro Aravena —quien obtuvo el mismo reconocimiento en 2016—, y acompañado por nombres tan sobresalientes en la disciplina como Deborah Berke o Wang Shu, ha resaltado de Francis Kéré que “en un mundo en crisis, entre valores y generaciones en transformación, nos recuerda cuál ha sido y continuará siendo sin duda la piedra angular de la práctica arquitectónica: un sentido de comunidad y una cualidad narrativa, algo que él es capaz de evocar con compasión y orgullo. Con ello, brinda un relato en el que la arquitectura puede convertirse en una fuente de felicidad y gozo constantes y duraderos”. Y es precisamente ese valor de comunidad con el me gustaría empezar a subrayar la enorme riqueza que posee la arquitectura de Diébédo Francis Kéré.
Un sentido de comunidad. La piedra angular de Francis Kéré
Hijo primogénito del jefe de un poblado en Gando (Burkina Faso), a los siete años caminaba 20 kilómetros al día para a aprender a leer y a escribir en una escuela de Tenkodogo. La escuela, construida en hormigón, carecía apenas de ventilación, y Francis Kéré se acordaría durante años del calor que pasó entre sus muros. Por eso más tarde, y tras obtener una beca para estudiar carpintería en Berlín, decidió matricularse en la Technische Universität de esta ciudad, donde se graduó en 2004 con un título avanzado en arquitectura.
Aún cursaba sus estudios cuando dibujó la Escuela Primaria Gando en su pueblo natal. La edificaría bien ventilada y todos los habitantes participarían en su levantamiento. Los hombres moldearon el barro e hicieron ladrillos mientras que las mujeres alisaron los pavimentos. Una gran cubierta reposaría sobre el muro dejando pasar el aire y evitando así los sofocos. Más tarde conseguiría abastecer a Gando de electricidad y agua potable.
A día de hoy, esa escuela ha crecido exponencialmente. De 120 alumnos se ha llegado a 700 y cuenta con una vivienda para profesores y una clínica con equipamiento médico para operar. Todas las techumbres son atravesadas por corrientes de aire y las carpinterías extensibles de las ventanas atenúan el fuerte soleamiento. Un hecho que reporta que la razón fundacional de su ejercicio sea el de una generosidad intrínseca por devolver aquellas oportunidades que se le habían brindado. El deseo y el coraje de volver a casa para erigir un colegio a su comunidad.
Toda su actividad se ha desarrollado entre Berlín y Gando. Y con esa misma actitud, Keré ha logrado consolidar procesos similares en Burkina Faso, además del Campus del Lions Club —una residencia para estudiantes en Kenia— o centros multiusos e institutos en Mozambique y Uganda. Intervenciones distinguidas por su filiación evidente por y para la comunidad donde se adscriben, recuperando —con una materialidad arraigada en el contexto y en la esperanza por situar a la arquitectura al servicio del bien comunitario— un ideal de belleza que extiende mucho más de los muros: la solidaridad.
La arquitectura que disminuye la brecha con el mundo
La de Francis Kéré es una carrera que asume un papel protagónico en una nueva generación de arquitectos-promotores, empeñados en concebir una sociedad mejor trabajando para los más necesitados. Es importante destacar ese binomio arquitecto-promotor, ya que, si bien a lo largo de la historia hemos tenido ejemplos más que notables de arquitectos que tomaron la norma de la autoconstrucción como habitual, lo que cada vez abunda con menos frecuencia son las vivencias de aquellos que han adelantado los intereses de su comunidad a los suyos propios, y que resulte algo premiable habla de la crudeza del mundo en que vivimos.
Por eso cabe decir que Keré es, sin ningún atisbo de duda, un arquitecto destacable cuya arquitectura habla por sí sola. El burkinés enseña en Harvard y Yale. El RIBA y la AIA lo coronaron con la distinción de arquitecto honorífico. Levanta edificios en Dinamarca, Alemania, Italia, Reino Unido y Estados Unidos. Ha realizado exposiciones e instalaciones en el MoMA neoyorquino o en el pabellón de verano de la Serpentine Gallery londinense. Actualmente está colmatando la sede para la Asamblea Nacional de Burkina Faso y la de la Asamblea Nacional de Benin.
No necesita que su obra sea presentada y acompañada de un relato de superación personal. Tampoco de un premio que posee un papel reconfortante para un primer mundo. Sin embargo, que el Pritzker esté apostando en los últimos años por arquitectos que con sus planteamientos pretenden unilateralmente disminuir la brecha que separa la arquitectura del mundo y el mundo de la arquitectura, denota que el galardón quiere volver a ser un referente.
En este enlace puedes ver obras realizadas por Diébédo Francis Kéré.
Diébédo Francis Kéré (Gando, Burkina Faso, 56 años), conocido por impulsar proyectos sostenibles para mejorar su comunidad, es el primer ganador africano del Premio Pritzker, el Nobel de la arquitectura.
El premio Pritzker de arquitectura es un reconocimiento concedido anualmente y patrocinado por la fundación estadounidense Hyatt. Es el premio de mayor prestigio internacional y el principal galardón concedido para honrar a un arquitecto en el mundo, mencionado comúnmente como el «Nobel de Arquitectura».
