Con una clara tradición que toma como referencia a los clásicos, el diseño danés sigue apostando por una línea funcional que se extiende desde mediados del siglo XX. Sin embargo, los jóvenes diseñadores procedentes de países nórdicos parecen intentar romper este halo continuista para emprender un camino diferente. Y la danesa Maria Bruun es una de ellas.
Diseño danés como zona de confort
El diseño escandinavo se ha convertido en un faro ilustrativo para entender el mobiliario de los 50 en adelante. Su inclinación atemporal se ve remarcada por una simplicidad y un minimalismo que continúa siendo aplaudible en nuestros días. A fin de cuentas, este estilo sembró la semilla de hitos que se reproducen sin descanso por firmas de prestigio y que se imitan por grandes almacenes a precios asequibles en periodos de rebajas. Por lo que parece, la invasión vikinga no terminó en el siglo XI. Y es que con una herencia que se apellida Jacobsens, Henningsen o Panton quién querría cambiar la dinámica exitosa que generan.
Las empresas siguen apostando por sillas Egg y lámparas PH como una zona de confort inamovible. No obstante, las nuevas generaciones —dependientes de estos esquemas— saben que tendrán que echarles un pulso a maestros de antaño y competir por modificar unos patrones para llevar los cánones a otros terrenos. En esta incursión encontramos a Maria Bruun, una diseñadora que intenta descubrir el deseo que subyace en ciertos objetos. No desdeña el linaje danés del que procede, pero sí pretende desafiarlo con un enfoque suave, intuitivo y lleno de reflexión. Su intención es firme: reinterpretar el patrimonio y llevar la tradición del diseño danés hacia el futuro.
Maria Bruun: la introspección y el deseo
Graduada en The Royal Danish Academy of Fine Arts, School of Design (2012), desde su estudio en la ciudad de Copenhague ofrece servicios completos de dirección creativa, mobiliario e interiorismo. Nada más echarle un vistazo al porfolio de Maria Bruun se advierte que su práctica no solo transita por el sector comercial, sino que está respaldada por un trasfondo artístico de autor. La dualidad marca la dinámica de su trabajo: unas veces artesanal y centrado en la parte técnica y material; otras, más introspectivo y con un importante mensaje. “Respeto y me apoyo en el corifeo modernista y la estética histórica, pero es hora de algo nuevo”, afirma la danesa, quien no tiene miedo de retar a las marcas para que apuesten por discursos distintos.
Discursos que ella misma predica y que la han llevado a ser admitida en el honorable programa Artistic Elite de la Danish Arts Foundation (2019-2020), en la Sociedad de Artistas Daneses (2015) o a ser premiada con el Danish Finn Juhl (2021), entre otros galardones de diseño danés. Sus obras se han exhibido en museos de prestigio internacional como el Design Museum londinense, el Designmuseum Denmark o la aclamada plataforma Design Miami/Basel. Sin duda, la diseñadora posee una ambición por hacer del pasado una anécdota y del presente un trampolín hacia el mañana, eso sí, “siempre confiando en el buen diseño”.
Un nuevo apellido para el diseño danés
Los muebles de Bruun tienen una impronta escandinava, una piel secular que ya viene de serie. Por supuesto, la huella minimalista y utilitaria se desvela rápidamente, sin embargo, todo posee una ambigua intencionalidad. En el lúdico conjunto Big Foot, las cinco mesas de fresno macizo enfrentan delicadeza y densidad como si fuesen un juguete de construcciones con el que derribar viejos dogmas. La madera se posiciona como su material predilecto, de ahí que emplee nogal y roble para su sistema de cajas apiladas Dependables, una muestra de artesanía a la manera de tótem escultórico —con bordes redondeados y orificios laterales— que ahonda en el simbolismo protector del almacenamiento. Un cometido similar que posee Invader, de rectilínea y delgada silueta. Las ruedas ocultas en pirámides transportan los cajones sin dificultad transmitiendo un lema: “El hogar se encuentra donde estén tus cosas”.
No hay creación sin una reflexión que la motive. Mirror Mirror destruye el concepto sobre el que se cimenta el imaginario bauhausiano: por primera vez la función deja paso a la introspección. Los espejos se doblan a la mitad para reflejar solo una parte de quien se mire o lo que habita en la zona de su ausencia; quizás un ensayo sobre la presencia humana en la espacialidad o un discreto instrumento voyeurista.
Esta apreciación nos conduce a su pasada exhibición Reflected Surroundings (2021) en la feria suiza, donde expuso un entorno que confirmaba el ímpetu de transformar lo autóctono mediante la exploración de parámetros materiales. Para ella, la incógnita de siempre no es otra que la percepción humana, por eso Maria Bruun ha fundamentado su lenguaje en torno a la pregunta “¿Qué hace que algunos diseños sean más deseables que otros?” La respuesta, por ahora, sigue siendo un misterio. Habrá que estar atentos a su trabajo para ver si consigue dar con la respuesta.
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