Fuse* es un estudio multidisciplinar italiano dedicado a las posibilidades expresivas de las tecnologías digitales.
Fuse*: luz, espacio, sonido y movimiento
Desde sus inicios en 2007, ha tenido como principal objetivo la creación de instalaciones y performances multimedia, con las que interpreta la complejidad de los fenómenos humanos, sociales y naturales mientras explora los límites entre las disciplinas artísticas y los nuevos vínculos entre luz, espacio, sonido y movimiento.
Con el paso del tiempo, sus fundadores, Luca Camellini y Mattia Carretti, han ido evolucionando hacia propuestas que sorprenden a la mirada corriente y que estimulan el pensamiento, la sensibilidad y la imaginación. “Nuestro enfoque es cada vez más holístico, confiamos en un modus operandi que valora la experimentación pura y la creatividad colectiva”, explican los italianos.
Siempre han ligado su desarrollo a la comunidad con la que operan apoyando, promoviendo y concibiendo proyectos que difunden la cultura y el conocimiento. El grupo coproduce desde 2016 el festival de música electrónica y arte digital NODE; y, a la vez, presenta sus trabajos en instituciones artísticas y eventos internacionales: Mutek, TodaysArt, Sónart, Artechouse, STRP Festival, RomaEuropa, Kikk, Scopitone, el Centro Nacional de Artes Escénicas de China o el L.E.V. Festival de Gijón, como hicieron en su pasada edición.
El algoritmo atomizado
Artificial Botany (2020) y Van Gogh In Me (2022) son las más seductoras desus creaciones. En ellas, fuse* utilizarespectivamente ilustraciones victorianas yobras del pintor holandés a modo de “materiaprima”, convirtiéndolas en una suerte deplastilina visual para jugar con algoritmosautogenerativos. El resultado es innovador:Artificial Botany no parece artificial enabsoluto, las bellísimas imágenes del sigloXIX crecen naturalmente en un proceso detransformación darwinista a alta velocidad. En Van Gogh In Me es la pincelada del holandés laque muta sin extraviar su estética, originandouna novedosa gestualidad pictórica muydistinta de los simples ejercicios de recorte yampliación que sufrimos con estoicismo en“exposiciones inmersivas”.
En 2019, recibieron el German Design Award Special por Dökk —“oscuro” en islandés—, un viaje donde nuestra dimensión se disuelve en una tormenta de luz y oscuridad en busca del equilibrio. “Todo lo que nos rodea no es más que una colección de átomos, partículas y campos electromagnéticos vibrando sin ningún significado aparente. Eso es lo que percibimos como realidad”. Y son esos impulsos interpretados los que nuestra mente traduce a colores, sabores y música, a recuerdos y emociones.
Mezcla de danza e instalación, Dökk continúa el estilo instaurado por fuse*. Gracias a una interfaz de sensores corporales, el performer puede insertarse, fusionándose orgánicamente, en los espacios dinámicos y texturados que el fondo virtual propone. La diferencia con producciones similares radica en que el soporte electrónico de esta pieza provoca un diálogo real entre tecnología y danza física: un dueto en toda regla.
Del cuerpo dinámico al soundscape
Snowfall (2009) y N 4.0 (2011) son otras dos propuestas que experimentan con esta interacción danza-imagen. A través de ellas, fuse* ha elaborado su visionaria simbiosis. Este es su plato fuerte: obras de alta interactividad que sientan un precedente para los trabajos musicales, teatrales u operísticos del futuro. Espectáculos en los que nuestro mundo expresivo natural pedirá a gritos ser expandido y adaptado a modelos transmediáticos. Las virtualidades profundas que pronto habitaremos, si no las estamos habitando ya.
Puesto que su especialidad es la imaginación en formato investigación, su porfolio ofrece explicaciones y gráficos minuciosos. Semejante atención al detalle resalta marcadamente el aspecto I+D de su sello. En sus composiciones abundan el mapping, los algoritmos generativos, la inmersión, la abstracción expresionista. Y, por supuesto, los soundscapes: esos universos de sonido que gran parte de la producción digital contemporánea replica.
Lamentablemente, esta homogeneización ha acabado por convertir un estilo musical inquietante en un género recurrente. Una reiteración innecesaria cuando en ese terreno existen artistas sonoros como Yoshi Matsuda o Hélène Vogelsinger, capaces de proporcionar calidez e incluso narratividad a la glaciación auditiva de siempre. En cualquier caso, lo más importante para un colectivo artístico firmemente establecido es el área en el que elige profundizar creativamente una vez lograda la madurez. Este es el riesgo multicolor que asume fuse*, y por ello asoma como una estrella viva en el negro horizonte del media art. Ojalá este sea el camino definitivo de los italianos, pues al transitarlo podrían hacer trascender su marca desde el arte tecnológico al ámbito de un arte universal.
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