Fotos: Tuomas Uusheimo
Visto desde España, sorprende que la arquitectura moderna sea ya objeto de conservación patrimonial. Pero en Finlandia, las obras de Alvar Aalto se han convertido en el acervo cultural contemporáneo. Por eso, cuando la biblioteca creada por el finlandés en 1965 se quedó pequeña para albergar y fomentar las nuevas actividades en torno al libro, la municipalidad de Seinajöki decidió convocar un concurso, y elegir un proyecto que fuera actual sin traicionar el centro ideado cuarenta años atrás, ya que se iba construir junto a él.
El estudio ganador, JKMM Architects, tenía que operar en un área donde Aalto lo había decidido todo, desde la planificación urbana hasta los pomos de las puertas. Por eso su equipo optó por crear un diálogo entre el edificio nuevo y el antiguo. Un intercambio que, en primer lugar, se estableció mediante contrastes con los materiales externos. Frente a los colores claros del conjunto de los sesenta, la construcción de JKMM opta por un revestimiento de cobre oscurecido que destacará sin duda cuando el paisaje se tiña de blanco durante el largo invierno finlandés.
En el interior, los arquitectos apuntaron algunas referencias a Aalto. Por ejemplo, la sala de lectura hundida en el suelo para que los lectores tengan una perspectiva global de las estanterías llenas de publicaciones. Otro enlace con el pasado es el que se establece físicamente al diseñar un pasillo subterráneo que une la antigua biblioteca con la nueva. Pero a pesar de estas conexiones, JKMM ha concebido un proyecto con identidad propia que se desarrolla en tres partes diferenciadas y unidas a la vez. Trébol, así se llama la nueva sede, responde a las necesidades actuales de una sociedad que accede fácilmente a la información a través de internet, pero que necesita tener momentos de encuentro y de intercambio para fomentar la lectura, sobre todo entre los más pequeños. Por eso debía ser un entorno atractivo. Y para lograrlo el estudio tenía que proporcionar experiencias. Así pues, el programa se divide en una gran terraza de lectura, una zona para eventos cerca de la pared acristalada que incorpora el paisaje al interior del edificio, y en tercer lugar, espacios más íntimos donde predominan colores atractivos a un público más joven. Ahí encontramos nichos de lectura o conversación con formas redondeadas, y también rincones para cuentacuentos revestidos de moqueta verde donde tirarse al suelo o esconderse, y disfrutar de una historia emocionante.
Y como estamos en el norte de Europa, no se ha menospreciado el mantenimiento futuro. Así, se han eliminado todas las instalaciones técnicas de los techos abovedados y de algunas superficies internas de difícil acceso. Gracias a Trébol, Seinajöki figura en el mapa de las ciudades creativas. Pero sin grandilocuencias. Con sensatez y diálogo social, y a años luz de la arquitectura espectáculo.
