Hay una manera de construir exhibicionista que muestra el interior de nuestras casas de forma impúdica, casi lasciva. Esta se olvida de que la función esencial de una vivienda es actuar como un refugio, un lugar donde sentirse seguro. Por eso el último proyecto residencial de Ludwig Godefroy se cierra conscientemente al exterior como un modo de desconexión.
Ludwig Godefroy explora el concepto de madriguera
El arquitecto mexicano Ludwig Godefroy nos tiene acostumbrados a sus propuestas residenciales experimentales, en las que explora con bastante libertad nuevas maneras de habitar a través del brutalismo. En su último proyecto, ubicado en Puerto Escondido (México), ha continuado con la línea de su trabajo en hormigón para concebir cuatro adosados radicales.
El entorno vivencial de la Casa Vo parece generarse excavando el hormigón, como si la estructura se derritiera en una disposición aleatoria, dando lugar a un ambiente ambiguo y experiencial que funciona como una cueva o una madriguera. De esa manera, la vivienda parece adaptarse a unas cavidades prexistentes, reduciendo su construcción al mínimo indispensable. Esta sencillez de medios en el proyecto desdibuja los límites entre dentro y fuera, algo que solo es posible por la benevolencia de las condiciones climáticas tropicales.
Brutalismo en los márgenes espaciales
El espacio híbrido resultante no es ni interior ni exterior. Con ello, se confronta la idea clásica del jardín al situarlo al principio o al final de la parcela, pero siempre externamente a esta. El arquitecto lo ubica en el centro de la composición, con la intención de transmitir que en esas oquedades la vegetación aparece de forma natural, planteando una relación más directa entre hombre y naturaleza.
La estancia continua y abocinada —delimitada por la pendiente de las cubiertas— se divide en dos alturas, y solo se deslinda parcialmente mediante unos tabiques de hormigón que no llegan a colmar la altura, originando pequeños parapetos de intimidad dentro de las viviendas. El armazón puede recordar a esas construcciones bélicas que ofrecen su protección sólida: una protección capaz de desafiar cualquier hecatombe y que se mantiene incólume e imperturbable al paso del tiempo.
Una casa brutalista y monacal
La Casa Vo se puede entender como un bunker —epítome de refugio—. Una sensación que se enfatiza por la ausencia de aberturas en el perímetro. La propuesta se abstrae del paisaje, tratando de mantener el ruido alejado y concebir un área más bien silenciosa, contemplativa y reflexiva. Este distanciamiento con lo de fuera aporta sosiego visual.
Al eliminarse las ventanas, el contexto desaparece, y la atmósfera depende exclusivamente de la masividad sencilla del hormigón: una materialidad que se remarca por la iluminación. La luz que entra de forma cenital a través del enorme tragaluz y de una serie de claraboyas, baña la zona cavernosa indirectamente, resbalando por las paredes, resaltando los detalles y la textura del encofrado.
Para evitar la posible sensación claustrofóbica, la piscina ha sido colocada estratégicamente bajo el óculo que se usa igual que un espejo para reflejar e introducir el cielo en la residencia. Así es como Ludwig Godefroy ha vuelto a reivindicar estas arquitecturas que, más que bunkers, son una especie de celdas monacales, un espacio seguro para conectarnos con todo lo que nos rodea.
En este enlace puedes leer sobre otra casa sorprendente de Ludwig Godefroy.
Ludwig Godefroy es un arquitecto mexicano graduado en la Escuela de Arquitectura de Marne-la-Vallee en París. Fundó su propio estudio de arquitectura en 2011 después de trabajar en estudios de arquitectura como Rem Koolhaas/Oma, Miralles y Tatiana Bilbao.
