Alejandro de la Sota –Pontevedra 1913, Madrid 1996– dejó escrito que “un museo es un gran almacén de cosas buenísimas que se permite sea visitado”. Según decía, nada ha sido creado para almacenarse y la existencia del museo-almacén es un hecho antinatural, por lo que hay que envolverlo con usos más permanentes y dependencias más alegres.
Si las pandemias y sus protocolos no provocan un nuevo revés a nuestra recién estrenada normalidad, Madrid volverá a ser el museo-ciudad, ese que cada año nos permite reencontrarnos con el interior de muchos de esos magníficos edificios que en el día a día solo unos pocos pueden disfrutar.
Tras haber hecho lo propio con Saenz de Oiza y Fisac en las ediciones de 2017 y 2019 respectivamente, en este extraño 2020, Open House Madrid vuelve en septiembre homenajeando al maestro gallego, una de las patas fundamentales de la conocida como Escuela de Madrid.
Dos imágenes y una ausencia
Cuando uno piensa en De la Sota, dos construcciones y una ausencia aparecen rápidamente en el imaginario. Una, el Gobierno Civil de Tarragona –su primera obra maestra, cuyo concurso ganó en 1957–, que conecta en pleno franquismo con cierta arquitectura alemana en torno a la Bauhaus o el racionalismo mediterráneo cercano a Terragni. Y otra, el extraordinario Gimnasio del colegio Maravillas, de 1962. Ambas continúan en pie a día de hoy como dos de los referentes más importantes de la modernidad española. La ausencia es la de la Casa Guzmán, finalizada en 1972 y derribada en los albores de 2017 tras una larga batalla por su conservación que ganó el derecho a decidir de su propietario. El caso se convirtió en símbolo de la desprotección a la que se ve expuesta la arquitectura moderna en nuestro país.
No es esta la única de sus obras que no ha llegado hasta nuestros días. La Fundación Alejandro de la Sota vela por la memoria de estas ausencias, así como por la de toda la producción de una carrera de enorme relevancia, tanto por su gran calidad como por la fuerte influencia que ejerció con el tiempo. Si bien una parte nunca llegó a abandonar el papel, su obra permite leer la historia de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX, como queda patente en “las tres vidas de Sota” –premoderna, moderna y transmoderna– con las que Fernández-Galiano estructura su trayectoria.
De la Sota y mucho más
Precisamente la sede de la Fundación es uno de los espacios visitables durante Open House Madrid 2020. También, el “brillante ejercicio espacialista derivado del lenguaje constructivo” –en palabras de Antón Capitel– que genera la sección del ya mencionado Gimnasio Maravillas para salvar la difícil topografía de la calle Joaquín Costa.
Junto a estos, varios clásicos de este evento –la Fundación Fernando Higueras, el Hipódromo de la Zarzuela o la Fundación Giner de los Ríos–, una serie de itinerarios exteriores y las visitas a algunos estudios afincados en Madrid conforman un catálogo de actividades que se completa con eventos transversales: mesas redondas, exposiciones, una entrega de premios y un congreso.
Todo ello, como subraya Paloma Gómez Marín –fundadora y directora de Open House Madrid 2020–, con el principal objetivo de “permitir a los ciudadanos vivir la arquitectura y la ciudad de manera única, ayudar a entender el valor de cada espacio y experimentar la singularidad de edificios habitualmente inaccesibles al público”.
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