Antes de los templos de piedra, antes de los santuarios erigidos en las alturas, la cueva fue el primer refugio y el primer altar. Lugar donde el humano encontró sombra y protección, pero también ecos que susurraban historias del pasado y formas que moldeaban su imaginación. Sanjay Puri Architects ha llevado esta intuición primigenia a la ciudad de Rajasthan, donde el Museo Aatma Manthan se despliega en habitaciones cavernosas.
Una arquitectura orgánica para la introspección
Sanjay Puri Architects no se ha contentado con proyectar simplemente un marco expositivo en el Museo Aatma Manthan. Construido como una sucesión de volúmenes orgánicos, el edificio se aleja de la rigidez de los muros ortogonales para adoptar un lenguaje esculpido, como si el viento y el tiempo hubieran modelado sus curvas. En sus 1672 m2 de dimensión, cada sala interior se presupone un umbral de exploración pausada, un templo laico en el que las sombras y la luz establecen una percepción donde las paredes parecen moverse y la inmersión se vuelve inevitable.

Las estancias se han concebido como cuerpos que envuelven al entrar, por eso el visitante puede sumergirse en una atmósfera pensada para la introspección. Además, no hay líneas rectas que impongan un orden artificial, de ahí que el paisaje conforme un flujo natural en el recorrido. El estudio indio ha ensamblado un escenario que termina funcionando como una escultura habitable, como ya hemos encontrado en otros de sus propuestas icónicas: la Rajasthan School o la residencia Crescent en Surat.


El museo inmersivo hecho de hormigón
El recorrido de Aatma Manhtan plantea una especie de viaje iniciático. El material predominante es el hormigón, modelado con precisión para imitar las texturas de la roca natural. Su superficie —en ocasiones pulida y en otras rugosa— juega con la iluminación y las proyecciones audiovisuales con el fin de reforzar la sensación de transitar un paisaje geológico. Y ya desde el nombre del museo, que en sánscrito significa «reflexión del alma», se justifica un diseño que acentúa el misticismo. Este desafío sinuoso frente a la rigidez geométrica hace que la labor de Sanjay Puri Architects origine un espacio que parece haber crecido en la tierra, pero también uno que transforma la concepción tradicional de lugar de exhibición.


Es por eso que la visión del “cubo blanco” se desprende en el Aatma Manthan, elevando su condición de receptáculo del arte con la intención de tornarse una obra en sí misma. Sin distracciones ni exceso de elementos, la línea entre edificación e instalación se diluye en una secuencia de habitaciones que solo buscan hacernos perder la noción del tiempo, redescubrir la belleza del vacío y hallar emoción en la penumbra. Y en ese intimismo, la definición convencional de museo se resquebraja para enunciarse como algo más: una cueva o un santuario, pero sobre todo, un poema completamente arquitectónico.


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