A las afueras de Rothenburg, donde las calles empedradas parecen suspender el tiempo, AEG cultiva su idea de futuro. La fábrica del Grupo Electrolux revela cómo se gesta una cocina inteligente, donde los hornos y las placas de inducción abandonan su papel de herramienta para convertirse en aliados de alta gastronomía.

AEG: más de un siglo diseñando lo que vendrá

En 1887, en pleno auge industrial, AEG comenzó a fabricar algo más que aparatos eléctricos: también fundó los principios del diseño moderno. Fue la primera marca en entender que la funcionalidad debía atender a la forma, y que la estética también era una cuestión de ética. Lo hizo de la mano de Peter Behrens, arquitecto y diseñador que definió su carácter visual cuando todavía nadie hablaba de identidad corporativa.

Esa unión temprana entre industria, diseño y pensamiento es lo que sigue siendo el núcleo de la filosofía de la firma. De hecho, AEG nunca ha sido una marca de soluciones fáciles. Desde sus orígenes en Berlín hasta su papel actual como sello premium del Grupo Electrolux, ha defendido una ingeniería que, además de resolver problemas cotidianos, reestructura la manera en la que habitamos por medio de la tecnología.

Después de nuestra visita a la sede de AEG en Rothenburg, descubrimos que tras sus electrodomésticos existe mucho más que simples procesos automatizados. Con 88 000 m² dedicados al desarrollo y producción, esta planta reúne a casi mil empleados de 38 nacionalidades distintas. En ella se fabrican más de 1,3 millones de productos cada año, entre ellos, los hornos multifunción y las placas de inducción que definen la nueva cocina doméstica del siglo XXI. Pero lo que impresiona no es solo su capacidad, sino su coherencia con los valores actuales: consumo energético responsable, recuperación del calor industrial, reciclaje sistemático y transporte eléctrico en colaboración con Einride hacen de este complejo una referencia europea en sostenibilidad.

Los hornos y placas de inducción inteligentes de AEG

La estrella de la nueva línea de AEG son sus hornos con IA integrada. Gracias a la modalidad TasteAssist, el horno puede adaptar los parámetros de cocción —como vapor, temperatura o duración— según el tipo de receta, incluso si esta ha sido tomada directamente de internet. Un algoritmo en la cocina con el tacto de un chef que entiende todos los matices. Asimismo, la interfaz CookSmart Touch —premiada por su ergonomía— transforma la interacción en una acción natural y sencilla: basta deslizar un dedo para acceder a recetas, personalizar programas o guardar favoritos. Y a esto se suman herramientas técnicas como la sonda térmica integrada o la función AirFry, que permite cocinar crujiente con apenas una gota de aceite.

Otra de sus novedades son las placas de inducción, donde la flexibilidad es su gran signo distintivo. Por ejemplo, la gama FlexiBridge XT® fusiona zonas de cocción para adaptarse a cualquier tipo de utensilio, desde una cafetera a una plancha de hierro fundido. Y con sensores como SenseBoil o SenseFry, el usuario no necesita supervisar constantemente: la placa ajusta la potencia para evitar ebulliciones o frituras excesivas. En esta vertiente, destaca el acabado SaphirMatt®, un vidrio negro mate con alta resistencia al rayado y a las marcas de uso. Diseño y durabilidad con una elegancia impecable.

Alta cocina sin salir de casa

AEG ha entendido que la aspiración contemporánea no se trata simplemente de comer bien: consiste en cocinar con herramientas que estén a la altura. Por eso, sus electrodomésticos se han vuelto intérpretes de una experiencia sensorial en la que acompañan, ayudan, sugieren y también corrigen como un cocinero profesional. La transformación hacia las nuevas posibilidades culinarias empieza en la encimera, y es que un horno o una placa de inducción pueden parecer objetos cotidianos, pero en realidad son motores de cambio hacia la revolución tecnológica. Y AEG lo deja claro: el futuro del diseño empieza en la cocina.