Un local alargado suele ser ese proyecto que la mayoría de arquitectos intenta evitar, por lo complicado que resulta llegar a soluciones emocionantes. Se ha de bocetar un espacio que sea atractivo y cómodo y que, a la vez, impacte. Y todo ello en apenas unos metros de ancho. Sin duda, un reto nada fácil de resolver.
Un ejemplo perfecto de este tipo de propuestas es el bar Biggy, en pleno corazón urbano de Breslavia (Polonia). Un Interiorismo retro urbano lleno de geometrías, colores primarios y destellos pop art que, en un primer vistazo, nos transportan a la vida callejera estadounidense de los 60. Buck Studio ha sido el equipo encargado de esta puesta en escena. Su veteranía en fusionar arquitectura y branding no es ningún secreto. El sello de la casa engloba la creación de naming, interiorismo, logotipo, identidad visual, uniformes del personal… No hay nada que escape a su diseño
Los azulejos de formato clásico y las mallas metálicas que separan las diferentes áreas son a la vez el hilo conductor que las conecta conceptualmente. Además de crear un efecto caleidoscópico de formas y colores gracias a su volumen alargado, el bar tiene una “atmósfera informal y libre” —tal y como ellos mismos la definen— protagonizada por la distribución con bancos corridos en mesas para dos. A este interiorismo retro de Buck Studio hay que añadir barras de cara a la pared, letreros de neón con estética grafitera, sutiles líneas art déco, texturas cerámicas y un tratamiento saturado del cromatismo que nos recuerda al estudio español Masquespacio.
Para cerrar la oferta de creatividad 360º, Buck ha desarrollado también el modelo de negocio, en el que la filosofía de marca de Biggy se refleja en su carta: ingredientes sencillos y de economía básica, pero tratados de un modo artesanal. Al igual que el interiorismo. El resultado de este mix de materiales, conceptos de marketing y recursos espaciales es una experiencia placentera de desconexión del exterior para una reconexión con algo tan elemental como un plato de comida rápida, pero saludable. Y todo ello en apenas 20 minutos. La gran exigencia de la vida contemporánea. Al menos como la conocíamos hasta ahora.