Villa La Grintosa mira al Mediterráneo con satisfacción. Se sitúa frente al mar, de espaldas al ruido, en uno de esos enclaves privilegiados que aún quedan en las costas de Cerdeña. Stefanía Stera (Stera Architectures) ha imaginado un complejo para vivir el brutalismo entre las rocas. Un lugar para poder caminar, en un suave gradiente, desde la fuerza salvaje de los rompeolas hasta la calidez de un espacio confortable.
Del búnker de Cini Boeri al balcón de Stera Architectures
Stefania Stera tenía 10 años cuando Cini Boeri construyó su Casa Búnker en la Maddalena, apenas unos kilómetros más al norte del emplazamiento elegido por los dueños de La Grintosa. Por aquel entonces, el turismo se veía como un futuro prometedor más que como una realidad agotadora; y, posiblemente, la disponibilidad de espacio hizo que Boeri no tuviera que enfrentarse a la dificultad de encajar un planteamiento tan ambicioso en un terreno tan complicado. La ventaja del que llega primero es la de poder elegir.
Las dos arquitectas italianas coinciden en lo importante. Buscan zonas comunes que vinculen unidades autónomas, pero le regalan, a cada una de ellas, una vía de escape independiente hacia el paisaje. Ahora bien, la imagen de la propuesta de Stera Architectures se aleja de la del mítico búnker, acercándose más a un trabajo de un Tadao Ando de vacaciones por el mediterráneo: un brutalismo másdesenfadado y disfrutón.
Brutalismo mediterráneo
La Grintosa ofrece un laberinto de relaciones espaciales interiores, exteriores, paisajísticas y arquitectónicas. El equipo de Stera ha resuelto un problema muy complejo con una obra singular, que nos hace tener presente en todo momento qué tipo de proyecto nos traemos entre manos. La maraña de niveles y recorridos parece responder a la complejidad de la parcela, y la macedonia de volúmenes —algo más difícil de entender— a la necesidad de generar una pieza única e irrepetible: una edificación a la altura de uno de los últimos terrenos disponibles a las orillas del Tirreno.
Es difícil valorar si una construcción de este tipo desentona en el paraje de la costa. Quizá solo podamos comprobarlo el día que se ocupe el último enclave irrepetible y que, para poder repetir este proceso, estemos obligados a mejorar cualquiera de los ya existentes. Hasta entonces, tendremos cierto placer culpable por disfrutar de caprichos como este encargo, y los excesos siempre son más leves a la orilla del mar.
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El proyecto se emplaza al norte de la isla de Cerdeña.
Los arquitectos basan parte del proyecto en la Casa Bunker que Cini Boeri construyó en la zona en 1956.