Una última curva para Frank Gehry

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El 5 de diciembre del 2025 estará ya siempre marcado en todos los calendarios de la historia de la arquitectura. Nos ha dejado una mente fuera de lo común, un auténtico padre de la profesión, el creador del mejor edificio del siglo XX. Ha fallecido un maestro, un arquitecto, un escultor: este es nuestro último adiós a Frank Gehry.

Del joven Goldberg al escultor de ciudades

Frank Owen Goldberg nació en Toronto en 1929, en el seno de una familia de emigrantes judíos procedentes de la ciudad polaca Łódź. En 1947 decidieron trasladarse a Los Ángeles en busca de un futuro prometedor para su hijo, al albor de una ciudad de las estrellas que cada vez más demandaba arquitectura pionera y, en ocasiones, futurista. Un lugar donde se estaba fraguando una atmósfera artística única y en la cual inició sus estudios de arquitectura dentro de la Southern California University.

Frank Gehry. 1972. Foto: Ralph Morse
Frank Gehry. 1972. Foto: Ralph Morse
Torre Luma Arlés. Frank Gehry
Torre Luma Arlés. Frank Gehry

En la historia de la profesión, hay por derecho un capítulo propio y consagrado para las House Case Studies de los Ángeles: esa serie de casas de auténtica vanguardia surgidas tras la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Erigidas por lo general para personas vinculadas a la industria cinematográfica, fueron modelos del nuevo habitar y pronto se expandieron por todo el territorio americano y por la vieja Europa. La horizontal Stahl House de Pierre Koenig, las diversas viviendas con ligera estructura metálica de Richard Neutra en California, el trabajo sobre la modularidad y el diseño industrial del matrimonio formado por Charles y Ray Eames y, por supuesto, John Lautner y su casa octogonal suspendida en el aire, la Milan House, fueron las semillas intelectuales y fuente de creación para un joven Gehry que, poco a poco, cumplía su sueño de integrar bajo lo misma disciplina la arquitectura y la escultura.

Casa Gehry. Santa Mónica
Casa Gehry. Santa Mónica

Frank Gehry empezó a ser un arquitecto reconocido ya cumplidos los cincuenta años, en torno al 1979. Ese punto de inflexión comenzó con el extraño añadido para su residencia en Santa Mónica: una construcción fracturada y quebrada, hecha con elementos metálicos que se integró a un armazón tradicional de ladrillo. Su casa le lanzó a un incipiente estrellato y fue publicada en las revistas internacionales. Es así como Gehry dejó atrás una etapa de sensibilidad pop, donde realizó unos extraños edificios como el Binocular Building, una sede corporativa donde la entrada se consagra a unos binóculos gigantes realizados por el escultor Oldenburg, planteando una fusión entre dos disciplinas que solo solían convivir.

La arquitectura hecha movimiento

Walt Disney Concert Hall. Foto: Mike Kelley
Walt Disney Concert Hall. Foto: Mike Kelley
Walt Disney Concert Hall. Foto: Mike Kelley
Walt Disney Concert Hall. Foto: Mike Kelley

Philip Johnson —padre de la arquitectura moderna americana que introdujo el posmodernismo en el país— consideró que era hora de un nuevo capítulo para la disciplina, y apuntó como los nuevos enfant terribles a Frank Gehry y a Peter Eisenman. Ambos estaban realizando algo nunca visto: era el nacimiento de la Deconstrucción, con una base filosófica en el francés Jacques Derrida. En este nuevo registro, la arquitectura mediante una explosión formal se convierte también en escultura.

Peix. Port Olímpic. Barcelona. Frank Gehry
Peix. Port Olímpic. Barcelona. Frank Gehry

Durante los años ochenta, Gehry por fin accedió a un gran encargo tras ganar el concurso para el Disney Concert Hall en su ciudad, Los Ángeles. Un derroche formal de siluetas imposibles para el cual usó su nueva forma de proyectar: de la madeja de croquis o un ejército de maquetas. Pero no supo construirlo y la obra quedó parada hasta nuevo aviso. Frank Gehry tenía un claro propósito en mente: capturar el movimiento en sus edificios. Al igual que Bernini fue capaz de expresar el carácter mórbido de unos dedos clavados en la piel en un elemento tan rígido como el mármol en su Rapto de Proserpina, Gehry quería mostrar el pliegue y la plasticidad en algo tan robusto como un edificio.

Peix. Port Olímpic. Barcelona. Frank Gehry
Fondation Louis Vuitton. París
Fondation Louis Vuitton. París

Fue una propuesta en España la primera que Gehry sí fue capaz de traducir a la realidad. Con unas geometrías inverosímiles, en la Barcelona Olímpica concibió un gran pez de una malla metálica coloreada bajo los pies de las torres Port Olímpic. Ese sería el primer momento en que usaría un programa informático para superficies de doble curvatura, empleado en la aviación: Catia. Su admiración por Antoni Gaudí, Josep María Jujol y por la organicidad del modernismo catalán comenzó a manifestarse en sus creaciones y su mundo imaginado empezó a ser ya asequible.

El Titán de la ría y la consagración global

Museo Guggenheim. Bilbao. Frank Gehry

No tuvo que cambiar de país para poder seguir desarrollando su visión tras ganar en 1991 el concurso para el nuevo Guggenheim en Bilbao, donde indicó incluso cuál debía ser el emplazamiento idóneo. Gehry y un gran séquito de ingenieros vascos fueron capaces de levantar el que posiblemente sea el mejor edificio construido en el siglo XX en todo el planeta. El Titán de la arquitectura estaba ante su consagración universal y como en cualquier operación de alta brillantez, ese barco varado de titanio del que germina una flor de vidrio en la ría bilbaína quedó para siempre en pie, conteniendo una belleza insoportable y unas curvas de delicada factura. Por supuesto que fue Gehry quien puso a Bilbao en el tablero internacional. Y un solo edificio fue capaz de cambiar no solo una ciudad, sino a una sociedad decidida a vivir en paz. Fueron muchas las urbes de pasado industrial que quisieron repetir esa misma jugada maestra: ninguna lo consiguió.

Museo Guggenheim. Bilbao. Frank Gehry
Museo Guggenheim. Bilbao. Frank Gehry
Bodegas Marqués de Riscal. Frank Gehry
Bodegas Marqués de Riscal. Frank Gehry

La historia que vino después ya es sobradamente conocida. Supo terminar el Disney Concert Hall tras la experiencia española, pero sin titanio, en un liso aluminio. Supo hacer torres que parecían esculpidas por el viento en Nueva York. Supo hacer velas de vidrio que infunden movimiento a la Fondation Louis Vuitton en París. Supo volver a su querido País Vasco y realizar un hotel en las bodegas Marqués de Riscal, con unas olas metálicas que incorpora no solo la curva y la contracurva, sino el color rosáceo del vino. Supo hacer una torre de Babel con bloques quebrados rectangulares y en aluminio texturado para la Fondation Luma en Arles.

Bodegas Marqués de Riscal. Frank Gehry
Frank Gehry

Todo ese saber no ha muerto. Está cristalizado y ofrecido a la sociedad para quien quiera seguir llevando las riendas del futuro. España le debe mucho a Frank Gehry, y nuestra profesión también, por eso este humilde arquitecto que escribe solo puede dar infinitas gracias al maestro.

En este enlace puedes leer más artículos sobre proyectos de Frank Gehry.

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