Candela Cort presentó junto a LZF Lamps la exposición Tocados y Luminados, dentro del marco del Madrid Design Festival. Celebrada en el showroom de MINIM en Madrid, en ella la iluminación se transformó en una extensión de las piezas escultóricas de la artesana, convirtiéndose en nubes de gasa y tubos lumínicos.
La abstracción textil de Candela Cort para LZF Lamp
¿Qué relación hay entre la luz y los sombreros? En ese equilibrio entre función y estética, los tocados protegen del sol y, a la vez, juegan proyectando sombras únicas. Creadoras como Candela Cort han empezado a explorar esta conexión, integrando la iluminación en sus piezas y transformando estos accesorios en luminarias escultóricas que redefinen el espacio. Algo que hemos podido comprobar en la exposición Tocados y Luminados de la artista madrileña en el showroom de MINIM, donde hemos visto la colaboración de Candela con la firma LZF Lamps.

El primer encuentro entre la marca y Cort tuvo lugar hace varios años y dio como resultado los apliques Candela, un ejercicio de abstracción lírica en el que las curvas de madera laminada —tan propia de la compañía valenciana— dibujan en el aire unos trazos serpenteantes, que sobrevuelan la luz y que recuerdan al espíritu festivo de la obra de Kandinsky. El paso siguiente fue ir un poco más allá. Candela tomó las riendas de su propio universo estético para llevarlo de lleno al territorio de LZF Lamps. ¿Cómo? Básicamente utilizando tejidos, en contraste con la tradición de madera que caracteriza a la empresa.


Cloud: una nube tubular en MINIM
De aquí ha nacido Cloud. Esta serie de lámparas demuestra que, aunque Candela haya cambiado de formato, dimensión, componentes y proceso, su esencia se mantiene. Las telas etéreas — entre la gasa y la malla— parecen enroscarse y levitar alrededor de tubos lumínicos. Un gesto simple pero no simplista: la disposición de las curvas y giros denota un gran sentido de la composición, logrando un efecto de movimiento estático tremendamente evocador.


Los textiles de Cort tocan la luz para distinguirla, del mismo modo que lo hace con las cabezas y cuellos de sus clientas: apenas un detalle que realza lo que ya está ahí. Un pequeño toque entre lo visible y lo invisible que lo transforma todo. Así, en esta colección casi podemos ver cómo las tramas danzan, configurando nubes sobre tubos de led brillante que simulan flotar en el aire. Lejos del campo semántico del fluorescente —frío, insulso, monótono, impersonal, triste—, lo que tenemos delante es un diseño cálido, alegre y juguetón; como si las texturas, los pliegues y las transparencias quisieran bailar, seducir y rozar esa barra luminosa. Hay cierta sensualidad en estas coreografías. Solo tenemos que tomarnos el tiempo de pararnos a verlas.


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