El trabajo de Wallmakers, el estudio creado en 2007 por Vinu Daniel, es un compromiso radical con la causa de la sostenibilidad y la edificación de bajo costo. Es también una afirmación de cómo esa determinación puede aportar no sólo un nuevo espíritu y arquitectura ética, sino también una nueva belleza al mundo.
Es posible construir con componentes más sostenibles y duraderos que el hormigón y los productos que la industrialización y la modernidad impusieron. Y eso nos plantean desde el estudio a la hora de construir The Pirouette House. Su propósito es demostrar cómo es posible producir arquitecturas funcionales y atractivas a través de obras en las que el barro y los residuos son los componentes principales.
Desde estos principios, The Pirouette House —residencia unifamiliar en la localidad de Trivandrum— apela al encuentro con el legado del arquitecto anglo-indio Laurie Baker (1917-2007). Este abogaba por el uso e investigación de los materiales, el conocimiento de las técnicas locales y el aprovechamiento de los desechos que Wallmakers ha convertido en «ese demonio con el que hemos aprendido a construir» y con el que maximizar el potencial de los recursos disponibles y minimizar el impacto sobre el medioambiente.
Otras de las indicaciones señaladas por Baker en un folio manuscrito era trabajar desde la honestidad y la sinceridad, evitar la opulencia y los alardes y lograr con ello un edificio que fuese único, perfectamente adecuado a las necesidades de sus habitantes. Cualidades que demuestra también The Pirouette House.
Con una superficie de 196 m2, The Pirouette House se encuentra en el centro de una zona urbana y populosa de Trivandrum. La parcela donde fue erigida estaba completamente rodeada de otros edificios, por lo que se planteó la parte doméstica “hacia adentro”, para que sus dependencias convergieran en un patio interior central.
El proyecto debe su nombre al movimiento creado por sus muros inclinados y escalonados, que parecen estar danzando en plena pirueta y que han sido realizados con ladrillos cocidos, en un homenaje a Baker y en un intento de revitalizar esta industria local que, actualmente, está en riesgo de desaparecer. Cada una de las paredes ha sido diseñada de manera individual, a fin de lograr la creación de volúmenes con mayor espacio en los que fuese posible disfrutar de una sensación de intimidad.
El tipo de mampostería escogido, conocido como Rat trap bond, es el rasgo que, unido a ese uso protagónico del ladrillo, singulariza esta vivienda. Se trata de un sistema consistente en colocar los ladrillos en posición vertical en lugar de horizontal. Esto tiene la ventaja de crear una cavidad en el muro que optimiza la eficiencia térmica, reduce la cantidad de bloques a utilizar y ayuda a ocultar elementos estructurales y conductos de servicio. Además, en este caso concreto, se pone al servicio de un extraordinario efecto estético.
La inteligente reutilización de los tubos y tablas de madera de los andamios empleados durante la obra suma un nuevo factor de belleza singular. En lugar de ser convertidos en basura, los primeros fueron transformados en componentes de la escalera central y el armazón de hierro; y las segundas, en parte del revestimiento del suelo de las zonas comunes de la residencia.
Otro material local, la caña — en combinación con ese esqueleto férreo— ha servido para crear atractivas piezas de mobiliario y sutiles mamparas que contribuyen a la creación de áreas de privacidad en el interior.
Visita al web de Wallmakers