The American Job. El road trip de Job Smeets por EEUU que se convirtió en exposición

Job Smeets se lanza en busca de la cultura pop de EEUU

Corría la década de los 50 cuando Jack Kerouac inmortalizó con una prosa espontánea los road trips. Fue así como On the road se acabaría convirtiendo en el emblema de la Beat Generation y en la fantasía de todo aquel que buscase la libertad bohemia como estilo de vida. Con un aire heredero de la literatura de viajes, John Steinbeck también decidió emprender su propia marcha para conocer el contexto de su nación; de esa manera lo confiesa en su libro Travels with Charley (1962): “Sabía de los cambios solo por los periódicos, pero aparte de eso, llevaba 25 años sin sentir mi país”.

Movidos por un motivo u otro, la idealización de la ruta 66 ha impregnado el imaginario colectivo desde entonces, culminando en un capricho liminal donde las personas habitan los páramos como outsiders del sistema, como huéspedes de una tierra de nadie.

Esta odisea del “aquí y ahora” se posiciona en contra de una sociedad que se rige por la productividad continua. Y, como era de esperar, todavía hay valientes que llenan su depósito y se lanzan al asfalto para encontrarse tanto a sí mismos como al territorio norteamericano. La meta muchas veces es ninguna, pero otras, es explorar más allá de lo que Hollywood invita a ver, aproximarse a la verdadera realidad de un continente que se vendió como un sueño y ser testigos del declive de aquello que lo llevó a la cima.

Como otros curiosos, en 2019 el diseñador Job Smeets puso en marcha el motor de un Cadillac Eldorado de 1977 y, acompañado de su esposa, se adentró sin planificación alguna por una travesía de 15 000 millas. Tennessee, Texas, Oklahoma, Nuevo México y California fueron algunos de los escenarios que quedaron grabados en su retina, pero mucho más las vivencias acontecidas en cada uno de ellos. Un acto que ha culminado después de tres años en The American Job o, como él mismo expresa, “América a través de mis ojos”.

The American Job en Nueva York

Sabemos que la opinión autóctona de un lugar a veces está impregnada por un tinte subjetivo, ¿pero qué impresión se genera en la mirada de un foráneo? ¿Puede el distanciamiento cultural sernos de utilidad a la hora de retratar un país ajeno? Desde el principio, aquellos kilómetros recorridos por Smeets no tenían la intención de quedarse en un cuaderno de notas, ya que lo que mejor sabe hacer el creador belga es transformar en iconografía los conceptos. Podríamos decir que usa el cliché como una herramienta de disidencia: la impregna de maximalismo y la reinventa como objeto de contemplación. En su porfolio existe un universo que es llamado a la opulencia decorativa, heredera de la pintura barroca holandesa y de sus tópicos más contundentes. ¿El tempus fugit? Con Studio Job tiene cabida también en el diseño.

The American Job sigue los pasos de la crudeza retórica de Smeets con estética kitsch, aunque el deseo en este caso se basa en desdibujar la frontera del All-American y enseñar lo que se esconde tras de sí. Lo vemos en Las Vegas, cuando el popular American Eagle Jumpsuit se torna una figura-lámpara invitándonos a mirar dentro para hallar al fantasma glorioso que alguna vez lo habitó, ahora ausente y vivo en las pelucas de los Presley. En una línea similar, Lady Liberty parece luchar contra una tormenta que la sacude. Una imagen que desmitifica su poder como el faro inalterable que abre caminos —en este caso cajones, como la Venus de Milo de Dalí— con su antorcha encendida. Incluso el auto ElDorado utilizado en la travesía le ha servido de inspiración para recrear una réplica a escala 1:5 y suspenderla del techo de la galería, poniendo especial énfasis en la suciedad de la grava acumulada sobre el parabrisas.

Estos gabinetes, mesas y luminarias dejan a un lado la funcionalidad para prestar su servicio al detalle propio de las artes decorativas, pintados a mano con colores vibrantes y realizados en bronce con las técnicas artesanales que caracterizan al estudio. Smeets ha infundido a las piezas esculturales y dibujos que conforman la exhibición de un “sentimiento de perder una cultura que dominaba el mundo”. De ese modo emergen manos que sostienen un balón de baloncesto (The Spalding) o un gorro de vaquero (Oklahoma): una fusión de tiempos y costumbres proyectada fuera de EEUU como carta de presentación. Los restos de aquel sueño americano reducidos a la exuberancia de los reflejos dorados y a la sátira de su fracaso. The American Job es un ejercicio de art design con matices críticos. ¿Qué fue de aquella América inmortalizada por Kerouac o Steinbeck? “Viejos íconos, interminables carreteras, desgaste y polvo”, dice Job Smeets. A lo que hay que añadir pátina, mucha pátina y brillo.

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