TBA21. Arte contemporáneo más allá de la vanguardia

Entrevista a Francesca Thyssen-Bornemisza

Mecenas y comisaria, Francesca Thyssen es la creadora de una de las colecciones de arte contemporáneo más arriesgadas. En 2002 abrió la Thyssen-Bornemisza Art Contemporary (TBA21) en la ciudad de Viena: un espacio de investigación artística, donde exhibe y promociona a creadores en estado de búsqueda. Más allá de su propio apellido, Francesca se ha convertido en una referencia para entender los nuevos rumbos del arte actual.

Entrevista: David Luna/María Reyes – Intérprete: Javier Sánchez Herreros

Para Philip Bloom el coleccionista es básicamente un antropólogo social. Alguien que disfruta del placer de la conquista. O alguien que se rige por un deseo que tiene que ver con el desorden, con el recuerdo e incluso con la conciencia de la muerte. Así lo plantea en su brillante libro El coleccionista apasionado. En el mundo del arte, esta labor tiene que ver, además, con una voluntad de preservar. De preservar la belleza, la creatividad o el orden estético del mundo. Francesca Thyssen es a día de hoy una de las mayores coleccionistas de arte contemporáneo. Una mujer que ha crecido entre las obras de los grandes genios y que ha sabido aprender de su padre lo que Walter Benjamin llamaba el amor por el objeto poseído. Ella es hija del barón Thyssen, cuya colección se encuentra en el museo madrileño que lleva su nombre.

Tomando el relevo familiar, en el año 2002 Francesca puso en marcha la fundación Thyssen-Bornemisza Art Contemporary (TBA21); un proyecto de gran envergadura que traspasa los límites de la colección privada y centra su actividad en la producción y exhibición de arte actual. Filantropía, mecenazgo, comisariado y coleccionismo (términos aparentemente tradicionales) adquieren una dimensión diferente cuando las temáticas abordadas conectan con causas reales: “hemos trabajado -nos dice Francesca- con algunos de los artistas más importantes y desafiantes que hay en la actualidad para desarrollar un nuevo lenguaje influenciado frecuentemente por temas sociales, medio ambiente, ciencia y sonido”. Su reinvención del coleccionismo pasa por intervenir de manera directa en la sociedad, utilizando el arte como herramienta. Sacar el objeto artístico al mundo ordinario y depositarlo allí donde están sucediendo las cosas, es una elección activista; y hoy, cuando arte y mercado no esconden ir de la mano, es también una elección revolucionaria.

ROOM Diseño.- Usted pertenece a una saga familiar vinculada al mundo del arte. Con esta perspectiva, ¿cuál es la función que debe cumplir hoy día un coleccionista, en su caso, privado?
Francesca Thyssen.- Una de las grandes ventajas de ser coleccionista privado es que en realidad no tienes que seguir ninguna regla. El mundo del arte está constantemente redefiniéndose a sí mismo de muchas formas diferentes, y mientras algunos modelan sus exposiciones bajo los estándares museológicos tradicionales, otros usan su individualidad para definir su conjunto de prioridades únicas. Nuestros compromisos tienen el potencial de generar nuevas obras que no habría sido posible producir desde el punto de vista del mercado.

R. D.- ¿Considera, en este sentido, que ha recogido el testigo familiar? ¿Se siente representante del espíritu de los Thyssen?
F.T.- Mi padre me enseñó que a través del arte uno puede iniciar un nuevo lenguaje de apertura. En los años 80, por ejemplo, él hizo varios intercambios de exposiciones con la Unión Soviética. Yo solía viajar muchísimo con él. Ahora me parece impresionante todo aquel periodo, el de la Guerra Fría, cuando era dificilísima cualquier relación con estos países. Atraído por la exploración de obras en un contexto tan cerrado y difícil, hizo exposiciones en Moscú, San Petersburgo, Kiev o Tallin (Estonia). ¿Sabes? Este tipo de mente extraordinariamente abierta y libre capaz de traer nuevas ideas, proyectos, programas. Aquello fue trascendental para los cambios que se estaban gestando y a mí me dio el coraje para desenvolverme con libertad por mí misma. Esa actitud de valentía conforma en gran medida mi práctica, aunque con una gran diferencia. Mi padre empezó con pinturas y siguió con pinturas y más pinturas. Y yo, en cambio, me interesé por esculturas, instalaciones…

Política. Arte. Ciencia

Es frecuente que las propuestas impulsadas por la TBA21 posean un componente político-social relevante. Desde Viena apoyan proyectos en regiones en conflicto como Afganistán, Ramala, el Tíbet, las islas Salomón o la Isla del Coco en Costa Rica. Hablamos con Francesca sobre la reciente destrucción de yacimientos arqueológicos en Siria llevada a cabo por ISIS. Sin olvidar ciencia y medioambiente, dos componentes que suponen el otro gran soporte conceptual de su fundación, a menudo entretejidos con aspectos sociológicos, antropológicos y etnográficos.

R. D.- Desde su posición de mecenazgo político y social, ¿cómo se enfrenta a la destrucción brutal que ISIS está realizando en Siria?
F.T.- Este devastador genocidio cultural está dirigido a encender la opinión pública. Es una barbarie, y hacer eso en nombre de dios va más allá de la comprensión. Deploro tales acciones, al mismo tiempo que mi corazón está con el pueblo nepalés y tibetano, que también han sufrido recientes pérdidas humanas y devastación cultural. Estas pérdidas me animan a hacer esfuerzos incluso mayores para apoyar la creación de un arte significativo.

R. D.- La relación entre medioambiente y mundo artístico es otra de sus preocupaciones. ¿Esta simbiosis marcará los rumbos del arte en el siglo XXI?
F.T.- A través de su Academy, TBA21 se está centrando en potenciar la polinización cruzada entre arte y ciencia para crear un nuevo orden: una disciplina que sea capaz de proponer una nueva manera de evocar el medio ambiente y revolucionar el pensamiento ecológico frente al destructivo planteamiento que domina actualmente la economía. En uno de mis últimos viajes estuve con el artista brasileño Ernesto Neto visitando a los Huni Kuin, un pueblo indígena de Brasil y Perú. Los representantes de los 37 pueblos Huni Kuin aceptaron la invitación de Ernesto para participar de forma colaborativa en un proyecto expositivo en TBA21.

R. D.- ¿Se refiere a la exposición Aru Kuxipa. Sacred Secret?
F.T.- Sí, es el trabajo conjunto de Ernesto Neto y los Huni Kuin, que se inauguró el pasado 25 de junio en Viena. En él se retrata vívidamente el conocimiento espiritual chamánico y los rituales curativos de los pueblos del Amazonas. Unimos antropología, ecología, educación y formas de expresión actual para crear experiencias únicas y cuestionar nuestro momento presente.

TBA21. El reto contemporáneo

Aunque alguno de los artistas que integran la colección de Francesca crean en la bidimensionalidad, el carácter multidisciplinar de los proyectos producidos ha generado un dispositivo rico en cuanto a formato. TBA21 trabaja con creadores que se mueven en los terrenos del videoarte, la instalación, la performance o el arte sonoro, al mismo tiempo que acoge actividades culturales como proyecciones, seminarios, tertulias, cursos o conciertos. Esta preocupación por lo contemporáneo acompaña a Francesca desde siempre. De hecho, en su juventud, cuando vivió en Londres, se matriculó en Central Saint Martins y estuvo rodeada de “gente increíble como los Sex Pistols o John Galliano”. Fue una etapa de rebeldía en la que se habló mucho de ella y donde ejerció de cantante, actriz y modelo. Una época importante en su vida porque la conectó definitivamente con la creación más innovadora; con esa idea del presente como el momento decisivo.
F.T.- A nosotros nos gusta correr riesgos por la innovación. Todos los proyectos tienen algo que no había visto antes. Eso me refuerza en el reto. En este sentido, me encanta trabajar con sonidos y con iluminaciones. Cualquier instalación que tenga estos elementos me interesa. Sobre todo si refleja, como ya he comentado, cierta conciencia social. Creo que hay que provocar y hacer pensar al público. Deberíamos poner a la gente en dos niveles al menos: uno emocional y otro intelectual.

R. D.- De entre los nuevos artistas con los que ha trabajado, ¿cuáles nos podría destacar por la sorpresa que le hayan causado?
F.T.- Destacaría a Julian Charrière, Neil Beloufa, Hans Schabus, Jana Winderen o Ragnar Kjartansson. Y, por supuesto, el colectivo artístico austríaco Gelatin (ahora llamado Gelitin) que están produciendo actualmente un nuevo trabajo en Guadalajara (México) y que será expuesto en el 2016 en la sala The Mistake Room de Los Ángeles.

R. D.- Y ya que hablamos de creadores, ¿cuál es la relación de un coleccionista con ellos?
F.T.- Los artistas son en principio gente accesible que disfruta de un poco de provocación, y no piden simplemente llenar espacios comerciales con obras de arte vendibles. Siempre han sido muy ingeniosos a la hora de encontrar nuevas formas para expresarse, y los coleccionistas y filántropos de nuestro tiempo estamos jugando un papel muy importante en ese proceso. Hay que insistir en que las bienales y los museos están sufriendo un atropello cada vez mayor por parte de galerías que los consideran una extensión de sus propios espacios, y esto conduce a una falta de exploración y de nuevos territorios. Diría que el mundo de la filantropía debe fortalecerse, de lo contrario veremos más de lo mismo y entraremos en un bucle donde famosos y marcas se adhieren al mercado del arte por motivos totalmente absurdos.

R. D.- Y a tenor es de este planteamiento tan crítico, ¿qué criterio quiere que prevalezca en su colección?
F.T.- Me gusta crear ambientes basados en la exploración y el descubrimiento para que los artistas establezcan un nuevo espacio creativo, fuera del estudio y dentro de la naturaleza. Soy extremadamente consciente del mundo que nos rodea, y estoy convencida de que el arte es una herramienta que necesitamos utilizar para cambiar el mundo. Mirando a mi alrededor veo una comunidad de artistas y comisarios que quieren convertirse en agentes del cambio. Soy muy leal, y creo que las amistades en el arte son un poco como estar en el arca de Noé. Estamos juntos en la búsqueda de una nueva vida y nos damos cuenta de que los siguientes diez años van a ser los más importantes de los próximos 10.000.

Francesca lo tiene claro: lo que decidamos hoy tendrá un impacto enorme mañana. Por eso reivindica un coleccionismo comprometido y valiente. Un coleccionismo que potencie y apoye la búsqueda de un nuevo mundo. Y en esta búsqueda, Francesca quiere “ser parte de la solución, no del problema”. Por eso defiende la innovación como una vía de acceso al futuro. “Todo fue nuevo una vez -nos dice-. Las pirámides también fueron contemporáneas. No lo olvidemos nunca”.