Clorofila Digital. La inmortalidad fotográfica
Desde la aparición del daguerrotipo a mediados del siglo XIX, hasta la llegada de la tecnología digital, la estabilidad del papel fotográfico siempre ha sido tema de debate por parte de fotógrafos y artistas. Si la fotografía supone retener un momento para siempre (ese vistazo al futuro del que hablaba Sally Mann), no podemos olvidar que los soportes fotográficos -los diferentes tipos de papel- tienen una capacidad limitada de vida. Actualmente los avances químicos permiten que una foto sobreviva impresa incluso 200 años. Pero, ¿y después?
La empresa madrileña Clorofila Digital presentó en la pasada edición de ARCO un sistema de impresión digital llamado VITRA. Esta tecnología ofrece lo que hasta ahora parecía un milagro: la capacidad de dar a las imágenes la inmortalidad que tanto preocupaba a fotógrafas como Diane Arbus o Julia Margaret Bourke-White. Solo es necesario un original, ya sea en disparo digital, en papel o en negativo. La impresión realizada con VITRA consigue que la imagen no se arañe, no se decolore y que no le afecten el sol ni el agua. Además de ignífugo, el formato de esta impresión no pesa porque se realiza en aluminio de un milímetro, y cuenta con infinitas posibilidades para enmarcar.
En el mundo del arte, el sistema VITRA es usado por artistas para asegurar a coleccionistas y galerías que la obra que adquieren es eterna. Y en el ámbito del interiorismo y la arquitectura, sus aplicaciones son ilimitadas. Muebles, paredes, suelos, techos… Cualquier espacio puede ser personalizado.
Pertrechado siempre -o casi- por una Leica, Cartier-Bresson afirmaba en los 50 que “la fotografía puede alcanzar la eternidad a través del momento”. Una reflexión poética sobre la relación sutil entre imagen, vida y trascendencia. Hoy día, casi setenta años después, el sistema VITRA logra que las palabras del fotógrafo francés cobren un sentido literal. Hasta ahora nunca estuvieron tan cerca instante e inmortalidad.