Tras las dos primeras exposiciones en el C3A de Córdoba por parte de la Fundación TBA21-Thyssen Bornemisza Art Contemporary, el pasado 14 de abril se inauguró Remedios. Donde podría crecer una nueva tierra. Un nuevo capítulo de esta colaboración que trae savia nueva a lo que hasta el momento se había presentado en la ciudad.
Lo nuevo de TBA21 en Córdoba
¿Cómo sanar la tierra? ¿De qué manera se repara el daño que ya hemos hecho para que la vida de las generaciones futuras sea mejor? ¿Cómo hacer para restablecer el equilibrio de los seres humanos con su entorno sabiendo que, hasta el momento, nuestros conocimientos y acciones solo nos han llevado hacia la catástrofe y el colapso?
Si la búsqueda de abundancia en un mañana de escasez y sequía parecía ser el ideario de los dos capítulos iniciales de Futuros abundantes, la exposición actual aporta nuevos senderos a partir de los que pensar espacios de sanación y estrategias de reparación para la desértica realidad en la que parecemos encontrarnos.
Nuevamente comisariada por Daniela Zyman, esta nueva entrega traza diversos itinerarios que atraviesan las políticas del cuerpo, la reconstrucción histórica y racial, la recuperación de saberes ancestrales y una nueva visión cosmológica del mundo que huye del paradigma eurocentrista, blanco y heterosexual. Como se lee en el poema Marikan+NDN+Caballo de Natalie Diaz, presente en la exposición: “Mi cabello es un diccionario mojave, enredado en el viento del haboob. El clima es mi ceremonia”.
De los cuarenta artistas de este nuevo capítulo —entre los que hay nombres tan conocidos como Marina Abramovic, Olafur Eliasson, Shirin Neshat, Gabriel Chaile o Francesca Woodman—, en ROOM Diseño hemos querido destacar a Courtney Desiree Morris, Brad Kahlhamer, Ernesto Neto, Mónica Planes y Cecilia Bengolea.
Un recorrido por los Remedios del C3A
Cultura indígena e identidad
Como pieza de bienvenida se han instalado tres grandes impresiones del trabajo performativo de la artista norteamericana Courtney Desiree Morris. Con el tríptico Para sanar tienes que limpiarte (2023), nos introduce en sus investigaciones sobre la religión y cultura yoruba, presente también en la videoinstalación Sopera de Yemayá (2020) y en la acción que, cruzando el Puente romano de Córdoba, nos llevó hasta el C3A en un río blanco y azul que culminó en el interior de la kupixawa de Ernesto Neto a ritmo de candomblé.
Ya en el interior del C3A, una serie de cuatro piezas del creador norteamericano Brad Kahlhamer nos transportan a ese lugar de mestizaje que un artista de origen indígena como él ha tenido que vivir en la propia construcción de la identidad estadounidense. Algo perceptible también en el relato de esa “generación robada” de la que nos habla cierta literatura norteamericana escrita por indígenas, como es el caso del texto de Natalie Diaz que acompaña a estas obras.
Tras una mesa de aire sincrético y punk, con desechos industriales en forma de dioses del “háztelo tú mismo”, Brad suspende del techo del edificio varios atrapasueños hechos en metal, rompiendo con esa idea hippie del atrapasueños de bazar o mercadillo, para convertirlo casi en pararrayos o cortina conductora de otras vibraciones y energías.
Escenografía chamánica
Como elemento central de la exhibición, en el sitio que anteriormente ocupaba la viscosa escultura blanca de Neto, ahora se despliega una kupixawa que el brasileño ha erigido junto a la comunidad indígena de los huni Kuín de Jordão, entorno comunitario para el diálogo y la sanación.
En esta escenografía destaca el trenzado de la cubierta, tejida a mano y perfumada con aromas de lavanda, clavo y cúrcuma; el banco corrido en el que se sentaban los chamanes —o pajés— y la pieza protagonista: una mesa de mármol verde de Guatemala en la que se encuentran depositados detalles rituales usados por los pajés. Sobre ella, una escalera suspendida nos invita a ascender hacia el cielo, acción imposible en esta ocasión por razones de seguridad y lógicas institucionales.
Serenidad vs frenesí
Continuando el itinerario y tras una indispensable parada en la labor de Olafur Eliasson, Sharon Lockhart, Sandra Vasquez de la Horra, Newel Harris o la fuente de LSD de Klaus Weber, en uno de los patios aparecen cuatro creaciones de la catalana Mónica Planes. Trabajos que conforman la serie Bocas, realizada para una instalación en las canteras íberas de El Clots de Sant Juliá, en la que el cemento va adquiriendo formas orgánicas que descansan en el suelo o se suspenden sobre vigas de metal.
Y si estas formas orgánicas nos inspiran sosiego, en el extremo contrario está el frenesí de Baile relámpago (2018) cerrando la muestra. Firmada por la artista argentina Cecilia Bengolea, esta obra se declara una oda al baile de la escena local jamaicana que sacude y sana, mientras nos deja hipnotizados frente a los movimientos de ese grupo de bailarines bajo la lluvia.
Empapados bajo el agua es imposible no sentirnos parte de ellos, en una zona del mundo que no es esta. “Si no puedo bailar, no quiero ser parte de esta revolución” parecen querer decirnos. Sacude tu cuerpo y con ello sacudirás la tierra. Remedios para salir del colapso, soluciones para no seguir dañando la tierra.
En este enlace puedes leer más artículos sobre la colección TBA21 del Thyssen Bornemisza.
“Futuros abundantes” y “Futuros abundantes. En tiempos convulsos”.
Hasta el año 2025.