Fotos: Andrey Avdeenko
Existen restaurantes que son verdaderas instituciones, y acometer un nuevo interiorismo en ellos es todo un desafío. ¿Quién se atrevería con La Bola de Madrid o el Landó? Ambos seducen al turista o dan un baño de tradición cañí al vecino de Madrid. En Kiev, quedaba un icono gastronómico: el restaurante Odessa abierto en 1962 en plena Guerra Fría.
Tras la reciente intervención de Yod Design Lab, el local solo guarda el nombre de aquella época. Eso sí, su diseño gira en torno a la esencia histórica de la ciudad de Odessa ubicada en la orilla del mar Negro. En primer lugar, su puerto está representado por treinta kilómetros de cuerda recortados en distintas longitudes y adornados con algunas poleas de madera más decorativas que efectivas. El conjunto recuerda las dársenas, el trajín del muelle y los métodos antiguos de navegación y carga. El otro corazón de la metrópoli es su mercado, al que se alude mediante cajas apiladas en la entrada del establecimiento. Por último, una gran pared de piedra de arenisca conduce a los lavabos, como alusión a las famosas canteras que se encuentran en los alrededores de la urbe.
Con este diseño, Yod Design Lab ha logrado que el restaurante se convierta en una evocación de la ciudad sin recurrir al cliché: tan solo a través de los materiales y su sorprendente uso. Una recreación más que simbólica de Odessa, máxime cuando es de las pocas capitales costeras que pertenecen aún a Ucrania después de la adhesión de Crimea a la Federación Rusa.