La arquitecta danesa Dorte Mandrup ha presentado su nueva exposición en la galería Liljevalchs de Estocolmo. Una muestra, titulada PLACE, que recorre el trabajo desarrollado durante los últimos años del estudio escandinavo.
La visión paisajística de Dorte Mandrup
La oficina que levantó la arquitecta danesa Dorte Mandrup-Poulsen en 1996 se ha ganado el respeto y el prestigio internacional. Y todo gracias a su compromiso con el diseño como vehículo de investigación del paisaje, pero también por su capacidad para responder a preguntas complejas en el ámbito construido. Por si esto no fuera suficiente, además Dorte Mandrup es y ha sido profesora en Cornell University, en la Universidad de Washington y en la Royal Danish Academy of Fine Arts. De ambas actividades se le deduce una vitalidad natural a la hora de hacer, pensar y enseñar eso que conecta todos sus quehaceres: la arquitectura.
En una rápida introducción a su trabajo en el contexto de la recién inaugurada exposición PLACE, me gustaría referirme a dos aspectos relevantes y relacionados de su estudio. Por un lado, sus técnicas de fuerte componente escultórico y, por otro, su pensamiento estratégico en relación a la integración paisajística y a las condiciones que a esta se le atribuyen.
El interés que subyace de la cubierta paramétrica del museo The Whale (Noruega, 2019); el Icefjord Center (Greenland, 2016) y la curva que describen sus pórticos triangulares de madera; la célebre sede de IKEA (Malmö, 2015), galardonada con el premio europeo de arquitectura sostenible el mismo año de su inauguración o la Råå Preschool (Helsingborg, 2013) tienen más en común de lo que parece. Al final se trata de una serie de elucubraciones espaciales que pueden entenderse a gran escala, o bien, como una colección de momentos intensificados de diseño total. El énfasis se centra en la aproximación a las inmediaciones que circunscriben el edificio: el paisaje o, más concretamente, la supervivencia ecológica.
PLACE: la consonancia con el entorno
La práctica de Mandrup nos demuestra cómo la primera sostenibilidad que se debe ensayar es la más pasiva. La que más confíe en la arquitectura para resolver el grueso de preguntas formuladas, restringiendo el complemento tecnológico a los casos particulares, es decir, cuando sea preciso. Obviamente, de su obra surgen gadgets, tecnologías y sistemas constructivos con los que sintonizar en los nuevos modos de habitar. Sin embargo, desde esta concepción se apuesta por una cierta prevención y una mirada cautelosa, ya que siempre se corre el peligro —al caer fascinados por una complejidad elitista— de contribuir, nuevamente, a engrosar los casos de injusticia medioambiental.
En cambio, en PLACE uno recae en la misiva de Dorte Mandrup de proyectar desde la necesidad de hacer las cosas más simples. De explorar los límites de la obsolescencia en consonancia con la vida útil de los edificios; de averiguar en qué momento la experiencia vital y espacial adquiere su equilibrio de necesidades, al igual que desvelar qué es funcional y qué no lo es, aunque lo parezca. Para ella, la exigencia de redefinir la consideración sobre esto último es primordial en su práctica, ya que resulta crucial la eliminación de lo superfluo más allá de los antiguos criterios de la buena vida de los ambientes que residimos.
Para Dorte Mandrup es menester dar con una sensibilidad más liviana, que no deriva sistemáticamente en presencia sólida y estable, sino con otra que hable de la irrupción de nuevas pautas en consonancia con el medio colindante. Un modelo que no valora como un privilegio la simbiosis con la naturaleza, sino otro que hace su comunión con ella un imperativo y, por supuesto, una razón de ser. A esto último se consagra la obra de Dorte Mandrup, al delicado diálogo entre el lugar —PLACE— y la arquitectura que queda a su abrigo.
En este enlace puedes leer más artículos sobre Dorte Mandrup.
Del 26 de mayo del 2023 al 3 de septiembre del mismo año, en la galería de arte Liljevalchs en Estocolmo.
Sus premios y méritos son muchos e importantes. Ha recibido, entre otros, el Berlin Art Prize (2019), la Honoray Grant de la Danish Art Foundation (2018), el Finn Juhl Architecture Award (2018) y el Danish National Architecture Prize (2017). Así como destaca su participación en la Biennale di Archittetura di Venezia (2018).