Cuatro años después de haber sido elegidos uno de los estudios de arquitectura e interiores más importantes de Europa, OhLab se consolida en el panorama internacional. Los trazos de Nueva York, Beijing o Madrid, ciudades que los han visto crecer, se desdibujan entre cada nueva propuesta. Y todo ello con parámetros passivhaus, es decir, confort interior y bajo consumo.
Nueve años trabajando por separado con grandes nombres de la profesión como Frank O. Gehry o Rem Koolhaas bastaron para que Paloma Hernaiz y Jaime Oliver decidieran establecer su propia oficina: OhLab. Una aventura que comenzó en Shanghái y que ha ido moviéndose hasta llegar a Mallorca, donde actualmente tienen su sede. “Lo vemos como un proceso natural. Estudiamos los dos en Madrid y Barcelona, pero nos conocimos en Nueva York, donde estuvimos estudiando y trabajando. Después de pasar por grandes despachos y con ganas de experiencias nuevas, mudarnos a la China preolímpica, en plena ebullición, nos parecía la mejor idea para participar de lo que se estaba cociendo. A Madrid nos trasladamos por motivos familiares y, más tarde, pensamos que Mallorca era una buena base desde donde podíamos centrarnos en OhLab y también combinarlo con familia y ocio”.
R.D.- Os definís como una oficina dedicada al análisis urbano y el estudio de la sociedad a través de la práctica del diseño, la arquitectura y la estrategia urbana. ¿Habéis llegado a alguna conclusión en todos estos años?
OhLab.- No buscamos respuestas universales válidas para todo. Es una búsqueda menos ambiciosa y más específica aplicada a cada uno de los proyectos que desarrollamos. Intentamos conjugar estos parámetros para dar una respuesta que, además de cumplir requerimientos funcionales, sirva como reflexión sobre el entorno en el que vivimos. La sostenibilidad, el consumo, el espectáculo o la globalización son temas recurrentes.
Renovarse o morir
OhLab es uno de esos despachos que buscan la renovación continua y que huyen de la estandarización. Investigación, precisión y diversión definen su modo de enfrentarse al mundo. En su porfolio encontramos propuestas que van desde lo residencial a lo expositivo, pasando por espacios comerciales, efímeros o culturales que exploran la sociedad actual y el entorno. Su aún corta trayectoria es un reflejo de sus vivencias, de lo aprendido y de lo que se atreven a probar rodeados de un equipo del que se sienten tremendamente orgullosos y al que invitan al pensamiento conjunto como punto de partida. “En OhLab trabajamos doce arquitectos de forma muy abierta y horizontal. Y aunque nos organizamos en equipos por proyectos, en la fase creativa solemos participar todos proponiendo ideas”.
R.D.- Habéis vivido en Nueva York o Shanghái, ciudades de una escala inmensa. ¿Ha condicionado vuestra manera de ver el diseño?
OhLab.- Sí, tenemos una forma de diseñar urbana y global. Nos interesan los procesos económicos, urbanísticos y sociales que definen las ciudades y creemos que la arquitectura tiene que tenerlos en cuenta para participar de forma activa en la construcción de la urbe. Por otro lado, y precisamente en contraposición a la visión urbana, nos interesa el paisaje no urbano como oasis. Pensamos que uno es el resultado del otro. La forma en que se definen las ciudades es fundamental para la conservación del territorio, y viceversa.
R.D.- Hace unos años os definieron desde el Chicago Atheneum como “uno de los estudios de arquitectura emergentes más importante de Europa”. No es fácil que desde América se mire a Europa con esos ojos.
OhLab.- Se agradecen mucho los reconocimientos. De alguna manera ponen en valor el esfuerzo, y también nos ayudan a que otra gente nos tome más en serio. Pero lo que hacemos no deja de ser mejor o peor por los reconocimientos. Siempre son opiniones subjetivas, hay gente con una trayectoria mucho mejor que la nuestra que no tiene esos reconocimientos.
R.D.- ¿Qué elementos tiene que tener un buen proyecto para destacar sobre todos los demás?
OhLab.- Que responda a su localización, a su entorno, a sus usuarios y al programa para el que está destinado.
R.D.- Comercial, residencial, público… ¿En qué ámbito os sentís más cómodos?
OhLab.- En todos, mientras podamos ir cambiando y enfrentándonos a nuevos retos. Preferimos cambiar para no apalancarnos en la comodidad. Si repetimos, procuramos buscar nuevos retos y nuevos objetivos. Creemos que fuera de nuestra zona de confort sufrimos un poco más, pero hay más emoción. Encontramos más creatividad y propuestas más interesantes.
Creatividad sin límites
Además de directores de OhLab, Paloma y Jaime son en la actualidad profesores del Master in Design for Work, Retail and Learning Environments en la IE School of Architecture de Londres, uno de los centros más prestigiosos en este campo. Con mentores como Rem Koolhaas, Ole Scheeren o Gisue y Mojgan Hariri, ambos defienden que la creatividad, a pesar de tener una parte innata, puede aprenderse con la educación y las experiencias.
Un lápiz, una cámara, el teléfono, investigación y un poco de música. Eso parece bastarles a la hora de plantear cada nuevo trabajo. Eso y el firme convencimiento de desterrar manías, procesos mecánicos y prejuicios. “Creemos que cada proyecto se merece su textura y su material. Nosotros mutamos con cada proyecto”.
R.D.- ¿Cuál es el límite infranqueable en vuestro ideario? Eso a lo que no renunciaríais o no estaríais dispuestos a realizar.
OhLab.- Como te decíamos antes, nos gusta jugar con nuestros propios límites y desafiar nuestras ideas preconcebidas. Por ejemplo, pensábamos que nunca haríamos algo en dorado y uno de los primeros locales fue una joyería totalmente dorada. Pero nos salió de dentro, tenía que ser así y nos encanta. Requerimientos de nuestro propio guion. Eso sí, preferiríamos no involucrarnos en algo donde no haya espacio para escuchar ideas, donde no se pueda cuestionar lo preestablecido.
R.D.- ¿Cómo entiende Ohlab la convivencia entre arquitectura e interiorismo? ¿Dónde empieza una disciplina y acaba la otra?
OhLab.- Planteamos el urbanismo, la arquitectura y el diseño de interior o de mobiliario de forma muy similar. Nos gusta hilar y solapar cada una de las disciplinas y desdibujar sus límites. Cambiar de escala, por ejemplo, es muy productivo y ayuda mucho a mejorar los resultados.
El Hotel Puro, la Relojería Alemana Born en Palma o la In-sight Concept Store de Miami son algunas de sus más recientes obras. La ampliación de una casa de turismo rural en el campo, un hotel emplazado en un edificio del siglo XVII en el centro histórico de Palma o la construcción de dos viviendas unifamiliares bajo el estándar passivhaus son algunos de los proyectos que marcan su hoja de ruta para este 2018. Sin olvidar la familia, los viajes, navegar y el arte, eso que los inspira a no dar nada por hecho en una carrera de fondo que empezó hace más de 10 años en la China preolímpica y que los ha llevado a la primera liga del interiorismo y la arquitectura internacional.