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Foto: Andrea Morgante

El pasado 13 de marzo se inauguró en Módena el Museo Enzo Ferrari. Un maridaje espectacular de arquitectura contemporánea y obra de rehabilitación, donde conviven el nuevo edificio y la casa del piloto y constructor de coches de carreras. Aunque el proyecto se acaba de presentar, su historia arranca en 2004. Ese año, Jan Kaplicky gana el concurso para diseñar el espacio que debería exhibir todos los modelos de carreras producidos por la firma del caballo encabritado. Cinco años más tarde, el arquitecto checo muere y Andrea Morgante se hace cargo de todo desde Shiro Studio, la oficina londinense que funda tras la disolución de Future Systems.

El proyecto es una vuelta de tuerca para una arquitectura que ha tomado prestada de la ingeniería automovilística el aerodinamismo, las curvas y la osadía formal. El Museo Enzo Ferrari da buena muestra de ello pues se inspira para la cubierta en un capó con rendijas de ventilación. También se vale de un uso atrevido del color característico de Ferrari. Desde el cielo, una ola de amarillo Módena de 3.300 m2 casi rodea como un abrazo la casa y el taller de Enzo Ferrari que conservan su fachada de ladrillo. Frente a frente, la modernidad absoluta y la historia de un hombre y su marca.

Dentro del nuevo volumen y en plataformas sobreelevadas, se exponen los coches que han hecho historia en los circuitos de carreras. El visitante camina por un suelo levemente inclinado, entre vehículos inmersos en un universo blanco inundado por la luz que difuminan las incisiones de la cubierta. Todos los elementos participan de una gran estructura donde la curva es dinamismo, vida y movimiento continuo, y donde se reconoce el discurso orgánico y futurista del desaparecido Jan Kaplicky.

Shiro Studio Web

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