Como el cierzo que revuelve todo a su paso, la instalación Mistralou de Lisa Bravi y Romain Joly juega con el trampantojo y la tela para transformar una estancia de Villa Noalles, al sur de Francia. Una mullida sala de lectura para la Design Parade en Toulon que nos hacía experimentar la arquitectura palaciega de la manera más etérea.
Mistralou: una ilusión óptica y ligera
Aunque cueste admitirlo, sentimos cierto gusto dejándonos confundir por las ilusiones ópticas. La ristra de vídeos con millones de visualizaciones en TikTok siguiendo el trend de “objeto o pastel” lo avala. En cierta manera, ese engaño naíf parece divertirnos. Es por eso que el trampantojo ha estado presente en el mundo creativo desde antaño, siendo perfeccionado durante el Renacimiento y llegando a nuestros días a través de la mirada de Georges Rouges, Mary Temple, la arquitecta Odile Decq o incluso Bruno Munari. Al final se trata de acercarnos a esa simulación de la que todo el mundo habla; a la duda como estado natural.
Pero cuando el material entra en juego en toda esta dinámica, la idea de trampantojo muta hacia otras connotaciones mucho más avanzadas, se despega del muro, cobra vida. El dúo de diseñadores Lisa Bravi y Romain Joly tomaron la robustez de un mueble y la pensaron a través de la languidez de la tela. Y así surgió la intervención Mistralou, presentada en el marco de la 8ª edición del Design Parade en Toulon. Celebrado en la Villa Noailles —antiguo palacio episcopal al sur de Francia—, Bravi y Joly aportaron su visión transformando una de sus estancias en una sala de lectura peculiar, sobre todo por ser tan suave como mullida.
Trampantojo a través de la artesanía francesa
Similar a aquellos juegos de recortables donde se sobreponía papel sobre papel, Mistralou actualiza este proceso apostando por las tres dimensiones y utilizando la propia arquitectura como superficie. El nombre del proyecto hace referencia al Mistral: ese viento del mediterráneo que agita el paisaje y hace volar aquello que toca. Toda la idea de la propuesta pivota en torno a esa acción de abrir las contraventanas para dejar entrar el aire fresco, pero la intención que había detrás de su trabajo es mucho más elaborada: “Hacer tangible este elemento esquivo, particularmente a través de su impacto en los objetos con los que se encuentra”, nos confiesan Brevi y Joly.
Concretamente, en esta habitación el Mistral se cuela por los ventanales para sacudir las obras que cuelgan de las paredes como sábanas que fingen ser estanterías, paneles acolchados —emulando madera y mampostería— o vanos que miran hacia un paraje distinto… aunque el terciopelo y la tela también se solidifican en una mecedora, en mesas auxiliares o en una colección de libros que termina derramando sus páginas por el suelo. Elementos donde la artesanía francesa de Pierre Frey, Lelièvre, Codimt o Debeaulieu queda reivindicada en cada material, técnica y textura. Una nueva percepción inestable y etérea del entorno que se cimenta en tres rasgos principalmente: suavidad, flexibilidad y movimiento. Trampantojo evolucionado. Si visitan la Provenza, no olviden dejar siempre abiertas las ventanas.
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