Una plétora de propuestas inunda Madrid esta primavera, y es que el agua, este año, ha llegado en forma de Bienal. La segunda edición de Mayrit consolida este evento como cita de referencia en el panorama cultural de la capital. Os contamos sobre algunas de sus actividades.
Como bienal de diseño y arquitectura —y al margen del hilo conductor de cada edición—, Mayrit viene a mostrarnos posibilidades: aquello que podría haber sido y no fue, pero también lo que todavía podría ser y queremos que sea. De ahí surgió su nombre: una referencia al asentamiento árabe —que siglos después se convertiría en capital de España— para dilucidar qué habría pasado si ese territorio nunca hubiera sido conquistado por los cristianos. Wet Dreams es el concepto que resume el marco teórico de esta cita a cargo de Marina Otero Verzier, comisaria, arquitecta e investigadora. Hemos hecho un breve repaso por algunas de sus exposiciones principales y sobre las cuestiones planteadas para acompañar al lector en este flujo de propuestas especulativas que refresca la ciudad.
Wet Dreams. La emocionalidad de la sustancia líquida
Además de marco teórico, Wet Dreams es también el título de la exhibición comisariada por la propia Marina Otero en Centro Centro hasta el 25 de agosto; una reflexión profunda sobre el agua más allá de su cualidad como recurso. Emanaciones y remojos, Lluvias y otras descargas, Desbordamientos de lo reprimido, Orificios y fluidos compartidos, Válvulas de presión y tuberías rebosantes, Prótesis sensoriales son las secciones que vertebran la muestra. Unos enunciados que evocan ya esa emocionalidad y sensualidad tan difíciles de controlar, igual que ocurre en cualquier sustancia líquida.
Una invitación a pensar sobre creencias, mitos, relaciones sociales, tendencias urbanísticas o proyectos arquitectónicos que surgen alrededor del agua y que moldean nuestros flujos y ritmos vitales; pero también a percibir lo líquido en forma de fluidos corporales, segregados como reacción a factores intrapersonales y externos. Aguas tóxicas, residuales, subterráneas, cantos al cielo para atraer la lluvia… todo cabe en esta visita obligada. Igualmente, Wet Dreams funciona como refugio climático —gracias al aire acondicionado de Centro Centro— y como un manantial de ideas en el que sumergirse para salir vigorizado. Valga decir que algunas propuestas están más en el terreno intelectual que en el físico, pero entendamos que el diseño está en constante cambio de lugar y de formato.
Materia Computada. Entre lo digital y lo físico
El Museo de Artes Decorativas —uno de los más discretos y bellos de Madrid— es la sede de Materia Computada, la exposición comisariada por Hyper Studio que explora las materialidades digitales y el proceso de traslación del píxel a la realidad. Una introspección sobre la naturaleza y la importancia de los objetos en la era digital. Inspirada en el intrigante misterio del kilogramo patrón —un cilindro de platino e iridio cuya masa ha variado inexplicablemente desde 1889—, Materia Computada pone énfasis en cómo percibimos y valoramos los materiales en un mundo dominado por lo virtual.
En ella se reúne el trabajo de cuatro artistas emergentes: ALV Adina (México, 1991), Gastón Lisak (Barcelona, 1989), Manel Bafaluy (Barcelona, 1997) y el dúo Pulsa, compuesto por Fran Toré e Irene Molina (Granada, 1997). Y, a través de sus creaciones, se recorren las tensiones entre lo tangible y lo intangible, revelando cómo la tecnología redefine nuestra comprensión de lo más elemental. En una era donde la precisión matemática de los algoritmos contrasta con la variabilidad de los objetos, esta exhibición destaca cómo la relevancia de los recursos digitales no depende de factores tradicionales como la localización geográfica o el costo de fabricación; siendo la artesanía y la originalidad de los autores lo que confiere valor a las obras, subvirtiendo nociones clásicas de rareza y costo.
Impresas desde ordenadores y traducidas en componentes maleables, las piezas subrayan la paradoja central: al tomar una forma palpable, lo digital pierde su precisión inherente. Una dualidad que se manifiesta desde la hiperrealidad del mármol y el oro en código binario hasta la tierra renderizada. «La paradoja del peso» no solo incita a los espectadores a admirar la destreza técnica y la innovación de estos artistas, sino a meditar en torno a nuestras percepciones sobre la significación y la materialidad en el arte contemporáneo. En un momento donde los ceros y unos pueden generar infinitos detalles, Materia Computada nos recuerda que la esencia de la creación sigue siendo profundamente humana.
Espejito Espejito. Una nueva forma de mirar
Otra de las propuestas dentro del circuito institucional de la bienal es Espejito Espejito, a cargo de Grandeza Estudio en pleno Museo de América. Aquí se indaga en la metáfora del espejo distorsionador de Aníbal Quijano sobre el relato eurocéntrico de la historia que se impuso a los pueblos colonizados. Esta narrativa —que despojaba de cualquier valor o autoridad a las culturas indígenas y su cosmogonía— es reformulada por los participantes, que utilizan la autoficción como instrumento de emancipación, de reapropiación y de reconstrucción desde la propia mirada.
Es en esa misma etapa histórica cuando Europa, al verse obligada a definirse ante el otro, se inventa a sí misma. Y en esa elaboración, la metáfora del espejo sigue funcionando: parece que Europa se miró en él y, arrebatada ante su propio reflejo como Narciso, se autoproclamó el centro del mundo desde el que mirar por encima del hombro todo lo que viniera de fuera del continente. Carlos Martiel, Cholita Chic, Colectivo Ayllu, Elyla, Juan Covelli, Nmenos1, Julia Irango y Jorge Nieto, La Escuela Nunca y Los Otros Futuros, Martine Gutierrez o Naomi Rincón Gallardo son algunos de los artistas que han intervenido en la configuración de estos relatos alternativos a la historia hegemónica, que hasta ahora solo se contaba desde un punto de vista.
Mañano. El futuro es hoy
Mañano repite. Ubicada en la Central de Diseño de Matadero Madrid —junto a la muestra Rastros de Transformación patrocinada por Finsa—, la consigna de esta edición a cargo de la comisaria Cecilia Tham se basa en explorar las relaciones y la influencia de la tecnología en un marco temporal a veinte años vista. No hablamos de vínculos románticos necesariamente, sino en general: con el entorno, con la naturaleza, con nosotros mismos o con la propia tecnología. El desarrollo tecnológico se acelera y, con él, las dinámicas sociales, por lo que nos hallamos en medio de una transición donde los modelos de conexión tradicionales se agotan y los nuevos aparecen.
¿Podemos establecer relaciones con entidades tecnológicas o emocionales con una inteligencia artificial? ¿Puede la tecnología facilitar nuestras interacciones con otras especies como, por ejemplo, las plantas? ¿Podemos atajar gracias a la tecnología problemas como la soledad no deseada? Mañano formula preguntas sobre las que especula más allá del presente y aquí aprovechamos para introducir el concepto de disoñar: un neologismo resultante de la unión de los verbos “soñar” y “diseñar”. Y es que, si el mañana está hecho de pasado y de expectativas, ¿por qué no esbozar el que queremos? Ese con el que soñamos en lugar de abocarnos a la autoprofecía de lo distópico.
Precisamente en esta edición, Mayrit ha venido a recordarnos eso: el futuro no es algo ajeno a nosotros, ni inevitable; el futuro lo estamos haciendo en este mismo instante, así que manos a la obra.
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