El FAD es una institución de carácter gremial con el ímpetu de fomentar el diseño y las artes decorativas. Creada en 1903 en Barcelona, desde 1917 encarga una copa, la Copa del FAD, con tipología de trofeo, a un artista o diseñador. Todas están expuestas en una vitrina en la sede del FAD con el nombre del autor y el año. Esta vitrina es, por lo tanto, un mapa visual de las tendencias y la evolución de las artes decorativas en los últimos cien años. Durante la Guerra Civil no se hizo el encargo.
La pieza de Mariscal es para mí el trabajo más representativo del diseño español de todos los tiempos. Según cuentan, y no lo he verificado, cuando el representante del FAD pidió verbalmente a Mariscal diseñar la copa, este reaccionó cogiendo un vaso de plástico de una máquina expendedora de agua que tenía al lado, pintó uno de sus personajes en la parte exterior y de inmediato lo entregó como Copa del FAD.
Este objeto posee una inmediatez de resolución absolutamente contemporánea: niega el virtuosismo artesanal, el lujo como inversión en algo no necesario y el tiempo requerido como base para la valorización del trabajo artístico. Tenemos en el vaso de plástico un guiño a la industria, al diseño industrial y a la mass production. Entre una amplia serie de copas, este vaso defiende claramente una voluntad democratizadora y reivindica la idea del diseño accesible. Tiene un concepto de apropiación a través de la gráfica (o grafiti), así como un punto irreverente y contestatario en relación a lo institucional y a toda la historia de las artes decorativas.
Además, están las referencias implícitas a Disney en el personaje pintado, uno de los Garriris: una lectura personal y contracultura, que forma parte del imaginario del comic underground desde mitad de los setenta. Los Garriris estaban dibujados manualmente con trazo de pincel, un estilo que acabaría definiéndose como identidad visual en los países mediterráneos a mitad de los 90, en el periodo post-olímpico.