A partir del 1 de julio podrá visitarse la retrospectiva que el Design Museum de Londres dedica a Javier Mariscal, el diseñador español con más calado internacional. Un valenciano entusiasta que ha utilizado el optimismo para hacer del mundo un lugar más habitable.
Primero fue el mundo del cómic underground. Después, a principios de los ochenta, la decoración del bar Dúplex en Valencia y el taburete del mismo nombre. A partir de ese momento, la repercusión mediática y el volumen de trabajo de Javier Mariscal se irán expandiendo. Sin embargo, será el diseño de Cobi para las Olimpiadas de Barcelona el que lo convierta en un creador de repercusión internacional. Producto, interiorismo, escultura, paisajismo, cine, identidad visual, intervenciones artísticas… Xavi, como lo conocen quienes lo tratan a diario, ha aplicado en todos estos campos su personal idiosincrasia. Una visión del mundo basada en el optimismo como forma de evolución. Para este valenciaono, el diseño entusiasta, como la fe, mueve montañas. Y si no, sólo hay que mirar al Partido Socialista Sueco, que en 1993 tras una renovación interna necesitaba una nueva imagen. Acudieron a Mariscal, que le dio unas pinceladas de alegría a su viejo logotipo, y al año siguiente ganaron las elecciones.
ROOM.- Desde la distancia que da la madurez, ¿cómo ves tu trabajo dentro del actual diseño europeo? ¿Qué crees que has aportado?
Javier Mariscal.- No lo sé. Si sé que he trabajado mucho y que cuando lo muestre en la exposición la gente se preguntará y contestará cosas. Eso es lo interesante, no lo que yo te pueda decir. Los autores somos los que menos perspectiva tenemos de nuestra obra, por eso la mostramos, para obtener respuestas.
ROOM.- En este viaje creativo de casi cuarenta años, ¿cuáles han sido tus referencias a la hora de concebir logotipos, cómics, muebles, espacios…?
Javier Mariscal.-Lo que más me ha influido ha sido el haber nacido en el Mediterráneo, el carácter abierto, la luz, el clima, la comida, el optimismo, la joie de vivre, el color… Esas cosas que descubrieron algunos artistas de principios del XX y que me han marcado definitivamente: Picasso, Miró, Klee, Alexander Calder, Kandinsky, luego el Pop… Y la Bauhaus en cierta manera, y los diseñadores americanos de los años 50, Eames, el diseño escandinavo, y los italianos, y el trabajo artesanal… Soy una esponja.
ROOM.- Pero vamos al origen. Tu empiezas a principios de los setenta haciendo cómic básicamente. ¿Cómo das el salto a otras disciplinas?
Javier Mariscal.-De forma natural, sin proponérmelo. El principio fue el interiorismo del bar Dúplex de Valencia (1980), con Fernando Salas, y de ahí pasé al taburete Dúplex y después seguí. Al fin y al cabo no me salía tan mal, y me divertía haciéndolo.
ROOM.- Al entrar en Bellas Artes en Valencia, saliste horrorizado y te fuiste a Barcelona. ¿Se puede decir que la experiencia y la intuición han sido básicamente tus claves a la hora de crear?
Javier Mariscal.-Son claves mi experiencia y la de otros antes de mí. Y la intuición, claro. Y el trabajo. No creo en las escuelas de diseño ni de arte, no sería capaz de dar clase en ninguna.
ROOM.- Después de muchos años trabajando en solitario, en 1989 inauguras el Estudio Mariscal, que es la manera de profesionalizar tu creatividad. ¿Fue un proceso natural en tu trayectoria? ¿Abrir el estudio fue tu forma de resolver la crisis de los cuarenta… si es que la tuviste?
Javier Mariscal.-El estudio surge de un encargo enorme: la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. El proyecto era tan complicado y había tantas cosas que resolver (si querías que no fuera una chapuza) que me decidí a dejar mi método solitario y ponerme a trabajar en equipo y con ordenadores. No tuve crisis de los cuarenta ni de los cincuenta, o al menos yo no me he enterado. Mis crisis no coinciden con ninguna efemérides, no se enteran de si cambio de década o no.
ROOM.- Aunque desde los ochenta eres un personaje público, es en los noventa cuando te conviertes en una firma-referencia como lo puede ser hoy Philippe Starck o Lladró. ¿Es Cobi el responsable de ese salto cuántico?
Javier Mariscal.-No sé si soy referencia de algo, pero de lo que sí estoy seguro es que ese perro me obligó a dar un salto enorme en mi trayectoria profesional.
Estilística Mariscal
ROOM.- Siempre se te ha percibido como un creador, digamos, rebelde, libre. ¿De qué modo aclimatas esa “rebeldía” dentro de un sistema de producción con gente a tu cargo, sueldos que pagar, fechas de entrega…?
Javier Mariscal.-Ser rebelde frente a cuestiones éticas o políticas, o frente actitudes vitales que no me gustan, no significa no ser disciplinado. Me gusta mi trabajo, me gusta ser un profesional serio y competente, cumplir con las entregas, hacerlo lo mejor que sé. La gestión me mata, pero para eso está mi hermano Santi, gerente del estudio Mariscal. Es un santo.
ROOM.- ¿Hay una filosofía creativa “Mariscal”? ¿Es el optimismo tu forma de visualizar el mundo?
Javier Mariscal.-Soy optimista, creo que hoy estamos mejor que ayer, siempre. El mundo mejora, nunca empeora, si no, seríamos unos desgraciados, y no lo somos. Me gusta más la simplicidad que la complicación. No soy un intelectual. Lo que tengo claro es que mi trabajo, en la medida de mis posibilidades, tiene como objetivo hacer la vida cotidiana más fácil y dar un poco de emoción y un punto de vista nuevo.
ROOM.- En ese sentido, has creado un estilo muy definido y reconocible. ¿Has temido alguna vez que ese estilo pudiera convertirse en una cárcel?
Javier Mariscal.-No es una cárcel para mí, quizás para los demás, pero yo me siento cómodo con mi forma de hacer. No me importa que me reconozcan, nunca he pretendido ser anónimo. Hago lo que sé hacer, lo que me sale mejor, lo que me gusta. Mientras no me traicione a mí mismo, no me importa tener “estilo”.
ROOM.- Tu estilo se ve muy claro en el cartel Bar-Cel-Ona, ciudad en la que vives desde hace muchos años. ¿Hasta qué punto tu trabajo gráfico es responsable de la visión que desde fuera se tiene de ella?
Javier Mariscal.-Las ciudades se proyectan a través de una imagen concreta, de una serie de características, de iconos, de puntos de referencia, de tópicos… Yo he contribuido a mostrar algunos que ya existían, pero lo he hecho a partir de mi propio lenguaje gráfico. Me encanta esta ciudad, así que espero haber contribuido a que se tenga una buena imagen de Barcelona.
A la búsqueda del mueble con sentido
ROOM.- A la hora de diseñar, ¿Usas papel y lápiz? ¿Ordenador ¿Qué importancia tienen las tecnologías en tu manera de crear?
Javier Mariscal.-Mi trabajo siempre empieza con un dibujo, incluso antes de estar en mi cabeza está en un trazo. Después viene el ordenador y todo el desarrollo. Respecto a internet, para mí es una ventana al mundo: lo mismo que voy a la Feria de Milán a ver las novedades, puedo ver en la red qué es lo que está pasando, dónde estamos, qué necesitamos…
ROOM.- Tu primer diseño fue el taburete Dúplex (1980) y al poco tiempo llevas dos piezas a Milán, llamado por Ettore Sottsas. Desde ese momento no has dejado de idear muebles.
Javier Mariscal.-Sí, y siempre empiezo con un boceto, con una forma que se va declinando hasta convertirse, probablemente, en otra, adaptándose al encargo. Yo hago muebles por encargo, así que no puedo defraudar a mis clientes. Si acaso, puedo cambiar de cliente, pero tengo que hacer algo que resuelva su problema, que le ayude a vender más, que él pueda fabricar y que a la gente le aporte algo, aunque sólo sea un poco de ilusión.
ROOM.- Pero en esta avalancha mediática en torno al diseño, ¿cómo saber hoy qué es bueno y qué no lo es?
Javier Mariscal.-Todos creemos saberlo, por eso elegimos y nos llevamos a casa algo concreto. Lo que ocurre es que los criterios son muy diversos. Yo te puedo asegurar que una butaca de Jacobsen es excelente, pero tú a lo mejor no te lo crees y te compras una de Karim Rashid que a mí me parece horrible, pero ¿quién de los dos tiene más criterio, tú o yo? ¿Quién tiene más razón, los periodistas especializados, el diseñador o el público? Es complejo. Yo me atrevería a decir que si aporta algo nuevo, si contribuye a cambiar algo a mejor, es bueno. Pero son muchas las variables.
ROOM.- Y en esta búsqueda de “aportar algo”, ¿qué prima para ti? ¿La innovación? ¿La sorpresa visual? ¿La funcionalidad?
Javier Mariscal.-Un buen diseño debe responder a muchas cuestiones, desde las funcionales a las emocionales. Todos sabemos qué funciona y qué no, pero a veces sacrificamos algo de funcionalidad en aras de la belleza. La belleza también es funcional, te ayuda a vivir mejor. Si tienes un sillón muy bonito en tu casa, y no es el colmo de la confortabilidad, pero no lo utilizas nunca para leer el periódico sino para que ese rincón te parezca chulo, para alegrar la vista, pues también es funcional. Esta dicotomía entre función y forma es un coñazo, la verdad.
ROOM.- Otra dicotomía coñazo. Arte y diseño. ¿Hay un límite entre ambas disciplinas o es una pregunta que ya no tiene sentido?
Javier Mariscal.-Sí lo tiene para mí. Jamás equiparo el arte con el diseño ni viceversa. El arte no debe solucionar ningún problema concreto a ningún cliente, mientras que el diseño sí. Son dos actividades muy distintas. Nunca me enfrento a una tarea artística con la misma actitud que a un diseño. No tiene nada, nada que ver, aunque ahora a todo el mundo le haya dado por decir que el diseño es un arte. “Collonades”, que decía Josep Pla.
Arquitectura de interior
Hoteles, restaurantes, stands para ferias, tiendas de ropa, bares, pubs… Son muchos los trabajos que Mariscal ha realizado en el terreno del interiorismo. Siempre en colaboración con el arquitecto Javier Salas, con el que se complementa y equilibra fuerzas.
ROOM.- Desde el bar Dúplex (1980) a la tienda de H&M en Barcelona (2008), ¿cómo ha ido modificándose tu visión de los espacios en estos casi treinta años?
Javier Mariscal.-Supongo que ha evolucionado, o al menos eso es lo que deseo. Uno no está nunca en el mismo lugar ni en el mismo tiempo. Esas dos circunstancias me obligan a cambiar, a investigar en nuevas tecnologías y materiales que te ayudan a dar forma a ideas que antes eran irresolubles. Es cierto que se mantienen unas constantes, como la intención de ser fresco, positivo, calentito…
ROOM.- El Gran Hotel Domine de Bilbao probablemente sea tu proyecto más completo y ambicioso. ¿Qué supuso dentro de tu carrera?
Javier Mariscal.-Fue un proyecto muy excitante. Que te encarguen un hotel de cabo a rabo no pasa cada día. El cliente se arriesgó y eso es siempre muy positivo para el desarrollo de un proyecto, sea de la índole que sea. También fueron comprensivos y generosos y nos dejaron hacer. El hotel se conserva muy bien y eso nos da razones para pensar que se hizo bastante bien.
ROOM.- El restaurante Calle 54, actualmente cerrado y del que en ROOM hicimos un reportaje hace cuatro años, es otro trabajo sólido e impactante.
Javier Mariscal.-Es un espacio ambientado, inspirado y adecuado para el jazz. Lo hicimos con un espíritu parecido al que anima el mundo del jazz. Es una pena que lo cerraran. No siempre el diseño lo soluciona todo. Si no hay un proyecto empresarial que tenga sensibilidad no sirve de nada. Eran muchos socios y no salió bien, pero el local era inspirador.
Al frente de la empresa
ROOM.- Con una oficina de más de cuarenta personas, ¿qué criterio sigues a la hora de escoger a los creadores de tu equipo? ¿Qué ves en sus books para saber que son lo que buscas?
Javier Mariscal.-No le he hecho un casting a nadie en mi vida. Algunos empezaron como becarios, otros llevan aquí desde que empezamos. Por el estudio pasa gente que se adapta, que encaja con nuestra forma de hacer y gente que no. Me da igual que sean autodidactas o que tengan títulos, que sean chicos o chicas, franceses o bielorrusos, jóvenes o veteranos, lo importante es que sean buenos, que disfruten trabajando aquí, que entiendan de qué vamos, que haya sintonía.
ROOM.- ¿Qué porcentaje de un proyecto es tuyo y qué parte delegas? ¿Cómo es la creación con “otros”?
Javier Mariscal.-No voy a dar porcentajes, no sé en qué medida lo son. Lo que sí te puedo decir es que todo empieza con un dibujo mío y acaba con mi aprobación. En medio hay un proceso complejo, de pasar mis ideas a sus manos. Por un lado, me gusta que se sientan libres y por otro, controlo mucho. Somos un equipo, para bien y para mal.
ROOM.- ¿En algún momento has sentido que Mariscal se diluye en el proceso de producción? Es decir, ¿ha habido alguna vez conflicto entre el Mariscal-creador y el Mariscal-empresario?
Javier Mariscal.-El Mariscal empresario no existe. Existe mi compromiso con la empresa, pero no creo ejercer de empresario. Si hay tanta gente es precisamente para liberarme de parte del proceso de producción y poder centrarme en la creación.
Cine, libros, viajes
ROOM.- Ahora estás acabando una película de animación con Trueba, ¿verdad?
Javier Mariscal.-A ambos nos gusta el jazz latino. Cuando Trueba nos encargó los créditos y el cartel del documental Calle 54 tuvimos claro que queríamos hacer una peli juntos, con la música que nos gusta, con escenarios en Cuba, La Habana, Nueva York o Broadway. He colaborado con el guión y en todo el concepto de creación de personajes y fondos.
ROOM.- Además de este film, ¿qué proyectos estás desarrollando?
Javier Mariscal.-Quiero hacer otra peli de animación, y estamos trabajando en un libro para Phaidon sobre mi trayectoria y la del estudio. Y en varios diseños de producto y de web. Y pronto va salir publicado un libro, Sketches, que es de obra personal y que lo edita Nueva Era.
ROOM.- Durante años viajar ha sido una de tus fuentes de inspiración. Ahora, con proyectos por medio mundo te mueves con más intensidad. ¿Sigue siendo el viaje una forma de sorpresa, de renovación?
Javier Mariscal.-Sí, claro, nunca hay que parar de viajar, de moverse, de ver y escuchar. La inspiración llega trabajando, pero también viajando.
ROOM.- Para acabar, ¿cómo se ve el mundo desde casi los sesenta? ¿Hay mucha más sabiduría que hace treinta años?
Javier Mariscal.-Hay mucho camino andado y menos por recorrer. Me gustaría creer que soy más sabio, pero tal vez sea más tonto. Una cosa es la experiencia y otra la sabiduría.