Tres estudios con base en Barcelona están redefiniendo una frontera cohabitada por arte y arquitectura. Consolidan espacio de resitencia para el ciudadano contemporáneo a través de lenguajes saturados de texturas y color, pero sobre todo plagados de reinvenciones espaciales y conceptualización política.
Room Diseño ha hablado con los fundadores de MAIO, Takk y Studio Animal con el fin de descubrir las herramientas que nos ofrecen para relacionarnos de una forma nueva con el mundo.
Los antiguos griegos entendían el arte como la habilidad de desarrollar una actividad productiva con destreza. Pero desde entonces se han hecho infinitas relecturas, de Leonardo a Warhol pasando por Baudelaire o Duchamp. Hoy tendemos a interpretarlo como la capacidad de generar lecturas inéditas de lo que nos rodea. Si esta tarea ya puede parecer ardua de por sí, imaginemos, además, cruzarla con una disciplina tan manoseada por la especulación inmobiliaria como la arquitectura. Nos encontraremos frente a un encaje de bolillos que solo puede ser tejido por profesionales con un discurso abierto, personal y muy coherente. Y esto es exactamente lo que hemos encontrado de la mano de los fundadores de los tres estudios de arquitectura con los que hemos hablado.
Establecidos en la ciudad condal, Takk, MAIO y Studio Animal comparten temas de discusión, áreas de interés y hasta el ojo que los mira, el fotógrafo José Hevia. Javier Jiménez Iniesta (Studio Animal) nos pone en antecedentes al describir su modus operandi, desprovisto de apriorismos: “Cuando hemos resuelto un proyecto, deja de interesarnos y pasamos a otra cosa. La identidad que ha ido construyendo el estudio creo que refleja bien esta actitud de comodidad ante la falta de certezas”. Dejemos las nuestras a un lado y acompañémoslos en la búsqueda de nuevos lenguajes habitables.
Intersecciones multidisciplinares
Lejos de creer en las diferentes disciplinas como contenedores estancos, plantean fértiles injertos de unas en otras: “Nos interesa relacionar la arquitectura con otros ámbitos, y no solo con el arte. En ella se mezclan muchas capas distintas: economía, política, legislación, los clientes y sus deseos, el contexto y la ciudad. Las grandes obras son capaces de conciliar toda esa diversidad. Paradójicamente, en muchas ocasiones una cierta claridad y sencillez expositiva y resolutiva pueden resolver simultáneamente todo ese entramado de capas”. Así explican desde MAIO su interacción con otras materias, donde se escuchan ecos de creadores como Michael Asher. No es extraño, por tanto, oírles aseverar que la arquitectura debería problematizar además de solucionar; y que es, o debería ser, una conversación infinita.
Para Studio Animal, artistas como Ellsworth Kelly, Franz Erhard Walther o Philippe Parreno son grandes referentes: “Acumulamos experiencias frente al arte contemporáneo que, de manera inconsciente, van construyendo un imaginario que sobrevuela el estudio. Nos interesa esta condición performativa siempre que genere un vínculo sensitivo y extraordinario entre espectador y espacio. Que sea un catalizador capaz de generar una atmósfera que permita este excepcional diálogo afectivo”.
Algunas veces son los mismos clientes los que se convierten en referentes artísticos, como en el caso del pop-up showroom que Takk diseñó en una nave industrial: “Las tres mujeres que iban a exponer su trabajo contaban con un potente discurso alrededor del cuerpo. Así, la intervención se fue consolidando en una forma envolvente fabricada en papel de plóter, que acompañaba al visitante desde una sugerente y sensual entrada”.
Studio Animal afronta sus proyectos desde mecanismos marcadamente arquitectónicos; y que esta conceptualización sea absorbida y comprendida por el usuario es un objetivo interesante: “El resultado podría ser un modelo que acabe borrando las fronteras entre objeto, espacio y usuario; un modelo capaz de generar afectos que propicien un nuevo sistema relacional de humanos y no-humanos”.
Cuerpo político
Quizás sea difícil imaginar que los arquitectos reciban amenazas de muerte, aparte de los que se ocupan de chuscas recalificaciones urbanísticas. Pero es lo que le ocurrió a Anna Puigjaner, de MAIO, cuando daba una conferencia que provocativamente había titulado La ciudad sin cocina: “Intentábamos entender cómo el desplazamiento de una habitación de la casa hacia el exterior, hacia la esfera pública, puede modificar la idea de ciudad. Nos interesan ese tipo de reflexiones donde lo conceptual, lo político y lo arquitectónico convergen. La ciudad no es una suma de artificios autónomos ni un archipiélago”, nos cuenta Puigjaner.
Esta posición, crítica con los automatismos de la sociedad, es recurrente en la práctica de Takk, que se alimenta de lo que enseñan los movimientos sociales: desde las capacidades de tejer vínculos en comunidad, hasta los principios feministas. Así, se sirven de todo tipo de dispositivos espaciales para recoser sociedades fraccionadas. En el curso que impartieron en la universidad de Alicante titulado Hotel de la precariedad, se estudiaba la relación entre el modelo de éxito de Benidorm, sus hoteles y el hedonismo: “Los estudiantes diseñaron, por ejemplo, espacios específicos destinados a sexo no normado, con la finalidad de crear nuevos vínculos entre las distintas facciones de la comunidad internacional de gais osos, que se encontraba segregada y deslavazada en grupúsculos sin interacción”.
Las tres oficinas comparten esta hiperconsciencia del momento social y cultural que vivimos. Para Studio Animal, pertenecemos al tiempo que nos ha tocado vivir, y la conciencia radical de esa contemporaneidad es fundamental para comprender nuestra posición en el mundo. Sostienen, a la par que Takk, que la arquitectura es probablemente la disciplina que menos ha sabido adaptarse a los cambios sociales: los modelos familiares, los protocolos profesionales y la manera en que nos comunicamos debería haber transformado radicalmente la concepción de los espacios que habitamos. “Seguimos viviendo en casas creadas para modelos familiares patriarcales, convencionales y caducos. El pensamiento ultracontemporáneo es una forma de activismo y una manera optimista de estar y de pertenecer comprometidos con el avance de la disciplina”, comenta Jiménez.
Todos apuestan por la arquitectura como una plataforma susceptible de acoger todo tipo de formas de vida. Esa forma de inclusividad puede conseguirse desde lo genérico o la abstracción: “En los edificios de viviendas que hemos desarrollado –afirma MAIO–, hemos luchado contra la idea de casa jerárquica, contra la idea de que una planta esté únicamente pensada para un modelo de familia arquetípico. Existen muchas formas de estar juntos, y la arquitectura debería ser lo suficientemente abierta como para permitirlo, aunque eso implique pelearse con una normativa que va en sentido contrario “.
Nuevas bellezas: articulando lo diferente
Al preguntarles por su definición de belleza, MAIO lo tiene claro, es exactamente lo mismo que hace 100 o 500 años, una construcción cultural que habitualmente excluye visiones alternativas y heterodoxas que se salgan del canon. Algo que comparte también Alejandro Muiño, cofundador de Takk, al explicar que el concepto de belleza se encuentra denostado en la sociedad actual: “El movimiento moderno, y sobre todo Ornamento y delito, de Adolf Loos, es machista y colonialista, ¡lo tiene todo! La arquitectura debe ser blanca, abstracta, neutra, pura. De machotes. La imaginería que imita es la de la máquina, no la de la artesanía”. Muiño es rotundo al respecto: que los trabajos ornamentales o florales se consideren menores, femeninos y evitables no es una realidad objetiva; es una cultura construida que podemos y debemos desmontar y volver a montar de manera diferente.
Studio Animal no sabe lo que es, pero sí lo que no es: lo bello no tiene nada que ver con la honestidad de los materiales, ni con la depuración de la forma, ni con las proporciones canónicas. Afirma incluso que la belleza podría ser deshonesta, alejada de los cánones y formalmente torpe. “En el estudio buscamos incansables la generación de escenarios bellos para la vida cotidiana, sin saber aún muy bien a qué nos referimos”.
La originalidad como lastre
A menudo, muchos clientes los buscan por la potente imagen que han creado en otras realizaciones anteriores. En esta era de inagotable bulimia instagramera, disponer de un buen fondo de selfis o conseguir muchos likes y retweets resulta muy atractivo para muchas marcas. Sin embargo, como nos comentan desde Takk, concepto y apariencia están íntimamente ligados: “La imagen de los proyectos está profundamente enraizada en reflexiones que van mucho más allá de simples juegos formales. No podemos repetir, como nos han llegado a pedir, ‘esas caligrafías en el espacio’, si no forman parte de una estrategia cargada ideológicamente”. Así, intentan deshacerse de una manida originalidad superficial para trabajar con temas como, por ejemplo, la consolidación de las identidades de una comunidad.
Por su parte, MAIO explora la generación de sistemas abstractos en varios proyectos. Por ejemplo, en una exposición para el Macba, en Rooms: No vacancy (su propuesta para el PS1 del MoMA de Nueva York), o en sus viviendas del Eixample. Aunque ellos prefieren llamarlas “las 110 habitaciones del Eixample”. La presión inmobiliaria les obligaba a diseñar un número disparatado de residencias; así, decidieron crear un edificio con cuatro por planta, con cinco espacios idénticos cada una. Ni salón, ni cocina, ni dormitorio, tan solo cinco áreas rectangulares iguales. Como en otros trabajos, el uso de las habitaciones no lo define el continente, sino el contenido. Evidentemente, el resultado final resulta flexible, espacialmente rico y completamente original gracias a la apropiación que cada usuario hace de cada sala.
Charles Moore y su Orden de los sueños sale rápidamente en la conversación con Studio Animal. Javier Jiménez ve en él ese aspecto de la arquitectura que liberaría al usuario de dogmas estéticos y uniría íntimamente el espacio interior con quien lo usa para generar tantos modelos espaciales como personas que lo habitan. “Nosotros explicamos a nuestros clientes que por mucha carga visual que tengan nuestros proyectos, sus arranques nunca están vinculados solo a criterios estéticos, sino que ante todo pretenden generar experiencias memorables”.
Observar el mundo a través del prisma formado por estos tres estudios nos devuelve una imagen fascinante de la realidad. Una sociedad más libre, más abierta, más optimista, mutable y comprometida. A pesar del carácter efímero de muchas de estas obras, el impacto de habitarlas nos parece perdurable e innegable. Como si estuviesen siguiendo la máxima de James Turrell: “Mi deseo es preparar una situación a la que te llevo y te dejo ver. Y se convierte en tu experiencia”.