Maiko Takeda, que pese a presentarnos esta colección de tocados como parte de su proyecto final de carrera del curso de sombrerería del Royal College of Art londinense, no es una diseñadora novel.
El hambre agudiza el ingenio, la carencia la imaginación. Durante la II Guerra Mundial y su postguerra la moda era un artículo de lujo por lo que se intentó desviar la atención de los raídos trajes hacia los sombreros. Los atrevidos diseños estaban creados por mujeres provistas de más entusiasmo que de medios. Cuanto más artística era la cabeza más esperpéntica la creación. Tanta fijación por decorar el coco se tradujo en una distorsión de las proporciones.
Es el segundo artículo en menos de un mes que ROOM dedica a composiciones exageradas para decorar la cabeza cuyas descripciones casan perfectamente con la definición del párrafo anterior. Por tanto: ¿las crisis son las nuevas guerras? Lo son. ¿Estamos a las puertas de una vuelta a los 40? No sería la primera vez: Yves Saint Laurent en 1971 dedicó su colección Primavera/Verano de Alta Costura a la privada década. Fue el primer fracaso de Saint Laurent, aunque durante el resto de los 70 el prêt-à-portter no bebió de otra fuente. Podemos decir que Maiko Takeda, objeto hoy de nuestro estudio, es –salvando las distancias- el Yves del 71. Chirría al principio, pero cala en el sentir del vestuario general.
Maiko Takeda, que pese a presentarnos esta colección de tocados como parte de su proyecto final de carrera del curso de sombrerería del Royal College of Art londinense, no es una diseñadora novel. La artista lleva dando guerra desde 2010, año en el que se graduó en Saint Martins con Cinematography, espectacular propuesta que habla de la transformación de las inmateriales sombras de la naturaleza en adornos corporales tangibles. Increíble.
Atmosphere Reentry, el proyecto que nos ocupa, está inspirado en las imágenes futuristas de la ópera de Philip Glass Einstein on the Beach, y a cuya representación asistió Maiko Takeda 36 años después de su estreno. La japonesa nos invita a adentrarnos en una nube, a vivir experiencias etéreas a través de sus nueve pedacitos de Atmósfera. Pedacitos que se alejan del sombrero tradicional y que están ‘tejidos’ con películas de plástico transparente, discos de acrílico y anillos de salto de plata. Takeda apuesta por explosivos tocados y viseras que desdibujan los límites de su espacio creando un cuerpo volátil de colores brillantes.
De haber vivido en la década de los 40, Maiko hubiese sido, sin duda, la mujer más distinguida, la que más sonrisas despertaría a su paso, la más resistente, la más positivista… Y es que entonces como ahora, la que opta por ir arreglada habla de una esperanza, de un jardín tras los brotes verdes. De un cielo azul lleno de nueves.