La Casa en el Aire, proyectada por Fran Silvestre Arquitectos, eleva la ligereza constructiva fusionándose con el paisaje gaditano. Una acción que se consolida gracias a los materiales de Porcelanosa, que aportan continuidad, resistencia y un lenguaje atemporal. Un equilibrio perfecto entre el diseño arquitectónico y la propia naturaleza.

Fran Silvestre Arquitectos traza un nuevo paisaje en Cádiz
Como una línea blanca en Zahara de los Atunes (Cádiz), la Casa en el Aire de Fran Silvestre Arquitectos parece haber sido trazada por unas manos invisibles. Una superficie etérea que rememora el armazón rectangular de la Casa Fransworth de Mies van der Rohe; un volumen suspendido donde la recta y la pureza geométrica crean una relación simbiótica con el océano atlántico al que se abre. Pero lo que termina por encajar su entramado constructivo en el lienzo costero es la apuesta por la blancura como lenguaje matérico: un recurso que aporta luz y transparencia, y que no podría haberse logrado sin los materiales del Grupo Porcelanosa.

La continuidad espacial en el material de Porcelanosa
Dentro de sus paredes somos testigos de las múltiples soluciones que ofrece la multinacional española: mobiliario de cocina Emotions de Gamadecor, encimera de Krion® K·Life 1100 o grifería de Noken, entre otras intervenciones. Pero el efecto integrador con este paraje se ha conseguido al dejar que el exterior entre a formar parte de la vivienda, y también al hacer que el interior pueda salir a la intemperie. Una premisa que busca la versatilidad y alta tecnología de los componentes, por lo que el empleo del pavimento porcelánico de gran formato Bottega White L ha sido crucial para otorgar esa continuidad visual y resistencia, usándose en ambos territorios de la casa y complementándose en la zona de fuera con el modelo Berna Acero en ambas colecciones de Porcelanosa.


Al igual que el resto del bloque residencial, terraza y piscina se erigen sobre un basamento que imita el color gris de las piedras locales. Es por ello que la utilización de Berna Acero en estos elementos potencia el vínculo natural a nivel cromático, pero también de textura, concibiéndose como una de las áreas prioritarias de todo el conjunto. Aquí, el paisajismo no se entiende como un añadido: es una extensión de la propia estructura que aterriza en la percepción ingrávida de la piscina, punto de reunión social. Así surge este nuevo horizonte, donde la maestría de Fran Silvestre y las prestaciones de Porcelanosa nos ofrecen una reinterpretación sobresaliente del racionalismo arquitectónico más contemporáneo.

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