El creador ruso Dmitry Morozov desarrolla esta sofisticada máscara tecnológica como soporte vital frente a la muerte. Es un instrumento pasivo que se activa por el aire que exhala el individuo.
Según el volumen e intensidad que desprendemos, se inicia el proceso generativo del sonido que emiten los tubos metálicos de este órgano. Dmitry Morozov lo llama Last Breath por las frágiles experiencias emocionales que ha vivido. El diseño se reduce al uso simbiótico entre el objeto y el ser humano, toda una metáfora sobre la existencia: la retroalimentación de vivir gracias al impulso de una máquina que nos mantiene encendidos al ritmo de un suspiro.
Fotos: Anna Kortyukova