Una recreación a escala natural de una habitación de hotel, la Chambre 202, Hôtel du Pavot de la estadounidense Dorothea Tanning pone fin al recorrido de la exposición Formas biográficas: construcción y mitología individual que hasta el 31 de marzo alberga el museo Reina Sofía de Madrid. La muestra trata el modo en que algunos artistas abordan la reconstrucción biográfica, muchos de ellos desde la creación de territorios propios que interpretan la genealogía y el espacio “real” del que provienen. Es curioso cómo en este contexto, la instalación de Dorothea Tanning es una pieza clave, aun rehaciendo un entorno alejado de la familiaridad que se atribuye a los espacios biográficos. Pero tal habitación de hotel no existe, el filtro de la autora la ha vuelto un decorado, un universo absolutamente propio.
El encontronazo con este lugar supone una parada desconcertante. El espectador “espera” ante un cubículo (al que no puede acceder) iluminado por una bombilla desnuda. Una vieja puerta de madera anuncia el número de habitación. Dentro, una escena también paralizada, encajada entre tres paredes recubiertas de una tela roja con estampados decimonónicos. Los personajes principales que habitan la estancia resumen el trabajo escultórico de Dorothea Tanning: cinco “esculturas blandas”, híbridos de formas orgánicas y enseres doméstico elaborados con tela y lana de relleno. Tres de estas piezas, las que aguardan sobre la alfombra y la moqueta, en lo que tienen de mobiliario, serían un sillón, una mesa y una chimenea. Pero esta naturaleza objetual es compartida con la extrañeza de unos volúmenes que dejan entrever extremidades humanas, proyectando la alucinación de que por la chimenea salgan (o entren) algunos miembros, otros se derramen desde el sillón o una forma femenina se recueste sobre la mesa. Las dos figuras restantes alcanzan lo explícitamente humano -lo propicia el tono rosáceo del tejido y una anatomía bastante definida-, aunque se colocan donde no les corresponde volviendo a fusionarse con el decorado: ambos torsos salen de la pared.
En una etapa tardía de su polifacética carrera, Dorothea Tanning trasladará las temáticas más recurrentes en su pintura (enmarcada en el surrealismo) al formato tridimensional. A partir de 1969 se sumerge en cinco años de creación escultórica en los que revisará, a partir de la proclamación de la tela como su material noble, algunos términos tradicionales de esta disciplina como la rigidez y la perdurabilidad. La función de los muebles que representa es también cuestionada: la fragilidad se adueña de elementos domésticos que fueron ideados para sostener(la). Estas no son obras amables. Pese a esa blandura, estos híbridos son símbolos de violencia; hay violencia en el contacto de los cuerpos estrellados contra la pared de la Habitación 202, la hay en las mutilaciones sugeridas, y en cómo afronta Dorothea Tanning lo efímero de estos, sus objetos: como un modo antinatural de sobrevivir a la herencia.
Visita la web de la exposición Formas Biográficas en el Museo Reina Sofía