Con el seudónimo de lacabezaenlasnubes, Fran Rodríguez ha encontrado un hábitat profesional liberador en el collage fotográfico a través de paisajes extraños y pequeños viajes temporales.
La belleza misteriosa de lacabezaenlasnubes
“Cuando miras largo tiempo a un abismo, también este mira dentro de ti”, escribió Nietzsche en Más allá del bien y del mal (1886). Esta frase bien podría ser una maldición mitológica que nos ha afectado a todos desde el primer paso que dimos como especie sapiens. Probablemente no hay nada más abrumador que el reflejo de nuestra insignificancia, cuando alzamos la vista hacia el cielo y nos arrolla la sensación de perdernos en la eternidad como lágrimas en la lluvia.
Ese abismo —físico— que nos rodea y que simultáneamente nos define —metafísico—ha sido fuente de inspiración filosófica, científica y, por supuesto, artística. Coordenada intelectual que ahonda en la duda y en la belleza de lo desconocido; coordenada en la que Fran Rodríguez (Cantabria, 1980) conforma sus paisajes imposibles y, sin embargo, de alguna manera veraces; tan extraños como cotidianos para los ojos de quien se adentra en ellos.
Collage de armonía milimétrica
Con el seudónimo de lacabezaenlasnubes, este diseñador gráfico ha encontrado un hábitat profesional liberador en el collage fotográfico, a través de obras que le han reportado un subrayable reconocimiento en el ámbito creativo, principalmente por sus trabajos para diferentes bandas de música alternativa, como la aclamada portada del disco Pacific Daydream de los californianos Weezer. Alejado de postulados histriónicos y de efervescencias visuales, su apuesta es una expresividad mesurada que nos sumerge en pequeños viajes temporales, en los que contemplamos a individuos ensimismados que se fusionan con la naturaleza, el cosmos y, en ocasiones, con arquitecturas descontextualizadas.
Los resultados de sus composiciones son tan depurados que ofrecen una impresión muy realista, como si fueran instantáneas sin ningún tipo de edición. Pero lo cierto es que en su mayoría son piezas desarrolladas digitalmente a partir de retales de bancos de imágenes, de fotos antiguas y de otras propias, así como de multitud de texturas. Retales que se acoplan con armonía milimétrica. Tal vez ese sea el secreto del magnetismo de su producción: un acabado exquisitamente real de secuencias completamente surreales, en las que todo lo que ocurre desafía las leyes de lo posible.
Una obra gráfica llena de referencias
En su porfolio se distinguen reminiscencias conceptuales de la ciencia ficción clásica y de las vanguardias del siglo XX. También, formalmente, asoma la influencia del colectivo Hipgnosis, autores de algunas de las portadas más innovadoras de la historia del rock —entre otras, las de Pink Floyd—. En sus últimas propuestas observamos una tendencia hacia aspectos más próximos a la ilustración que a la fotografía, con cromatismos más saturados y, por tanto, con una apariencia más artificial; escenas con un tono místico, que recuerdan a la pintura metafísica de Giorgio de Chirico y que, paradójicamente, desde mi perspectiva, pierden cierta originalidad e intensidad expresiva.
Lacabezaenlasnubes utiliza las mismas herramientas tecnológicas que millones de diseñadores y creadores gráficos, pero recorre un camino creativo muy distante de la tumultuosidad y de los efectismos mayoritarios. Un sendero que a través de lo onírico alcanza, en algunos instantes, el siempre esquivo y volátil territorio de lo poético.
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