El pasado jueves 29 de mayo se celebró, en la sede de la Casa de la Arquitectura de Madrid, la entrega de la primera edición de los premios que la institución ha bautizado con su propio nombre. El galardón seleccionaba a un número de finalistas entre más de 500 propuestas para 6 categorías diferentes: Cohesión, Adaptabilidad, Innovación, Acción Pública, Efímeras e Investigación.
Expectación y nervios en La Casa de la Arquitectura
En la entrada, arquitectos de varias generaciones del panorama nacional se deseaban suerte: hay algo de emocionante en las entregas de premios a las que se llega sin conocer al ganador. La gala de esta primera edición se celebró bajo la sombra de los grandes árboles que ya crecen en el patio de Nuevos Ministerios. Un acto corto y entretenido, presentado por el humorista Joaquín Reyes, donde se fueron oyendo los nombres de los proyectos galardonados.
La Casa de la Arquitectura valoró rehabilitaciones de entornos naturales, trabajos documentales, edificación o acciones cooperativistas entregando unas estatuillas creadas por el artista Luis Úrculo. Y la variedad tan amplia de categorías mostraba una diversidad igual de grande en los premiados, quizá por ello tres de ellas —la mitad— se resolvieron ex aequo. Así, encontramos que el premio de Cohesión fue para Calle post industrial (Harquitectes); el de Adaptabilidad se lo llevó Utopía compartida (Lacol); Investigación lo obtuvo Atlas de la desaparición (Oficina de investigación documental); Innovación lo compartieron Raw Rooms (Perís y Toral) con Palimpsesto (Ted’A arquitectes); Acción pública lo consiguió Canterería no duermas (Silvia Párraga) y Plaça Mayor (Un Parel d’arquitectes); mientras que Efímeras se destinó a Un tívoli par Lluèrnia (Josep Ferrando) con Escuela Waldorf (Urko Sánchez).

La Casa de la Arquitectura elogió con orgullo la buena salud de la profesión, de la producción de los estudios y de la sensibilidad que se respira en el país. Varios de los discursos de agradecimiento mencionaron, expresamente, la dosis de paciencia y de confianza que se necesitan en un cliente para hacer posible cada uno de los encargos. Resulta llamativo que la mayoría de estos clientes provienen de una misma región. La calidad de la arquitectura del levante fue claramente reconocida en el pabellón español de la bienal de Venecia, y ha vuelto a destacar en este evento. ¿Es acaso mejor o es la que más le gusta a los arquitectos?


Abrir las puertas de La Casa de la Arquitectura
Antes de empezar a pensar en el debate inmediato sobre la imparcialidad del jurado, habría que preguntarse por qué si Madrid y Barcelona son las provincias que más vivienda construyeron en 2024 —al manejar, además, más recursos— el número de galardones está tan descompensado. Estamos acostumbrados a ver cómo las operaciones urbanísticas complejísimas de la capital se cuelan en las secciones de economía de los diarios, sin que dejen apenas rastro en los medios de arquitectura.


No podemos dudar del talento de los estudios madrileños ni de la herencia cultural de la primera escuela de arquitectura del país; pero sí podemos pensar en un cambio de intereses de las instituciones o, por lo menos, de su forma de transmitir las bondades de sus proyectos. Ha llevado un tiempo considerar que la calidad arquitectónica de nuestro país tiene algo que aportar al contexto internacional. Queremos ser capaces de aplicar el conocimiento, las referencias y el talento de esta generación de arquitectos y explicar el efecto que pueden tener en el paisaje, en la industria o en el mercado. Queremos abrir a todos las puertas de La Casa de la Arquitectura.
