Con un discurso audaz e imaginativo, el arquitecto Héctor Ruiz-Velázquez intenta resolver el gran problema de la casa actual: la escasez de metros cuadrados. Para conseguirlo, en sus proyectos le saca partido a la curva y piensa en la vivienda no como una superficie plana, sino como una unidad cúbica. He aquí tres de sus trabajos más acertados.
HÉCTOR RUIZ-VELÁZQUEZ | INTRO
Portorriqueño de nacimiento, Héctor Ruiz lleva viviendo en España desde el 92. En menos de veinte años ha trabajado con Rafael Moneo, Alberto Campo Baeza y Javier García en proyectos que han ido desde la arquitectura y el urbanismo, a la imagen corporativa o el diseño de producto, pasando por el interiorismo o los espacios efímeros. Un currículum que pone en evidencia la versatilidad de este arquitecto formado entre las universidades de Puerto Rico, Harvard, Columbia y la Politécnica de Madrid, y que cuenta entre sus clientes con nombres como Formica International, Whirlpool, Saloni, Foster Hollywood, Ascer, Ribs, Brugal…
“No hay que estar preso en nuestras propias casas”, ha dicho en más de una ocasión este admirador de los holandeses UNStudio, con los que comparte una visión fluida de la arquitectura. Una flexibilidad espacial que vemos en estos tres apartamentos firmados como Héctor Ruiz-Velázquez Architecture y que él mismo ha definido como “casas sensoriales que abren los espacios”.
Con planteamienntos diferentes, cada uno resuelve a su manera el problema de la escasez de metros en la vivienda actual. Por un lado, desde el organicismo de la curva, una estrategia formal que está empezando a marcar cada vez más su estilo creativo. Y por otro, con dos prototipos concebidos en metros cúbicos para aprovechar la altura. En definitiva, tres propuestas que, además de salvar la precariedad de unos interiores reducidos, “fuerzan, según el propio Héctor Ruiz, los límites del pensamiento de la gente que los habita”.
ÁTICO RUIZ-MAASBURG
“En casa del herrero, cuchara de palo” es un refrán que no siempre se cumple, al menos en el domicilio del propio Héctor Ruiz-Velázquez. Un manifiesto de lo que él entiende por vivienda, a saber, un espacio de experiencia global. Un lugar donde todo es aprovechable y donde se desconocen las zonas residuales. Desde el umbral, se percibe dinamismo en el conjunto del piso: distribución, techos, suelos… todo se integra en un mismo movimiento que revela que la casa no se resuelve como una sucesión de lugares parcelados. Así lo confirma el autor: “las necesidades de mi esposa y mías fueron siempre las de vivir en un hogar totalmente fluido y con mucha luz natural, a ninguno nos gusta los hogares de espacios encapsulados”. Esta agilidad se plasma desde el pasillo sinuoso de la entrada. Curvo y de techo rebajado, es la gran introducción a un programa en blanco con pinceladas negras. Este cromatismo es pura herramienta de diseño para jugar con la sensación de cercanía y profundidad en todas las áreas salvo en la habitación infantil y el baño adyacente que añaden el verde a sus paredes.
En un piso de tan sólo 60 m2 y 50 m2 de terraza, Ruiz-Velázquez era consciente de la necesidad de aprovecharlo todo, según lo comenta él mismo: “la conquista del metro cuadrado es una de las máximas preocupaciones en este tiempo de precios inasequibles, y la escasez de superficie en las ciudades ha provocado una redefinición de los lugares que habitamos”. Para ello usa trucos de escenografía como la ondulación de las paredes, con la que forzar perspectivas e imprimir fluidez. Por otro lado, con la eliminación de barreras arquitectónicas, se potencia la entrada de luz natural desde la terraza totalmente integrada, aumentando de este modo la sensación de amplitud.
El resultado es un objeto arquitectónico envidiable que resuelve la paradoja de eliminar el estatismo de una vivienda a través de un armazón curvo: un soporte escultórico que no sólo da posibilidades al espacio (conteniendo armarios, baños o cocina), sino que en palabras de los propietarios, “humaniza las formas geométricas de la arquitectura y les transfiere leyes estructurales de la naturaleza”.
CASA CERÁMICA
Esta propuesta nace como un encargo de ASCER, la Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos, para crear un espacio innovador con materiales cerámicos sostenibles. El resultado se presentó en el ático de un edificio emblemático en la edición 2010 de Casa Decor Madrid. Se trata de un objeto tridimensional, un juego de superposición y ensamblaje de distintos planos que se unen conformando una casa global y cúbica, donde se multiplican los metros habitables de su pequeña superficie.
Las estancias se diferencian por los niveles en que se sitúan. El visitante sube o baja para acceder al salón, al dormitorio o a la cocina, adquiriendo una nueva experiencia física de habitabilidad. Todo invita a experimentar el movimiento en cualquier dirección. En este contexto, la cerámica potencia la continuidad entre un área y otra mediante el uso de elementos rectangulares alargados tanto para los suelos como para las paredes. Además, los tonos claros ayudan a captar la luz natural propiciando una sensación de armonioso equilibro en todo el conjunto. En Casa Cerámica se apuesta por una arquitectura transportable que lleva al límite las posibilidades constructivas de este material. De hecho, se puede poner en seco, sin ningún tipo de pegamento (lo que reduce la suciedad durante la instalación), y se puede también desmontar para ser reutilizado al 100% en otro proyecto o en otra parte de la casa. La mudanza no se plantea sólo con los muebles sino también con los propios azulejos.
Aunque sea sólo un prototipo para una feria, la propuesta plantea las premisas de la vivienda contemporánea: flexibilidad espacial para cubrir necesidades cambiantes y nuevos hábitos. En esta pequeña residencia, se siente amplitud, y la luz consigue convertir el conjunto en un volumen absoluto.
CASA ORIGAMI
La cuadratura del círculo o la trisección del ángulo son problemas de geometría clásica que no se pueden resolver en la doble dimensión de un dibujo con regla y compás, pero sí con la ayuda de la papiroflexia u origami en su término japonés. Y como cuadratura del círculo puede considerarse el hecho de que quepan en un apartamento de 48 m2 todos los servicios de una residencia de 100 m2. La Casa Origami es la respuesta de Ruiz-Velázquez al desafío que le plantearon desde Whirlpool, la marca de electrodomésticos para la que concibió El pliegue habitado, título del proyecto que nos ocupa, con motivo de la celebración de Casa Decor Barcelona. Inspirándose en la multiplicación de planos que permite la papiroflexia, la Casa Origami trata de aprovechar al máximo la superficie y de resolver, de nuevo, la paradoja de crear dinamismo en un espacio hermético: “porque no hay nada más dinámico que un pliegue triangular suspendido (…), hemos pretendido meter un arquetipo dinámico en un contenedor estático”.
La propuesta de Ruiz-Velázquez funciona como un mueble habitable, como un modelo que parece desafiar las leyes de la gravedad ya que “las formas plegadas se podrían entender como una etapa intermedia entre el plano proyectado y la obra terminada”. La Casa Origami incorpora este estadio intermedio en un diseño futurista. El salón se cobija bajo un ala de la escultura que alberga arriba el dormitorio. A un lado del salón, el comedor se comunica directamente con la cocina y su frontal de electrodomésticos. Unos peldaños más abajo se encuentran el cuarto de baño y, detrás del poyete, la zona de lavandería. Del otro lado, unos escalones que nacen frente a la estantería-botellero llegan hasta el dormitorio. La percepción espacial varía según el recorrido tomado, subrayando la apertura de las áreas comunes y el recogimiento de las más privadas. Y todo bajo el eje de un triángulo escultórico dentro de una vivienda que de nuevo es pensada en términos cúbicos para rentabilizar las limitaciones del cada vez más precario suelo urbano.
Fotografías: Pedro Martínez – www.fotoarquitectura.es