La diseñadora española Inma Bermúdez nos cuenta la importancia de la historia detrás de la lámpara Parentesi de Achille Castiglioni para Flos.
En estos momentos me encuentro sentada en una silla de los abuelos de Moritz, mi pareja en lo laboral y en lo personal, mi otra mitad y mi punto de apoyo. Cuando vino desde Alemania a nuestra casa en el campo, trajo consigo multitud de pertenencias: objetos de su familia, recuerdos, mobiliario… Entre ellos, la mesa de comedor y estos asientos. Ahora que nos hemos mudado de nuevo, muchas de esas cosas siguen con nosotros; también la lámpara Parentesi de Achille Castiglioni, aunque esta vez la hemos fijado a la pared y no al techo.
Esta luminaria tiene una historia que me fascina. Empieza con la prematura muerte del ingeniero Pio Manzù en 1969. Él había inventado el Fiat 127, ese vehículo polivalente que llegó a convertirse en un icono del transporte. Tras su fallecimiento, la viuda tuvo la brillante idea de enviar algunos de los dibujos de su marido a Achille. Y, de entre todos, uno en particular captó su atención: un cilindro metálico con unas ranuras por donde salía la luz, que encajaba en una varilla de suelo a techo.
Gracias a un simple tornillo, la pieza podía girar, subir y bajar. Castiglioni —como años después haríamos todos— se enamoró de esta propuesta por su humildad, flexibilidad, concepción y ligereza; y decidió desarrollarla junto a los técnicos de Flos, sustituyendo la varilla por un cable que, al ser desviado por un tubo, provocaba fricción y permitía eliminar el tornillo de Pio.
Parentesi es un claro ejemplo de codiseño: tú la compras, la montas y la desmontas. Si te mudas, la desenganchas del techo, enrollas el cable y os vais juntos a vuestro nuevo hogar. Además, es sostenible: funciona con una bombilla común; es fácil reemplazarla —algo que no siempre es posible con muchas luminarias led— y está compuesta por muy pocos elementos, para que se pueda desajustar y reciclar rápido y sin complicaciones. Y, por si esto fuera poco, su embalaje es compacto, pequeño y ligero, reduciendo costes de transporte y emisiones. ¡Es perfecta!
Me resulta muy curioso y conmovedor pensar que en ella colaboraron de manera indirecta dos genios, dejando una huella imborrable en el mundo de la iluminación. Su estética sobria y minimalista resume muchos de los principios del decálogo de Dieter Rams; principios que, hoy en día, son fundamentales en mi trabajo: la Parentesi es comprensible, honesta, funcional y discreta.
Con este tributo, celebro un icono que encarna un espíritu atemporal. Es un recordatorio de que lo sencillo y bien concebido tiene el poder de trascender modas y tendencias. Para mí, es mucho más que una luminaria: es una compañera fiel que sigue iluminando mi camino y el de aquellos que, como yo, creen en el poder transformador del buen diseño.
