Para su 60 aniversario, Flos ha decidido hacer una reedición en cristal, la Arco k. Este material, además de la transparencia, le aporta un gesto rotundo. La convierte en un diamante y la lleva más allá.
Desde pequeña, viví rodeada de piezas de mi padre sin darme cuenta de que era un maestro del diseño. Crecí entre ellas como una niña que corre y juega, sin estar atenta. En realidad, aprendí a admirar su obra muchos años después, cuando abandoné la geología para estar al frente de la Fundación que lleva su nombre: en esa labor de investigar y descubrir las capas y capas de información sobre las que se ordena su producción.
Aunque es un objeto fascinante, nunca viví con la lámpara Arco en casa. Fue una luminaria muy bien diseñada, perfecta; nació en 1962 y tuvo un éxito increíble. Desde la distancia en el tiempo, pienso que su proceso de creación fue muy interesante. En primer lugar, era fundamental que el desarrollo estuviera supervisado por la oficina técnica de Flos. Hoy, cuando un proyectista se licencia lo hace conociendo muchos aspectos de la fabricación.
En su época, mi padre fue un amante del trabajo manual, pero no podía saberlo todo. Luego estaba el paso posterior: cuando el resultado estaba listo, hacía mesas redondas con los vendedores para explicarles el proyecto. Es primordial saber contar un relato, y Arcoes una narración en sí misma que yo también he tenido que aprender a contar. La palabra es esencial si hablamos de diseño.
Para su 60 aniversario, Flos ha decidido hacer una reedición en cristal, la Arco k. Este material, además de la transparencia, le aporta un gesto rotundo. La convierte en un diamante y la lleva más allá. Podría decirse que esta lámpara ha crecido y crecido, y lo ha hecho al margen de su creador.
Porque el diseñador diseña, pero después es el producto el que construye su propia historia. Arcoha llegado a miles de casas y ha entrado en muchos museos, sin que esto último formara parte del pensamiento de mi padre. En este sentido, Arcotiene su propia vida. Una vida que avanza y que, 60 años después, no se ha interrumpido en su camino hacia el futuro. Ya veremos dentro de otros 60, aunque yo creo que no envejecerá.
Tal vez en su evolución, termine siendo un holograma o nos acompañe si acabamos viviendo en la Luna. Hoy por hoy, sigue emocionando y, durante mucho tiempo, será un icono vivo de la forma. | Giovanna Castiglioni