Fondo Supper Club. De la galería a la mesa

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La traducción del término supper club sería algo así como un “club de cena”: una reunión íntima donde la comida, preparada por profesionales o no, se convierte en el centro de atención. Algo similar a un restaurante clandestino en una casa o en una galería, o en cualquier otro espacio que habitualmente no esté destinado a la hostelería. La escena de supper clubs florecía en el Londres prepandemia y ahí está el germen de Fondo.

El origen de Fondo Supper Club

Silva Nora, artista y performer, aterrizó en la capital británica con una beca Erasmus y decidió trasladar su expediente para terminar la carrera de Bellas Artes. Cuando llegó el momento de ganarse la vida, quiso formarse como cocinera para no comprometer su actividad artística; podríamos decir que su vocación la llevó a la cocina. Se licenció y viajó por Latinoamérica durante meses, descifrando cada lugar que visitaba por medio de sus platos. Ahí entendió que, aunque su mundo era el arte, ella lo miraba todo a través de sus fogones. Volvió a Londres y consiguió trabajo en la cafetería del Royal College of Art, donde se ganó a profesores y estudiantes a base de recetas calientes. Un año más tarde ingresaba como alumna en el Máster de Escultura de la prestigiosa institución. Sí, la cocina la trajo de vuelta. Puso en marcha un supper club con una compañera, lo que les permitió mantenerse durante los dos años que estuvo en activo. La revista Time Out lo reseñó entre sus recomendaciones, pero con el confinamiento en 2020, los supper clubs desaparecieron.

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Fundación Arquia. Foto: Ángela Losa

Y así nos plantamos en 2022 con Nora de vuelta en Madrid, donde una noche se encontró con su amiga Belén Cabello en una fiesta. Belén tenía un encargo de Mayrit Bienal —la cita madrileña que fusiona diseño, arquitectura y arte contemporáneo— y Nora le propuso hacer una cena. Sara Oldenburg, compañera de piso de Belén, se incorporó como sumiller y les presentó a Marta Moya, chef. Hicieron un primer evento piloto y así fue como surgió Fondo Supper Club.

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Foto: Daniel Jordán Pompa
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Casa Antillón. Foto: Antártica Estudio

Fogones performativos

Fondo celebra cenas privadas que giran alrededor de un tema. Desde la obra de un artista —en el contexto de una galería de arte—, hasta colaboraciones con marcas como Loewe, que ha requerido sus servicios para hacer de sus presentaciones una experiencia que vaya más allá de lo visual. En este caso, se trató de un banquete centrado en el eje intestino-cerebro que ponía de relevancia el acto de comer como una transformación de un cuerpo que ingiere su entorno y lo procesa. La consigna era el cambio constante como símbolo del paso del tiempo. Otra acción, Superorganismo, se organizó en el marco del festival Me gustas pixelad_ en la Casa Encendida. El catering se inspiró en la novela distópica Contra la libertad, del colectivo catalán Juan de Madre, en la que se sirvió un menú que emulaba las texturas del moho o de la piel humana.

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Supper club. Foto: Cristina Góngora
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Mayrit. Foto: Asier Rua

Las cuatro socias de Fondo tienen estudios de diseño y artes visuales y, sus eventos, un pie en lo performático. Para ellas, la comida es el fundamento principal y punto de partida, pero el espacio, la iluminación y el resto de los elementos forman parte del discurso. En su trabajo, cooperan con diversos artistas y creativos como los también madrileños Casa Antillón, que han desarrollado una cubertería rizada —que recuerda a los tenedores de Bruno Munari— o un mantel con forma de estrella de cinco puntas, cada una de ellas para un comensal. En esencia, Fondo traduce a un lenguaje culinario ideas más o menos complejas, de manera que con su propuesta saboreamos pensamientos, masticamos emociones y tragamos territorios.

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Mayrit. Foto: Asier Rua

De momento, su labor ha tenido una gran aceptación, y sospechamos que este formato puede pegar con mucha fuerza en un Madrid cada vez más turistificado y gobernado por hosteleros que exigen un pago con la reserva y nos levantan de la mesa a la hora y media de sentarnos. Los supper clubs, con Fondo a la cabeza, podrían revitalizar esta escena gastronómica cada vez menos emocionante. Esperamos que el proyecto de estas cuatro mujeres sea el principio de algo muy interesante con esta filosofía de crear “situaciones comestibles”.

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