Piet Hein Eek. Eindhoven

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Piet Hein Eek

Reciclar es uno de los gestos más cotidianos de nuestra vida moderna. Pero pensar que detrás de lo que tiramos pueden hallarse objetos de diseño, resulta difícil de concretar. Esa vuelta de tuerca la llevan a cabo creadores como los ingleses JamesPlumb o el neerlandés Piet Hein Eek. Desde hace veinte años, éste último realiza piezas sorprendentes y exclusivas con materiales abandonados.

Al imaginar un mobiliario, los diseñadores idean los procesos de fabricación, los componentes, los tiempos y los costes. Sin embargo, el recorrido de Piet Hein Eek es distinto. Casi se podría decir que empieza por el final. Selecciona muebles y materiales sin uso. No trata de rehabilitarlos o descubrir la belleza tras la mugre o las polillas. Lo suyo es concebir algo nuevo amparado en un discurso sostenible. Al igual que el arte povera en los sesenta, Piet busca un nuevo sentido estético, dota de función a lo desechado y le da un mensaje ideológico siguiendo un trabajo artesanal y personal con cada objeto.

Desde que se graduó en la Escuela de Diseño de Eindhoven hace 20 años con el proyecto Scrapwood Creations (literalmente creaciones con maderas descartadas), Piet Hein Eek ha realizado armarios con ventanas, sillas y sillones con láminas de otros muebles, mesas y lámparas con tuberías viejas y podríamos seguir con una larga lista. Pero este relato del cómo es lo de menos. Lo más característico estriba en la elaboración de un lenguaje contemporáneo mediante elementos de otras épocas. Él consigue aportar sentido al caos de los residuos y organizar un recorrido sensible con cada pieza.

“Estamos acostumbrados a ver muebles hechos perfectamente y que todos tengan el mismo aspecto. Me pareció que esto dejaba un espacio para lo imperfecto. Entonces pensé: si haces un mobiliario sencillo con materiales naturales y este envejece, seguirá siendo bello y su valor estético nunca disminuirá.”

La imperfección como medio para perdurar en el tiempo, para crear clasicismo con lo más denostado por nuestra sociedad consumista, es un reto que Piet Hein Eek logra superar en cada proceso. Y para darle total coherencia a este modus operandi, el diseñador tiene su base de operaciones en la fábrica que Philips abandonó en Eindhoven y que él convirtió en The Factory. Allí aloja su taller y su showroom, pero también invita a otros artistas a trabajar para dotar la antigua nave industrial de un aura creativa y de cohesión estética y social.

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