El artista floral Azuma Makoto trabajó en el popular mercado de flores Ota Market, en Tokio, al mismo tiempo que tocaba en una banda de música. Hoy sus creaciones transitan por el terreno del diseño, la moda y el arte como objetos escultóricos, performances o instalaciones, en las que el elemento vegetal es el protagonista absoluto.
Culto a la belleza de las plantas y cultura japonesa
Hay un rastro en el arte floral de Azuma Makoto de dos mundos aparentemente opuestos: el del rock y el del ikebana, un arte floral que rinde culto a la belleza de las plantas con un lenguaje sutil y escueto, y que recoge los valores tradicionales de la cultura japonesa. De un lado, la delicadeza de quien afirma haber heredado el afecto por la naturaleza de una manera tremendamente espiritual; de otro, el ruido desde el que crea Azuma Makoto, el de una sociedad muy distinta a aquella que durante cientos de años hizo de la botánica una musa en su tradición artística.
En el arte floral de Azuma Makoto, la naturaleza asume un nuevo papel con el que trasciende la estética, y lo hace a través de una narrativa que sigue siendo sencilla y contundente. Habla de tecnología, de ciencia y de historia de la botánica; las obras que componen la serie Paludarium podrían formar parte de un gabinete futurista de curiosidades.
En ellas rescata una tipología de ecosistema en miniatura similar a los terrarios, aunque en versión acuática, que estuvieron muy de moda entre las altas esferas europeas allá por el siglo XIX. Para esta versión actualizada hace uso de máquinas-cápsula, que constan de nuevas funciones al servicio del bienestar de las especies de bonsái que custodia y de sus necesidades más sofisticadas.
Una pieza de museo, diseñada para dar soporte vital, arroja un discurso en el que lo efímero y la muerte están muy presentes. Podrían haber sido estos mismos bonsáis los que viajaron al espacio en el proyecto Exobiotanica. En él, un ejemplar de estos miniárboles es lanzado junto a un globo especialmente equipado hacia la estratosfera, a 30 000 metros de altitud: todos expectantes ante la cuenta atrás, imágenes increíbles del arbolito en el espacio, del arbolito muriendo en el espacio, como la perra Laika. También en Iced flowers documenta la descomposición de plantas congeladas, y en varias ocasiones ha prendido fuego a abetos en una intervención artística. Son escenas hermosas y crudas también.
El arte floral de Azuma Makoto y el respeto por las plantas
Pero el artista floral Azuma Makoto no necesita justificar el respeto por la materia prima, y afirma que la belleza de su trabajo surge de quitar la vida. En definitiva, vivas o muertas, encapsuladas en un bloque de hielo o adornando una plaza, sus composiciones florales suponen una relectura de lo sublime. No ha buscado aportar una nueva dimensión al ikebana, pero lo ha hecho y ha contradicho los principios de una filosofía que invita a la intimidad y al recogimiento. Ha humanizado la botánica al ponerla al frente del show en acciones que podrían ser acontecimientos televisivos. Pienso en la serie Flower and man, donde un buzo, un luchador o un saltador en paracaídas aparecen extrañamente acompañados de un desmesurado ramo de colores.
Hablamos de arreglos florales que ocupan ahora el lugar de un objeto artístico en un museo y visten a modelos internacionales en pasarelas de moda. Parece que actuar en las contradicciones resulta el modo más honesto de traer al presente el mundo vegetal de Azuma Makoto, para abrir nuevos espacios de reflexión y explorar nuevas fuerzas expresivas de la naturaleza.
