El joven fotógrafo estadounidense Brendon Burton ha canalizado en Epitaph, su nuevo libro de fotografías tras su American Poetry de 2020, la realidad de Norteamérica que no muestra el capitalismo. Imágenes de la decadencia de un modelo en el que ni la naturaleza se puede permitir ser libre del todo, y donde lo onírico puede ser sencillamente otro ángulo con el que mirar este presente.
Congelar el surrealismo de Norteamérica
Como una canción de Nick Cave o Phoebe Bridgers. O una película de Paul Schrader o Kelly Reichardt. Estampas que contraponen lo más sagrado del cielo con la decrepitud de un progreso estancado y ponzoñoso, que congelan el eterno capitalismo de Norteamérica como un surrealismo que tiene poco de salvaje y demasiado de abatido. Hablamos de Epitaph, el último libro de fotografía de Brendon Burton, uno de los jóvenes artistas estadounidenses más destacados a la hora de mirar con afilada autocrítica a su país.
En el trabajo de Burton (Portland, 1994) los mundos no son gregarios. Acaso hilvanados por un ciclo que une un pasado derrotado y un futuro apocalíptico, volcado en un presente donde Norteamérica es una secuencia de errores imbatibles, que van explicando —como una brisa gélida— los usos rudimentarios del miedo a lo que hubiesen podido ser. Tampoco los protagonistas son plenamente libres; animales, hombres y edificios parecen sorprendidos por su cámara años después de haber perdido la noción del tiempo.
La luz del misterio en el libro de fotografía de Brendon Burton
La publicación —de la que solo saldrá una tirada limitada a mediados de octubre de 750 copias— se compone de 168 páginas encuadernadas en lino en 27×21,6 cm. La tapa dura está impresa en relieve y en todos los pedidos anticipados se asegura una copia única de una de las instantáneas.
En Epitaph no hay ciudades, sino sus despojos, las moscas que orbitan una tierra tardocapitalista y baldía, la luz misteriosa que se olvidaba de las esquinas en los escritos de T.S Eliot o William Faulkner. Retratos llenos de la fe en dioses en los que solo creyeron algunas áreas olvidadas. Pájaros, mamíferos y esqueletos congelados en historias imposibles de superación que no alcanzaron.La decadencia de un continente que no se detiene en enterrar la onda expansiva de su desastre; y para el que cualquier epitafio se quedaría corto de palabras, aunque seguramente no las entenderían sus nuevos conquistadores.
Durante una década, la realidad porfiada contra la carcoma, el musgo y la broza, lleva a Burton —quien pasó su juventud en una comunidad aislada— a revelar su interés por documentar la cara oculta de su propia sociedad. A explorar qué tienta a un pájaro a entrar en una casa que no sirve para ser nido, a dejar que la nieve consuma un todoterreno, a abandonar un culto religioso, a construir un granero o una mansión para que sean solo icebergs entre la bruma y la deforestación. Un libro donde la madera y la vida se dan cita en el mismo lugar: el ataúd de la despoblación.
Si te interesa la fotografía de lugares abandonados, puedes leer la reseña del libro de fotoensayo de David Robles Al final todo llega.
Un fotógrafo norteamericano nacido en 1994 y afincado en Portland, en el estado de Oregón. En 2020 publicó su primer libro de fotografía, titulado American Poetry.