El congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) tomará Barcelona en verano de 2026 por segunda vez en su historia. La vigesimonovena edición de este evento coincide, además, con el nombramiento de la ciudad condal como capital mundial de la arquitectura por la UNESCO. Se prevé que arquitectos de todo el mundo viajen para hablar del futuro de la profesión bajo la atenta mirada del peso del patrimonio. Copenhague ostentó ambos títulos en 2023 y sirvió de telón de fondo de todas las discusiones. ¿Cómo puede Barcelona recoger ese testigo?
El último verano en Barcelona
Durante 1996 en Barcelona todavía debía haber algo de resaca después de la fiesta de los juegos olímpicos. Se había trabajado durante muchos años para aprovechar la capacidad transformadora de un evento de este tipo. La ciudad tenía que presentarse como un puerto modernizado, que mirara al futuro con optimismo. Y cumplió. Cuatro años más tarde se celebraba en las mismas calles el XIX congreso de la UIA 14 000 arquitectos y estudiantes de todo el mundo se reunieron para asistir y hablar sobre el porvenir de la arquitectura en la urbe.

De aquella cita nos quedan algunos titulares, artículos, carteles, todo tipo de publicidad vintage y una foto de Peter Einsenman vestido con la camiseta del F.C. Barcelona, pasando calor delante de la fachada del MACBA. Esta dosis de nostalgia nos hace preguntarnos sobre qué podemos esperar que ocurra el próximo verano. Sobre si después de escuchar a Dorte Mandrup, Bjarke Ingels o Diébedo Francis Kéré en Copenhague, Barcelona podrá volver a ser ese anfitrión que todos esperan.

La distancia de Copenhague a Barcelona
Es un poco pronto para saber datos concretos sobre la programación del congreso. Se conoce el título, algunas de las sedes y el equipo curatorial. También que el CSCAE (Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España) continuará la labor institucional de organismos como la DAA (Danish Associtaion of Architects) o el DAC (Danish Architecture Center). Pero sobre lo que más podemos especular es acerca del escenario, de la calidad del lugar, de si Copenhague será ese antiguo novio que nunca se supera, se olvida por completo o se rememora con cariño.

¿Existen grandes diferencias entre la arquitectura contemporánea de Barcelona y Copenhague? Ambas comparten —como en la mayoría de capitales de cierto tamaño─ proyectos que tratan de redefinir y multiplicar las cualidades del entorno. La actitud que vemos en las superillas (Leku Studio) no es muy diferente a la de Konditaget Lüders (Jaja Architects), incluso el lenguaje del mobiliario urbano de este último parece que viaja hasta los Jardines de las Tres Chimeneas (Leku Studio). O la preocupación por la reutilización de los materiales en Voxel Quarantine cabin (IAAC) no es muy diferente de la que observamos en el trabajo de Pihlmann architects. Esta ambigüedad se repite en propuestas como Illa Glòries (Cierto Estudio): un bloque de viviendas que no desentonaría —quizá solo por el nombre o los tonos mediterráneamente pastel de los acabados— en muchos de los barrios de Copenhague; como si ambos lugares formaran parte del mismo catálogo de Pinterest.

Entonces, ¿estamos construyendo un nuevo estilo internacional? ¿Se mueven los congresos mundiales por aquellas ciudades igualadas por su arquitectura? Claramente no. Por poner un ejemplo, la morfología del estrecho de Øresund y los canales hacen que el agua tenga una presencia más extensa en la provincia danesa, mientras que Barcelona entiende que el mar es un límite hacia el que mirar. Encargos como el Operapark (Cobe) o las piscinas del puerto (BIG) asaltan la costa a la vez que los parques del Fórum (Elías Torres y José A. Martínez Lapeña) o del Diagonal Mar (EMBT) se dedican a colmatar un espacio en la orilla desde el que observar el paisaje marítimo. Por mucho que la construcción contemporánea comparta una preocupación, todavía hay una distancia desde el Báltico al Mediterráneo.


Una preocupación en el congreso de la UIA
La gran ventaja de que estos grandes encuentros se produzcan con unos años de diferencia es que sirven para medir cómo va virando la preocupación de la profesión. El título del congreso de Copenhague se interesaba por no dejar a nadie atrás —Leave No One Behind—; el de Barcelona se centra por un planeta en transición —Becoming. Architectures For a Planet in Transition—. Un cambio que puede que nos afecte a todos y no solo a los más vulnerables, o tal vez un saco de oportunidades que se presentan. Especulaciones todas las que se nos ocurran, los matices el próximo verano.

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Son las siglas de la Unión Internacional de Arquitectos, una federación formada en 1948 por organizaciones profesionales de arquitectos que trabaja para congregar a arquitectos, influir en las políticas públicas y adaptar la arquitectura a las necesidades sociales.
El vigésimo noveno congreso de la UIA tendrá lugar en Barcelona del 28 de junio al 2 de julio de 2026.