Nunca pensamos en los procesos de fabricación que han hecho posible un objeto. Como la sonrisa del bailarín en el escenario borra las horas de ensayo para conseguir el salto perfecto, en el diseño también se olvida la técnica tras el resultado final. Por eso es interesante acercarse al trabajo de Dsignio: un estudio que controla las fases de creación desde el boceto inicial hasta que “la idea” sale de fábrica.
El equipo formado por Alberto Bejerano y Patxi Cotarelo se dedica al producto y al interiorismo desde 2002. Ambos estudiaron Ingeniería Técnica en Diseño Industrial y acumularon experiencia en fábricas y en otros estudios. Su peculiar trayectoria les hace especialmente sensibles a las líneas limpias y a la utilidad formal, sin olvidar nunca los procesos industriales. Por eso sus piezas respiran sensibilidad estética, a la vez que buscan mejorar la calidad de vida de los usuarios tanto a un nivel práctico como a un nivel emocional.
“Procuramos que todos nuestros diseños tengan un componente creativo alto, que sean ingeniosos y que despierten emociones. Esto último es lo que más nos gusta: estimular ciertas emociones para que el usuario se sienta de una forma determinada,” afirma el tándem madrileño. Ahí está River Stone, un lavabo con líneas de canto rodado; o el proyecto Gen, una textura para paredes con aires de moldura geométrica. O la sorprendente No me pises, una serie de alfombras que reclaman atención especial y contacto personal para llevarnos a un mundo de sensaciones nuevas.