Se suele decir, aunque pocos sigan el ejemplo, que los placeres sencillos son los que realmente se incrustan en la memoria. Pocos han sabido desprenderse de todo como Diógenes de Sinope, que vivía en una tinaja con un manto, un báculo y un zurrón. Quizá quien más se le haya acercado en ese radical beatus ille fuera Ludwig Wittgenstein. Ahora, el español Dionisio González acaba de homenajearlo ideando retiros anfibios en los imponentes fiordos noruegos.
“Estar solo, aquí, me hace un bien infinito, porque no creo que pudiera soportar la vida entre las personas”. Estas palabras corresponden al filósofo austríaco-británico que en 1914 se construyó una de las cabañas más alejadas de la civilización para pensar con tranquilidad. Necesitaba desaparecer de Cambridge y de Viena, las obligaciones sociales le aterraban. Buscaba aislarse, que le trajesen incluso la compra de comida y se la dejasen como el correo, pero no por ello renunciar a poder levantarse en las mañanas con una de esas panorámicas que justifican cualquier peligro: el retiro de Ludwig Wittgenstein se erigió en la escarpada orilla del lago Eidsvatnet, en Skjolden, muy cerca del fiordo de Sogn, el segundo más grande del mundo.
Dionisio González piensa en la cabaña de Wittgenstein
Todo lo anterior lo conoce de sobra Dionisio González, un artista visual nacido en Gijón en 1965 y formado en Sevilla, que se ha inspirado en esta anécdota histórica para crear unas hipotéticas casas anfibias como espejos de los antiguos refugios, solo que esta vez vagando por tan inmenso paraje. “Hay algo muy revelador donde poner el énfasis en la cabaña noruega de Wittgenstein: su frontalidad con el fiordo, cómo se enfrenta con el agua que está detrás de la acción de los glaciares”, explica.
González se percató, leyendo sobre el autor, que este descubrió el idílico lugar paseando en barca con su amigo y colaborador David Pinsent, y que luego continuó estas salidas, remo en mano, porque le funcionaban para reflexionar. “Este aprendizaje y este uso de la memoria en un pequeño medio acuático de transporte, que le servía de escritorio, me llevó a considerar la relación de la arquitectura con el agua, y de la filosofía como un empeño anfibio”, añade el asturiano, que se preguntó entonces la fórmula para traer aquellas construcciones a edificios orgánicos y contemporáneos sobre un manto difractante.
Viviendas anfibias en los fiordos noruegos
Para su cometido, González meditó sobre la perspectiva analítica Wittgenstein y optó por lanzarse, en el plano estructural de sus cabañas, al punto de partida de todo: la madera. Especialmente, por el silencio que proporcionan gracias a la absorción de ondas de sonido, una propiedad acústica que entronca con otra famosa vivienda de pensador: la de Martin Heidegger en la Selva Negra alemana.
Formas circulares, vegetación liberada, ventanales para que entre la luz del norte y no perder de vista dónde estamos. La inspiración para esta arquitectura ficticia, que procede tanto de la cita “En el principio era la Acción” del Fausto de Goethe —usada por Wittgenstein— como del desafío por dotar de un significado final a la lógica de su pensamiento, está semianclada a la realidad. Una complejidad de posibilidades que Dionisio González, más filosófico que nunca, resume: “Debes mirar la práctica del lenguaje; entonces lo verás”.
Por su ubicación escandinava, también pueden interesarle tanto la Bay Window House que ha diseñado Atelier Oslo como el Klimatorium danés y su gran ola de madera. Asimismo, hay dos nuevas cabañas muy peculiares en la costa de Chile: La Loica y La Tagua.
Dionisio González es un artista visual nacido en Gijón en 1965 y formado en Sevilla. Ha recibido gran número de premios y su obra está presente en museos como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, el Museum of Contemporary Photography, Chicago, EE.UU. o el Centro Nacional de Arte Contemporáneo de Paris así como en importantes colecciones privadas.
La obra de Wittgenstein se divide en dos etapas. De la primera época destaca su primer libro (y único que él vio publicado en vida): el Tractatus lógico-philosophicus, muy influyente en los positivistas lógicos del Círculo de Viena. De su segunda etapa, el más emblemático es Investigaciones filosóficas.