En los espacios tensionados de la ciudad, Dionisio González encuentra el caldo de cultivo para su propuesta artística, en la que la recreación arquitectónica convive con la destrucción y la ruina. Se vale de la fotografía, el vídeo y la instalación para materializar largos procesos de investigación en torno a las urbes contemporáneas. Con sus reconocibles imágenes panorámicas —donde construcciones vernáculas coexisten con otras inventadas—, González desentraña las claves de la arquitectura moderna y, a la vez, registra el modo en que las transformaciones sociales configuran la metrópolis.
La ciudad a través de los ojos de Dionisio González
Gracias a su dilatada carrera como creador, docente e investigador, el asturiano Dionisio González es uno de los artistas más importantes del panorama internacional. Su obra abrió un camino referencial de creación y debate no solo en el ámbito del arte contemporáneo, sino también en el de la arquitectura. No es raro que sus piezas ocupen las salas expositivas de colegios oficiales, ni que podamos verlo en charlas y conferencias organizadas en espacios reservados a arquitectos.
Desde muy temprano, esta disciplina irrumpió en su trabajo como elemento sintetizador desde el que abordar los procesos políticos, económicos, sociales y espaciales de un territorio determinado. De hecho, ha cobrado tal relevancia que en ocasiones casi llega a materializarla. Las series fotográficas en las que aparecen edificios recreados son, a veces, reflexiones provocadoras cultivadas en el terreno de lo artístico; y otras, además, planteamientos propios pensados desde la posibilidad real de su construcción. Hemos hablado con él para entrar de lleno en su poética creativa.
Entre el proyecto artístico y la arquitectura digital
“Recuerdo estar en la Habana y querer implementar constructivamente la ciudad dadas las fracturas sociales, habitativas y políticas que la argumentaban; como esto era imposible comencé a resolver muchas de mis inquietudes como un arquitecto proyectista. Pero, en algunas ocasiones —en concreto ante la ruina—, esa realidad, ese arruinamiento, funcionaba como un escaparate a los ojos del turista que restituía en su imaginación el fulgor pasado. Esa perversión de la mirada que es el pathos de la añoranza, es preocupante y, en términos de eficacia, paralizante. Requería, entonces, de intervenciones más provocativas que empíricas”.
No obstante, muchos de sus trabajos sí han sido concebidos para ser realizados. Como una acción arquitectónica planteada sobre las colinas degradadas que rodean a Busán, ciudad que fue refugio de exiliados surcoreanos durante la Guerra de Corea de principios de los años 50, donde se instalaron un gran número de vecindarios provisionales. En este caso fue la irrupción de la crisis de 2008 la que condicionó que la idea no llegara a culminarse, aunque a lo largo de su carrera han influido diferentes factores que han impedido la materialización.
“Me apasiona la investigación, el hecho de que no cimente muchas de mis propuestas tiene que ver con que no deseo ocupar varios años de mi vida en un levantamiento y también porque, cuando me solicitan construir determinadas viviendas, estas no están localizadas ni tienen el uso y empleo para los que fueron conformadas. Por ejemplo, me pidieron diseños del conjunto de Dauphin Island en Alabama, para una escuela de surf en Adelaida y una estructura anfibia de un resort con 1200 espacios alojativos en Nueva Caledonia, también para Filipinas y Costa Rica. Casi todos son encargos con fines turísticos, con la intención no ya de generar residencias, sino destinos. Aquella era, sin embargo, una arquitectura pensada para la resistencia, para confrontar tornados y tormentas en un territorio fragilizado, cuya superficie estaba expuesta al desbarate y la destrucción.”
Restituir lo que no llegó a existir
Afirma el propio artista que la arquitectura que nunca llegó a ser edificada siempre le ha llamado la atención, incluso sostiene que algunas de las más interesantes no llegaron siquiera a existir. Lo inconcluso ha terminado siendo en sí mismo una línea de actuación y reflexión, y está presente en planteamientos como En algún lugar ninguna parte, donde restituye fotográficamente una veintena de diseños inacabados de Le Corbusier, o en Las horas claras, donde hace para la ciudad de Venecia —en el marco de la bienal— varias creaciones de arquitectos mayúsculos que no llegaron a realizarse. Eutopía o dispersión, que pudo visitarse el pasado otoño en el COAS (Sevilla), recupera los intentos de una arquitectura gestada en Europa en el contexto de posguerra, partiendo de los porfolios de figuras como Alison y Peter Smithson o el grupo Archigram.
“Tal y como la conocíamos, la ciudad ha muerto. Ahora habitamos territorio, en términos de Edward Soja: exópolis”.
Dionisio González
Territorios en conflicto. Degradación y turismo
Marc Augé decía que quien pretenda saber lo que nos reserva el porvenir no debería perder de vista los terrenos baldíos, los escombros y las obras en construcción. Lo cita el propio Dionisio González, quien acostumbra a poner el foco en las grietas de la ciudad, en los espacios tensionados donde los vacíos y los llenos constructivos —ambos desregularizados— hacen aflorar arquitecturas de resistencia. Él localiza y aprovecha las anomalías de la metrópoli para abrir nuevos campos de debate y cuestionar el discurso hegemónico de ámbito urbano.
“Siempre me ha inquietado la arquitectura que irrumpe sin planeamiento ni planificación en áreas desestructuradas de la ciudad. Arquitectura originada a partir del excedente. […] Nabil Bonduki nos habla de un nuevo orden mundial que refleja su carácter discriminador y que genera islas de lujo, modernidad, eficiencia y riqueza, guetos de glamour en medio de una selva de precariedad, miseria y violencia. Adela Cortina define este proceso como aporofobia, miedo al pobre, a aquel que se postula cerca de los recursos que creemos propios. La respuesta de las municipalidades sea en Sao Paulo o en Bangladesh es la demolición. Se podría decir que el chabolismo oposita contra el Estado como un sistema insurreccional contra la mirada.”
En este contexto surge Cartografías para a Remoçao, producida entre los años 2004 y 2007 e impulsada por el fracaso del Proyecto Cingapura: el programa de reurbanización y verticalización de chabolas más importante de Brasil y que terminó siendo fallido, entre otras cuestiones, por la falta de diálogo entre las autoridades y los moradores. También está la serie localizada en Vietnam que centra su atención en las casas flotantes de la Bahía de Ha-Long: un paraje singular, protegido y amenazado por una “sobreexposición a la mirada inmediata” que pone en riesgo la existencia de los valores y los modos de vida de estos enclaves turistificados. Las propuestas arquitectónicas que Dionisio González intercala en estos espacios responden a un intento por evitar lo que denomina “una ruptura de identidades grupales”, mientras advierte de la necesidad de legislar para proteger los valores estéticos y urbanos de estas construcciones.
La ciudad ficticia por venir de Dionisio González
La fuerte digitalización de los últimos tiempos está transformando también las relaciones entre la ciudad y sus habitantes. ¿Cuál será el papel de la arquitectura en estos cibercontextos? ¿Qué traerán las nuevas formas de interactuar y habitar en la realidad virtual? Dionisio González lo aborda destacando la ruptura del orden cronológico de la experiencia y de los acontecimientos, fruto de la aceleración y la “pantallización” como canal casi exclusivo de comunicación.
“Byung-Chul Han advierte que la comunicación digital es comunicación sin comunidad, desintegra la política de la escucha y, por tanto, nos escuchamos solo a nosotros mismos, pone fin a la acción comunicativa. […] Parece que nuestras ciudades caminan ciegas hacia la producción de imágenes, preocupadas de su almacenamiento y recuperación, ocupadas por un autoritarismo integrista larvado por la anarquía visual. Tal y como la conocíamos, la ciudad ha muerto. Ahora habitamos territorios, en términos de Edward Soja: exópolis. La ciudad digital tendrá éxito en la medida que confiera acción comunicativa y comparta sus espacios”.
“Siempre me ha inquietado a arquitectura que irrumpe sin planteamiento ni planificación en áreas desestructuradas de la ciudad. Arquitectura originada a partir del excedente. Se podría decir que el chabolismo oposita contra el estado como un sistema contra la mirada”.
Dionisio González
Los impulsores de la virtualización en las relaciones sociales hablaron de internet como un lugar sobre el que levantar nuevos modelos, no sujeto, por ejemplo, al intercambio de bienes materiales. Pero pronto la esfera privada de mercados ha moldeado estos entornos, que ya están listos para satisfacer intereses que no parecen responder a las necesidades de aquellos que viven en los márgenes y las grietas. Está por ver si los desarrollos digitalizadores mejorarán las demandas de las ciudades presentes, si estarán orientados a potenciar el confort, la vida en comunión medioambiental o a dar acceso a servicios esenciales y vincular las zonas aisladas.
De la pobreza a la evasión
“Lo cierto es que parece complejo evitar que las áreas marginales estén desconectadas, y la llamada arquitectura de la pobreza no se puede resolver en un acto instantáneo, sino en un largo proceso de planificación, participación y evaluación en el cual juega un papel protagónico el usuario. Ante la falta de recursos, la única opción es edificar viviendas con el presupuesto de la pobreza, pero son pocos los proyectistas que han decidido emprender este camino. La formación convencional en las escuelas de arquitectura no proporciona ni instrumentos ni conceptos para formar profesionales capaces de afrontar los problemas habitativos de los sectores retenidos en la precarización y la marginalidad, ni de comprender que el ambiente modifica al ser humano. Entre otras cosas, porque el propio arquitecto debe buscar los dilemas de la arquitectura fuera de la arquitectura.”
Dionisio González afirma salir del parón pandémico con la sensación de no haber recuperado del todo el ritmo, habiendo finalizado su serie más reciente Wittgenstein’s Cabiny con trabajos a la vista: muestras individuales en Luxemburgo y Berlín, y próximamente en el Centro Georges Pompidou de Metz y París. Y nos comparte una reflexión sobre el panorama tras aquel impasse: “El mundo en general, y el arte en concreto, se ha vuelto reaccionario, conservador, neodecorativista. Se ha agudizado una recreación vintage acrítica y formalista de los usos artísticos. Se ha perdido la noción de riesgo y el discurso comprometido o político se omite como gesto de mal gusto. Parece que, ante tanto sufrimiento y tanta clausura, solo queda la evasión.”
En este enlace puedes leer sobre proyectos de Dionisio González.
