Ubicada en una pequeña ciudad de Lituania, la estación de autobuses de Vilkaviškis—del estudio Balčytis Studija— destaca por su cubierta de hormigón con forma ondulada. Gracias a ella, esta construcción se relaciona con el paisaje natural, integrando la vegetación existente en su propio esqueleto.
La estación de autobuses y su labor social
La estación de autobuses de Vilkaviškis—una pequeña ciudad de Lituania con una población de alrededor de 11 000 habitantes—no solo actúa como una infraestructura para el transporte, sino que también desempeña una misión social asemejándose a un edificio recreativo.
Cada vez son más las personas que se mudan de ciudades como Vilkaviškis a otras de mayor tamaño, incluso fuera de Lituania, por la poca oferta laboral y el poco bienestar que en ellas impera. Esta estación tiene como objetivo principal ser un punto de encuentro y concentrar servicios, empresas locales y actividades comerciales. De esta manera, se ayuda a fomentar la creación de nuevos negocios y puestos de trabajo en la región.
Una cubierta de hormigón como generadora de espacios
El papel de la cubierta en una construcción, según el imaginario colectivo, viene asociado al hecho de proteger y servir como envolvente térmico y acústico. ¿Qué pasa entonces cuando esta adquiere un rol activo, es decir, cuando ejerce como una generadora de espacios públicos? Ejemplos de ello lo encontramos en la ópera de Oslo de Snøhetta, donde la techumbre se extiende a modo de plaza, o en el Rolex Learning Center de SANAA en Laussane, que acoge múltiples usos comprendidos entre los pliegues, las curvas y los vacíos del techo. En este caso, bajo la cubierta de hormigón de esta estación de autobuses se recoge una zona compartida y verde que hace de escenario funcional y abierto, útil para conciertos, degustaciones de productos de los agricultores del área, cafés al aire libre y otras actividades para toda la ciudad.
Esta infraestructura permeable y multiusos mantiene una relación íntima con la naturaleza y el entorno circundante, pues los árboles que crecen en la parcela se integran dentro de su armazón. Además, se eliminan los límites entre el interior y el exterior debido a la sutileza de los paramentos verticales que se materializan en grandes paños de vidrio. El tamaño mínimo de los pilares blancos circulares—que soportan la estructura de hormigón—otorga una sensación de ligereza, realzada por el delicado juego de luces y sombras provocado por los huecos de la cubierta.
Gracias a estas decisiones arquitectónicas, un edificio de extraordinarias dimensiones y que a priori se podría pensar que está destinado a un único cometido, encaja perfectamente en las necesidades funcionales y sociales de la ciudad de Vilkaviškis. Una buena forma de garantizar y renovar la calidad urbana y arquitectónica de este lugar.