Casa del acantilado. Red Dot Award 2013. Fran Silvestre Arquitectos

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“El mar, el mar y no pensar en nada”. Probablemente el arquitecto Fran Silvestre no tuvo en mente el verso de Manuel Machado cuando le encargaron esta vivienda, pero sin duda sí que fue consciente de que construir una casa sobre un acantilado en Calpe, solo tenía sentido si hacía del mar el punto de partida (y de llegada) del proyecto. Por eso esta casa es, en realidad, un inmenso ojo rectangular abierto a la horizontalidad del Mediterráneo.

Formado entre Valencia y Eindhoven, Fran Silvestre ha pasado por los estudios de los holandeses MVRDV y del portugués Álvaro Siza. Pero es sobre todo de este último, y de su alumno más aventajado, Souto de Moura, de los que ha aprendido una arquitectura artesanal, racionalista, y de estética sofisticada aunque aparentemente sencilla. Para esta residencia, el estudio valenciano partía de dos premisas. La primera, hacer todo el domicilio en una sola planta; y la segunda, salvar la cortante de la parcela interviniendo lo menos posible en el entorno. Esta sensibilidad hacia el paisaje llevó a Fran Silvestre y a su socia, María José Sáez, a usar enormes planchas de hormigón armado: grandes piezas que se adaptan sin dificultad a la verticalidad del terreno y que en este caso concreto obligaban a un movimiento de tierra mínimo. En esta misma línea de ecosensatez, decidieron recurrir a pocos materiales: aparte del hormigón, se empleó grava, acero y cristal.

El resultado es una construcción que parece flotar en el aire. Una obra llena de pequeños detalles exquisitos, que le sacan partido a los juegos de luz (lucernarios, aperturas) y al exterior rocoso. Por su parte, el estuco de cal blanca que cubre todo el exterior conecta el edificio con la arquitectura mediterránea de la zona; una tradición de siglos que, sin embargo, el estudio ha llevado más allá: a la caja blanca que tanto han practicado Siza o de Moura. Algo así como si Fran Silvestre y María José Sáez se hubieran subido a los hombros de estos arquitectos portugueses para así poder ver más lejos. Y no se han equivocado en las decisiones tomadas. De hecho, el proyecto ha sido galardonado recientemente con el Red Dot Award 2013 en la categoría de Arquitectura e Interiorismo: un importante premio europeo que valora la calidad y la innovación como motores creativos.

Fotos: Diego Opazo

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